
El uso del sauna ha trascendido su origen en los países nórdicos y, en los últimos años, se ha convertido en una práctica común en gimnasios, hoteles y hogares de diversas regiones del mundo. Este crecimiento global ha despertado un creciente interés en comprender no solo los beneficios concretos que aporta a la salud, sino también las precauciones necesarias para aprovechar sus efectos de forma segura y responsable.
Diversos estudios recientes, como el publicado en BMC Medicine, así como artículos de divulgación en plataformas como Mindfood, resaltan que el sauna puede aportar beneficios concretos para la salud cardiovascular y el bienestar general, aunque requiere tomar ciertas precauciones, especialmente en invierno, cuando su uso se incrementa.
Cómo funciona y qué efectos produce en el organismo
El sauna finlandesa tradicional es una sala cerrada de madera donde la temperatura se mantiene entre 70℃ y 100℃. Las personas suelen permanecer sentadas o recostadas durante sesiones de 10 a 20 minutos, alternando con periodos de enfriamiento. Hoy, esta práctica forma parte de la rutina de muchas personas por sus posibles beneficios para la salud, su efecto relajante y su valor social.

Dentro del sauna, el calor seco incrementa el ritmo cardíaco y dilata los vasos sanguíneos, lo que favorece la disipación del calor corporal. Este proceso, llamado vasodilatación, implica un esfuerzo cardiovascular moderado y puede generar una reducción leve de la presión arterial. Con el uso frecuente, el sauna contribuye a fortalecer la salud vascular.
Mayo Clinic sostiene que el uso regular del sauna se asocia con una mejora significativa en la salud cardiovascular y una menor incidencia de enfermedades coronarias. Además, el aire caliente facilita la apertura de las vías respiratorias y la disolución de mucosidad, lo que puede resultar especialmente útil para personas con asma o bronquitis crónica.
Otras investigaciones sugieren que el uso frecuente del sauna reduce la incidencia de resfriados y potencia la respuesta inmunitaria gracias al aumento temporal de glóbulos blancos. El calor relaja los músculos, disminuye la rigidez articular y puede ser beneficioso para quienes padecen artritis o fibromialgia.

Durante la sesión, la liberación de endorfinas contribuye a aliviar el dolor y a mejorar el estado de ánimo. Tras el uso, el descenso de la temperatura corporal puede facilitar el inicio del sueño y favorecer un mejor descanso y bienestar emocional.
Riesgos y consideraciones para el uso seguro
A pesar de sus beneficios, el sauna también conlleva ciertos riesgos. Entre los problemas más frecuentes figuran mareos, desmayos y náuseas, generalmente provocados por caídas bruscas de la presión arterial, deshidratación o exposición prolongada al calor.
Dormirse dentro del sauna puede ser muy peligroso, ya que puede elevar en exceso la temperatura corporal y generar insolación o incluso la muerte, según reportó en el análisis Mayo Clinic. Además, el consumo de alcohol o sustancias psicoactivas incrementa el riesgo de perder el conocimiento y dificulta percibir los signos de sobrecalentamiento.

Algunos grupos son especialmente vulnerables: niños pequeños, personas con enfermedades cardíacas, presión arterial baja o alteraciones del ritmo cardíaco. Ciertos medicamentos como diuréticos o betabloqueantes también pueden dificultar la regulación del calor, aumentando el riesgo de complicaciones.
Consejos fundamentales para el uso responsable del sauna
Para reducir riesgos y optimizar los beneficios, diferentes publicaciones científicas y artículos de salud, como los de Mindfood, recomiendan:
- Iniciar con sesiones cortas, aumentando progresivamente el tiempo y la temperatura según la tolerancia individual.
- Mantener una hidratación adecuada: beber agua antes, durante y después de la sesión, y evitar tanto el alcohol como las comidas abundantes.
- Alternar el calor con periodos de enfriamiento, mediante duchas frías o acceso a habitaciones frescas, para que el cuerpo tolere mejor el proceso.
- Escuchar las señales corporales: si aparecen mareos, náuseas o presión en el pecho, abandonar el sauna y descansar, buscando ayuda médica si los síntomas no desaparecen.
- Realizar una consulta médica previa si se tiene algún problema cardíaco, presión arterial baja, diabetes, embarazo o consumo de medicamentos que puedan interferir en la regulación de líquidos y temperatura corporal.

La intensidad y la duración deben ajustarse siempre al estado de salud, la experiencia y las sensaciones del momento. Un tiempo o calor excesivos suponen mayor exigencia para el organismo.
Esta práctica puede aportar bienestar y beneficios tangibles para la salud, siempre que se respeten los límites personales y se cumplan las recomendaciones de seguridad.
Últimas Noticias
Once acantilados imponentes para visitar al menos una vez en la vida
Desde Irlanda hasta Hawái, estos paisajes son aclamados como fondos de fotografías y rutas de exploración

Poni Pottoka, un versátil equino vasco en peligro de extinción
Presente en mitos y arte rupestre de la región, este animal ha sido utilizado en labores agrícolas, minería y actividades deportivas

El regreso del jabalí: cómo la pausa por la pandemia del coronavirus multiplicó la cantidad de ejemplares
Científicos del Conicet y universidades públicas contaron a Infobae cómo registraron la explosión de la población de mamíferos en el Parque Nacional El Palmar en Argentina. Qué lecciones deja para el control de las especies invasoras

Cuáles son las pruebas que permiten evaluar el bienestar y estado físico
Especialistas aconsejan combinar estudios de fuerza, resistencia y movilidad. Por qué interpretar los resultados requiere considerar la edad, los objetivos y el contexto personal

Alarma por un brote inusual de gripe en Europa y Estados Unidos: qué se sabe sobre la nueva variante de H3N2
El impacto creciente en la temporada invernal debido a la circulación simultánea de distintos virus y un adelantamiento en los casos, genera una presión inédita en hospitales y sistemas de salud. Cuáles son las recomendaciones y qué tener en cuenta

