Florencia Etcheves: "Haber descubierto el feminismo fue un regalo de la vida"

La periodista y escritora cuenta cómo es la experiencia de ver su novela "Cornelia" convertida en el filme "Perdida", que por estos días puede verse en los cines de Argentina. Y habla además del movimiento de mujeres y de su aprendizaje en materia de temas de género, algo que durante mucho tiempo le resultaba ajeno. "Aprendí a no juzgar tanto a otras mujeres", dijo

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Apasionada y siempre dispuesta a nuevos desafíos: así es Florencia Etcheves, periodista, escritora, ex presentadora de noticias y activista por los derechos de las mujeres. Su carrera periodística comenzó en el noticiero de Todo Noticias como productora general hasta que fue convocada a trabajar en Cámara del Crimen, un programa de casos policiales, que en ese momento conducía Enrique Sdrech. Luego fue responsable de la sección de investigaciones realizando columnas para el noticiero de El Trece y TN.

Su llegada a la conducción se produjo junto a la de Guillermo Lobo, cuando juntos hicieron dupla en la conducción del tercer noticiero de la mañana de TN. Estuvo allí durante nueve años y fue reconocida por APTRA. Entre sus coberturas más recordadas por los televidentes están el Robo del Siglo y los crímenes de María Marta García Belsunce y Nora Dalmasso, dos casos muy resonantes y de alto impacto en la opinión pública.

Este 2018 -y luego de 24 años en TN-, decidió despedirse de sus compañeros e iniciar una nueva etapa a nivel profesional para dedicarse solo a la escritura. Un atrevimiento que comenzó hace unos años y la puso en la lista de las autoras cuyas novelas son las más vendidas. Se posicionó con La virgen en tus ojos (2012), luego con La hija del campeón (2014) y más tarde con Cornelia (2016), la historia que puede verse en los cines con el título de Perdida y con Luisana Lopilato como protagonista.

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— ¿Como se siente que tu libro se haya convertido en película?

— Estoy como en un sueño. Primero, profesionalmente es un aprendizaje de un universo del que yo no tenía la menor idea. Trabajar con gente que trabaja en un soporte como el cine, la verdad que te abre mucho la cabeza. La primera parte en la que mi novela se adaptó ya me pareció como un ejercicio fabuloso: ver cómo trabajaban Jorge Maestro, Mili Roque Pitt, Alejandro Montiel, que es el director. Cómo agarran un libro y lo pasan al lenguaje cinematográfico me pareció súper interesante.

— ¿No te dio miedo de que te cambiaran un poco la historia?

— No, no, la verdad. A ver, al principio yo siempre digo que es como un ejercicio del ego enorme ¿viste? Son 10 años de terapia. 10 años de terapia me hicieron. Porque cuando vos escribís una novela le tenés como tanto cariño a cada uno de los personajes y a cada una de las situaciones que vive cada personaje porque uno les dedica tanto tiempo, tantas horas en la silla, y, de repente, si eso tuviera que pasar textualmente al cine estaríamos hablando de películas de 14, 15 horas, una cosa imposible. Entonces, bueno, lo que hacen es pulir, quitar personajes que a lo mejor en el libro te llevan a algún lado pero que en el guion de cine no. Reforzar algunos otros personajes. Esa fue una tarea que me resultó muy interesante de ver cómo se hacía. Y después, bueno, lo que estaba en tu cabeza…

— ¿Cuánto tiempo te llevó escribir Cornelia?

— Un año y medio más o menos. Yo publico un año sí, un año no, un año sí, un año no. Es lo que me lleva sentir sobre qué tengo ganas de escribir, empezar a pensar la trama, estructurar la novela, plantarla, escribirla y después todo lo que tiene que ver con la edición, la corrección, las galeras y la impresión del material.

— ¿Te vas guiando por lo que vos vivís, por la actualidad?

— De las cosas que me pasan, siempre me pasa que son momentos en los que tengo ganas de hablar de algo en particular. Cornelia la empecé a escribir a fines del 2015, se publicó por Planeta en octubre del 2016, y yo en ese momento, a fines del 2015, tenía muchas ganas de escribir, de hablar sobre violencias machistas. Y en todo el abanico de violencias que podemos sufrir y que en muchos casos sufren las mujeres, sufrimos la trata de mujeres para explotación sexual. Y tenía ganas de caminar por ese tema, de meterme con eso. Tenía ganas de que el soporte de los libros también sirviera para hablar de estos temas porque somos testigos de nuestro tiempo y me parece que hoy estos son los temas; por lo menos yo siento que tengo una obligación moral de hablar de esos temas.

— Bueno, justamente vos sos una de las fundadoras de Ni una Menos.

— Sí, fundadora… en realidad es un movimiento tan grande. Nosotras en su momento en el 2015 con otro grupo de periodistas, de activistas, de militantes, nos hicimos eco de las luchas y los reclamos que el movimiento de mujeres en nuestro país lleva años haciendo.

— ¿Tenés mucho en tu personalidad de eso, de ser una mujer fuerte, de ir siempre para adelante?

— A veces sí, a veces no. A veces, con determinadas cosas, soy como un tren, como una topadora que no paro, no paro, no paro, y no me importa lo que hay. Como que no veo si en el medio hay un paredón, yo sigo, sigo, sigo, sigo. A veces choco, obviamente, y a veces el paredón es como si fuese invisible y puedo pasar. Y a veces no, a veces no soy fuerte. Yo tengo como un vozarrón pero la verdad que no, a veces no soy fuerte, a veces tengo miedo, a veces lloro. A veces siento que no voy a poder. A veces estoy llena de inseguridades. Me parece que todas las personas tenemos nuestros claros y nuestros oscuros y hay momentos en los que estás empoderada y otros en los que no, en los que, la verdad, no podés ni con tu vida.

— ¿En qué cosas vas muy para adelante?

— El trabajo, en los proyectos. A mí me proponen algo y a lo mejor es algo sobre lo que no tengo experiencia y yo te digo que sí, después veo. Y en el medio soy como una máquina de absorber, de investigar, de aprender, de tratar de hacerlo lo mejor posible. En eso voy para adelante. Esto que te decía recién, ¿viste? Como el tren que se va llevando las paredes por delante.

— Empezaste siendo productora, cronista, después conductora…

— Sí, pasé por todo, en el canal creo que no me quedó nada por hacer. Fui productora, fui cronista, fui productora de investigación, hice policiales, fui productora de móvil, puse al aire un noticiero, hice videograph, todo, todo, todo.

—¿Te faltó hacer algo en TN?

— No, no, no. La verdad que hice todo. Y eso es lo bueno, por lo menos de los 24 años que estuve en Canal 13 y en TN, lo bueno es que pasé por todos lados. Y eso te permite aprender. Aprender de todos los engranajes que tiene la tele. La tele es lo que ustedes ven pero mucho más es lo que no ven. Y me parece que haber estado adelante de la cámara y detrás de la cámara me dio mucho backup para tantas otras cosas, ¿no?

— ¿Extrañás algo?

— Sí, muchísimo. Extraño a mis compañeros, extraño trabajar en equipo. Yo siempre trabajé en equipo, siempre, cuando no trabajé en la tele, Cami vos sabés que la tele, el periodismo, las redacciones… Acá están un montón de colegas trabajando, están en su compu laburando, chequeando datos, pero al lado tienen a alguien, y enfrente, entonces es inevitable hacerle un comentario o preguntarle, o pedirle una opinión o pedirle un teléfono. El trabajar en equipo….

— Me imagino que tuviste que leer mucho para poder escribir…

—Sí, siempre. No como método de formación, siempre leí porque me gustaba mucho. Yo tengo 46 años, cuando era chica no había internet. Digo esto y me siento Tutankamón. No había internet, no había cable, la tele era un ratito a la mañana y un poquitito a la noche y no más. Yo durante 12 años fui hija única, por lo que no había muchas opciones, no tenía una hermana, un hermano con quien jugar, no había internet. ¿Qué hacés? Leés. Y para mí era un universo. Digamos, para mí era un plan, era un planazo. Y por suerte mi mamá siempre me compraba libros, desde muy chica, y a mí me gustaba muchísimo leer. Iba a algún lado y como ahora los chicos llevan la tablet, yo llevaba un libro. Imagino que esto que estoy contando le pasa a muchísima gente de mi generación. Nosotros nos formamos leyendo porque era la manera de divertirnos.

— ¿De qué te sentís orgullosa?

— De mi hija. Creo que es lo más importante que hice. Y me siento orgullosa de poder tomar decisiones. A veces fui bastante miedosa con muchas cosas, pero me siento orgullosa también en los últimos años de haber tenido un crecimiento grande. Yo siempre digo que para mí haber descubierto el feminismo fue un regalo, un regalo de la vida. Me emociono cuando lo digo. Porque creo que aprendí muchísimo. Y aprendí a no juzgarme tanto y no juzgar a la otra. Yo era muy del dedito, muy de la acusación machista contra otras mujeres. Y hoy me recuerdo y uf, digo guau.

— ¿En qué momento pasa ese cambio?

— No sé, creo que tiene que ver con los tiempos que vivimos. A partir del 2015, creo que Ni una Menos a mí me llevó y me ayudó a conocer a muchísimas mujeres valiosas que desde hace añares venían militando los derechos de las mujeres, venían militando el feminismo, y ellas me abrieron a mí un mundo. Un mundo al que yo me negaba. Yo decía: ¿qué? No, no. Yo tenía este discurso, que tiene que ver con la ignorancia, ay, ni machismo ni feminismo, somos todos iguales. Y empecé a ver que no, que había conceptos que eran bien distintos, y en lugar del dedito así empecé a poner el dedito así; y cuando empezás a poner el dedito así, te empezás a encontrar con cosas que no te gustan. Y vos me decías de qué te sentís orgullosa: de haber podido meter el dedito para adentro y haberme bancado eso que encontré que no me gustaba e intentar modificarlo. Vos me decís, ¿lo modificaste todo? No. Cuesta, cuesta. Pero bueno, me siento orgullosa del intento. Me siento mejor persona.

— ¿Cómo lo fuiste logrando?

— A través de lecturas. A través de mis amigas. A través de un montón de mujeres feministas que tal vez no son mis amigas pero están cerca y las puedo leer y las puedo escuchar, y empezar a ver un poco qué es esto que estaba pasando en la Argentina y que también está pasando en el mundo ¿no? Y que me parece que si bien es una tarea absolutamente colectiva hay un trabajo individual de cada una de nosotras, la que quiera hacerlo lo hace, la que no, no. Digo, no obliguemos a nadie a nada, me parece que cada una tiene su tiempo, su vida. Y empezar a darnos cuenta por lo menos, esto es sumamente personal, a darme cuenta de que el juzgar tanto permanentemente, muchas veces con juicios muy machistas a otras mujeres, también me condicionaba a mí. Y cuando yo dejé de juzgar tanto a otras mujeres con argumentos que hoy los recuerdo y me dan vergüenza empecé a dejar de juzgarme y empezás a sentirte mucho más libre. Sí, de eso me siento orgullosa, de haberme dado cuenta a tiempo.

—¿Lograste sacarte una mochila de muchos años? 

— Exactamente. Y mochilas que a lo mejor uno no se da cuenta de que son tan pesadas, te das cuenta cuando te las sacaste. Decís ¡ay! Viste cuando decís qué molestia, y alguien apaga la música y decís ¡ah, era eso! Pero que en realidad no te dabas cuenta. Bueno, es tal cual vos lo describiste. Digamos, uno no se da cuenta, por lo menos a mí, en mi caso personal, no me daba cuenta y de repente cuando empecé a sacarme esas mochilas empecé a sentir la espalda más liviana y empecé a ser más libre. Y eso la verdad a mí me cambió la vida, me cambió la vida para bien, yo estoy muy contenta y orgullosa.

 

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