La muerte de Santiago Bal caló hondo en toda la colonia artística, pero sobre todo en sus seres queridos, a punto tal que logró que sus tres hijos -Julieta, Mariano y Federico-, distanciados desde hacía años, volvieran a hermanarse en los últimos días de vida del reconocido actor y director.
Sin embargo, Julieta, la hija que Santiago tuvo con Silvia Pérez, todavía no fue a ver Rumbo al Mar, la película que grabó el capocómico junto a Fede en sus últimos meses de vida. En diálogo con Implacables, la actriz contó que de todas formas actualmente mantiene una gran relación con su hermano, y explicó a qué se debe su decisión.
“Mi viejo vino a esta vida para ser mi papá, para enseñarme un montón de cosas, y yo durante muchísimo tiempo no me di cuenta. Y mis hermanos Federico y Mariano, en un momento tan difícil, en los últimos días de papá, tomaron conciencia desde un lugar que era necesario que papá sintiera que estábamos los tres bien, juntos, para que también pudiera irse en paz. Eso lo hicieron ellos dos. A mí me pegó un montón y sigue así ese proceso”, reconoció la mujer de Roberto Peña.
En ese sentido, indicó: "Lo que pasó justamente es que Fede no entendía por qué yo no quería ir a ver la película y por qué Mariano no quería ir. Y yo traté de explicarle con todo mi amor. Porque la verdad es que desde que papá estaba mal en los últimos tiempos Fede y yo tuvimos un acercamiento muy lindo, y desde otro lugar. Y yo trataba de explicarle eso, que tuvimos tres vidas diferentes con papá cuando él estaba vivo”.
“Entonces, por supuesto que la muerte fue diferente para los tres. O sea, no cabía una posibilidad de que papá desapareciera de este plano y los tres lo tomáramos de la misma forma. No iba a pasar eso. Trataba de explicarles que yo, a un mes y pico de que murió mi papá, ni loca estoy preparada para verlo en vida en una pantalla, salir de ahí y saber que no está más acá. A mí no me pasa, no lo puedo vivir desde ese lugar. Y también siento que hay que respetar a cada persona en la vida, y ni hablar cuando una persona se va, y ni hablar cuando se te va un papá”, manifestó al respecto.
“Yo tengo otros tiempos, tengo otro proceso. De hecho hablé con mi hermano Mariano, que él sí la vio, y me dijo: ‘Juli, tenías razón’. Pero no es tampoco que tengo razón, es lo que cada uno siente y vive”, reflexionó.
Y agregó: “Siento que yo estaba -y estoy- un poco como en otra... Hay un montón de cosas que yo todavía estoy procesando. Mi papá fue el tema de mi vida, yo laburé mucho el vínculo con mi viejo, y lo sigo laburando, porque me pasan un montón de cosas y sé que me van a seguir pasando”.
De todas formas, dejó en claro que esta decisión no influye en relación con Fede: "Siento que cuando pasa algo determinante en la vida, como es una muerte, hay cosas que ni siquiera ya tienen sentido. Y lo que le decía a Fede el otro día es que me pasaba algo muy lindo: yo no sé qué quiero de mi relación con Fede ni me lo planteo. Pero llegar a la playa en Mar del Plata y mirarnos, y sonreírnos, y que nos revolquemos en la arena como si tuviésemos tres años... Yo con eso ya estoy. La verdad que todo eso a mí me calma el alma, me llena el corazón”.
“Yo la verdad no sabía que la desaparición de un padre o una madre no iba a tener relación con el vínculo que uno había tenido en vida. Yo pensaba que sí, que si por ahí uno tenía más cercanía, o tenía un vínculo increíble, como el que yo tengo con mi mamá, por ejemplo, iba a depender de eso. No, por lo menos en mi caso no, mi papá está más presente hoy que durante toda mi vida. Mi papá está conmigo todos los días, siento cosas todos los días, soñé con él durante diez días seguidos, me pasan cosas como muy especiales”, expresó.
Respecto a los sueños que ella misma había contado que tenía sobre su padre, dijo: "Eran muy lindos todos, donde lo veía joven, bien, sonriente... Hay muchas cosas que yo no fui consciente, yo estuve enojada mucho tiempo con mi papá y no estoy enojada conmigo por eso: él tampoco estuvo disponible para mí, pero me hubiese encantado entenderlo antes. Me hubiese gustado un tiempo antes poder decirle lo que le dije dos días antes de que se muera. Decirle: “Papá, te amo, tomo tu amor, está todo bien”.
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