
Pocos días antes de que la Comisión Europea presentara en Bruselas el Plan “Fit for 55”, como parte del Pacto Verde que propone prohibir la fabricación de autos impulsados por combustible fósiles a partir de 2035, un numeroso plantel de científicos agrupados en la Asociación Internacional de Investigación en Tecnología de Vehículos y Propulsión Sostenible (IASTEC), envió una preocupante carga a todos los miembros de esa comisión, además de hacerla pública en su propio website, por la que expresan que la huella de Dióxido de Carbono que genera la movilidad eléctrica es el doble de lo previsto, debido a un error de cálculo muy añejo, basado en el Teorema fundamental de Leibniz del siglo XVII, que se fue trasladando sin analizarse, a lo largo del tiempo.
Para no ser complejo y tratar de bajarlo a nuestros días y nuestro eventual interés, lo que plantean los científicos de IASTEC es que los autos eléctricos en sí mismos generarán emisiones cero de gases efecto invernadero, pero la movilidad eléctrica no, y menos en la misma proporción que se ha calculado sino en la mitad, lo cual acerca a los motores de combustión interna, particularmente a los diésel, a valores similares, si se promoviera la fabricación de combustibles sintéticos para mezclar con el combustible fósil en ciertas proporciones, y mejorar incluso los números de contaminación, si se combinan esos motores diésel con motores eléctricos en lo que hoy conocemos como autos híbridos.

Lo que quizás muchos se pregunten es por qué razón la movilidad eléctrica genera CO2 al ambiente, si supuestamente eso no es así. Y la respuesta está en el modo en que se obtiene, para poder cargar tantos autos con esa tecnología. Mientras la electricidad no sea generada por energía fotovoltaica (solar) o eólica, estará contaminando desde ese aspecto. Y como el mundo tardará muchos años en convertir la generación de energía eléctrica 100% verde, la huella de contaminación seguirá existiendo, no desde la salida de los caños de escape de los automóviles, sino desde la fabricación de la electricidad.
El principio que defienden es que, con la autonomía actual de los autos eléctricos, las recargas son mayores que si los autos fuesen híbridos, porque consumirían menos electricidad, eso bajaría la demanda eléctrica y por lo tanto la contaminación que esa energía genera para ser producida.
Por otro lado, la misma asociación pide a la Comisión Europea que considere reinsertar a los vehículos de pila de hidrógeno a sus planes, porque sería la manera de almacenar esa energía verde del sol o el viento, y permitir una mayor autonomía de los propios vehículos eléctricos.

El tema no es defender la combustión interna, sino la velocidad a la que se la quiere imponer, porque con una mirada global, se comprobaría que, aún sin error conceptual de cálculo que IASTEC sostiene, y que muchos otros científicos desmienten acusándolos de actuar con un claro interés por favorecer a la industria de los hidrocarburos, un cambio demasiado rápido hacia la electricidad únicamente, generará una contaminación equivalente a la actual, pero desde otro lugar.
Uno de los párrafos de la carta detalla que “la tecnología BEV (Battery Electric Vehicle) es atractiva según el caso de uso y las demandas del cliente. Sin embargo, la oportunidad más prometedora de reducir significativamente el CO2 las emisiones del sector combinado de energía y tráfico es un aumento de la tasa de mezcla de combustibles neutrales en CO2 (biocombustibles más eFuels o combustibles sintéticos). Nuestra recomendación de usar G40 y R33 (dos tipos de combustible que combinan en distintas proporciones combustibles fósiles con no fósiles) en el año 2030 con un potencial de reducción de CO2 de al menos un 25%, es desafiante y necesita un claro apoyo político. Una eliminación completa de los combustibles fósiles en la década de 2040 es realista. Tenga en cuenta que G40 y R33 son completamente compatibles con las especificaciones de combustible existentes y todos los ciudadanos de la UE podrían contribuir a nuestra objetivo de reducción de emisiones de CO2, incluso con vehículos de 20 años”, cierra la explicación.

Y el llamamiento finaliza con un párrafo contundente que dice: “En consecuencia, comentamos amablemente que el tren motriz con el menor impacto de CO2 posible de un automóvil compacto, especialmente un diésel híbrido, parece estar completamente prohibido política y económicamente, aunque el potencial de reducción de CO2 de un diésel híbrido combinado con combustible R33 asciende aproximadamente al 50% en el año 2030, lo cual es completamente imposible para muchos países con una estrategia BEV… Por lo tanto, le pedimos muy amablemente que vuelva a calibrar la legislación prevista en nombre de todos los ciudadanos de la UE que esperan una reducción efectiva de CO2”.
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