
La automaestría, entendida como el proceso de conocerse, disciplinarse y transformarse a nivel físico, mental y emocional, fue el eje central de una entrevista publicada por el pódcast Modern Wisdom.
En ella, Shi Heng Yi, monje y maestro principal del Templo Shaolin de Europa, un monasterio budista con sede en Alemania, compartió su visión sobre cómo este enfoque puede aplicarse en la vida moderna.
Con una formación que comenzó a los cuatro años en el kung-fu Shaolin, fue nombrado maestro a los dieciocho y llevó sus enseñanzas a una audiencia global a través de varias charlas TEDx, que ya superan los 16 millones de visualizaciones.
Según su experiencia, el desarrollo personal profundo no está reservado a quienes viven en monasterios ni a expertos en artes marciales desde la infancia.
Se trata de un proceso accesible para cualquier persona dispuesta a observarse, cuestionar sus hábitos y asumir un compromiso constante con la disciplina interna.
Definición de automaestría y su relevancia actual
El término automaestría, en palabras del monje, implica la capacidad de gestionarse y comprenderse a uno mismo antes de intentar influir en los demás. “Para gestionar personas, primero tiene sentido saber cómo gestionarte a ti mismo”, señaló.
Esta idea, con raíces tanto en la filosofía oriental como en la psicología moderna, adquiere especial relevancia en un mundo marcado por constantes cambios laborales, ambientales y relacionales, donde el único punto fijo es el individuo.

El monje destacó que la automaestría comprende cuerpo, mente y emociones. “Así como entrenamos los músculos en el gimnasio, hay áreas de nuestro ser que también necesitan entrenamiento”, explicó. Para él, conocerse, entender los propios mecanismos y construir una base sólida es parte de este arte.
Diferencia entre cuerpo y mente
Durante la conversación, el monje utiliza la historia de Frankenstein para ilustrar la diferencia entre cuerpo y mente. “Puedes juntar todo lo físico y biológico, pero el cuerpo no cobra vida sin ese elemento que a veces se llama chispa o fuego. En las tradiciones antiguas, eso es la mente”, describió.
A su juicio, la mente otorga dirección y sentido a la existencia, y su entrenamiento es tan esencial como el físico.

Aunque la sociedad tomó conciencia sobre la importancia de la alimentación y el ejercicio, el monje advierte que muchas personas descuidan la “dieta mental”. “¿Prestas tanta atención a lo que alimenta tu mente como a lo que comes?”, plantea, promoviendo una reflexión sobre la calidad de los pensamientos y emociones que se cultivan.
Identificar patrones para recuperar libertad
Uno de los temas recurrentes en el pódcast fue el de los patrones de comportamiento. Según el monje, tanto cuerpo como mente operan bajo estructuras heredadas, muchas veces inconscientes.
“No elegí mi nariz ni mi color de piel; hay información que se transmite de generación en generación”, señaló, haciendo alusión a la epigenética como disciplina que estudia estos mecanismos más allá de la genética.
Estos patrones pueden restringir la libertad personal. “La libertad está en un extremo, y la estructura y el patrón en el otro. Si hay un patrón, no tienes libertad para decidir”, afirmó. Reconocer estos ciclos es, para él, el primer paso hacia una vida menos automática y más consciente.
El ciclo de deseo, logro y vacío
El monje describió un patrón común en la vida moderna: desear, lograr y vaciarse. “Trabajamos para obtener algo, lo conseguimos y, al poco tiempo, lo olvidamos. ¿Vale la pena pasar la vida persiguiendo cosas que, una vez alcanzadas, pierden su valor?”, preguntó y reflexionó junto al presentador Chris Williamson.

Para interrumpir este ciclo, propuso un ejercicio de observación: imaginar que se observa la propia vida desde fuera, como si fuera una película. Esta perspectiva permite distinguir entre deseos auténticos y metas impuestas por hábitos o presión social.
Equilibrio entre ser y hacer
La búsqueda constante de mejora personal puede transformarse en una trampa si nace de la insatisfacción perpetua. “¿Por qué hago algo? Porque siento que me falta algo. Si estuviera satisfecho, no necesitaría lograr nada”, razonó el monje. A partir de allí, planteó el dilema entre el “ser” y el “hacer”: avanzar hacia objetivos o aceptar el presente.
“Si solo te dedicas a hacer, nunca encuentras paz. Si solo eres, no hay progreso”, resumió. La clave está, según su visión, en un equilibrio consciente entre ambos polos.
Arrepentimiento y perdón
El pasado y el arrepentimiento son fuentes habituales de sufrimiento. “No habría llegado a donde estoy sin todo lo que ocurrió antes, incluso lo doloroso”, reconoció el Heng Yi.
Frente a los errores pasados, sugirió dos caminos: aprender de ellos y perdonar, tanto a los demás como a uno mismo. “Perdonar a otros ya es difícil, pero perdonarse a uno mismo lo es aún más”, subrayó.
Según el entrevistado, aferrarse al pasado puede derivar en enfermedades físicas y mentales, ya que hay energía bloqueada que necesita expresarse. El perdón y la liberación emocional son, en este sentido, pasos esenciales para avanzar.
Construcción de disciplina y enfoque
En la filosofía shaolin, la disciplina no depende del estado emocional. “La disciplina es hacer lo que te comprometiste a realizar, sin importar cómo te sientas”, enfatizó el monje alemán. Para él, lo fundamental es contar con un plan y cumplirlo, a menos que haya un motivo sólido para modificarlo.
El enfoque, por su parte, se refiere a dirigir toda la energía y atención hacia una tarea específica. “Donde va la atención, fluye la energía”, explicó. Esta capacidad evita la dispersión y maximiza los recursos personales.
Conciencia física como punto de partida
Durante años, Heng Yi promovió la práctica física como vía de entrada al autoconocimiento. “Si no eres consciente de tu cuerpo, será aún más difícil ser consciente de lo que ocurre en tu mente”, aseguró.
Actividades como el kung fu, el taichí o ejercicios simples desarrollan la atención y la presencia, elementos clave para explorar dimensiones más profundas del ser.

No obstante, advirtió que la conciencia física es solo el comienzo del camino. “Con esta conciencia, el viaje apenas empieza; ahora hay que mirar hacia adentro, incluso en las áreas que hemos ocultado por dolor o miedo”.
Coraje para enfrentar el lado oscuro
El monje sostiene que la automaestría requiere confrontar el propio “lado oscuro”: traumas, errores y aspectos dolorosos. “No hay otra forma de limpiarse que mirar todo lo que está oculto dentro de uno”, comentó.
Aunque incómodo, considera este proceso como imprescindible para alcanzar la libertad interior. “Cada vez que sufrí en el entrenamiento, después surgió algo bueno. Nada valioso se logra fácilmente”, concluyó.
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