La provoleta, un infaltable del asado argentino que deslumbra a propios y extraños

Poco entenderá un extranjero que se siente a comer un asado de qué se trata ese "queso burbujeante" que le sirvieron de entrada. Un periodista del New York Times relató su encantadora experiencia en una parrilla de Buenos Aires

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La provoleta es un infaltable en los asados argentinos
La provoleta es un infaltable en los asados argentinos

No se trata de la tradicional fondue de queso francesa. Tampoco es el típico queso fundido de la comida mexicana, que se sirve con nachos o tortillas. Es otra cosa.

Claro está que para quien no nació o creció en estas tierras puede resultar extraño que de primer plato en una parrilla le sirvan queso. Pero lo cierto es que no tardará mucho en adorar la costumbre tan argentina de dar inicio a un asado con la clásica provoleta.

Como un "queso burbujeante al que es difícil resistirse" la describió un periodista norteamericano del New York Times, que hizo su debut con este manjar en una parrilla de Buenos Aires.

El asado es uno de los sellos culturales argentinos (Shutterstock)
El asado es uno de los sellos culturales argentinos (Shutterstock)

En su artículo contó cómo el reconocido chef Fernando Trocca lo pasó a buscar por aeropuerto y le advirtió que se preparara para un festín.

Ya alrededor de una mesa y dispuesto a degustar el tradicional asado argentino con amigos en la parrilla El pobre Luis se sorprendió que lo primero que le ofrecieran no fuera carne. "Era un pedazo de queso asado a la parrilla, un aperitivo típico argentino llamado provoleta". Así comenzó a describir lo que no tardaría en adoptar como su entrada favorita.

"Perfumado con orégano, crocante y dorado en los bordes", siguió describiendo la provoleta el forastero. Lo que comenzó siendo un "pedazo de queso a la parrilla" comenzó a encantar al novato comensal.

El queso fundido a la parrilla suele acompañarse con tostadas de pan casero
El queso fundido a la parrilla suele acompañarse con tostadas de pan casero

El artículo continúa con la enumeración de todo lo que llegó después: "La comida era, para empezar, buena. 'Lubricada' con un vino malbec de la región de Mendoza, la carne comenzó a llegar. Primero vino un poco de chorizo, morcilla y mollejas, así como chinchulines y riñones, no apto para cardíacos. Luego todos los cortes de carne, desde el ojo de bife al asado de costilla y todo lo que se pueda imaginar".

Pero sin dudas la estrella de la comida fue la provoleta. Es que en los Estados Unidos, el italiano importado provolone es su mejor opción. El provolone es un queso largo, cilíndrico, lejos de esa porción perfectamente redonda de al menos una pulgada de espesor que el hombre acababa de probar.

El artículo finaliza con la explicación de cómo lograr ese manjar en casa: "En la Argentina (y Uruguay) la provoleta es colocada sobre la parrilla como un filete, pero a no ser que usted muy sea experimentado, se arriesgará a perder el queso de ese modo. El consejo para aficionados es cocinar el queso en una pequeña cazuela de hierro fundido sobre los carbones".

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