Emilio del Guercio: "Yo le presenté a Spinetta a la 'muchacha ojos de papel', y todavía no sé si hice bien o hice mal..."

El reconocido artista, ex integrante de grupos emblemáticos como Almendra y Aquelarre, repasó con Teleshow su historia como músico y su nuevo paso solista. Además, recordó cómo era su vínculo con Luis Alberto Spinetta

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Emilio del Guercio (67) fue uno de los precursores del rock nacional junto a Luis Alberto Spinetta. Marcó un antes y un después. Realizó grandes éxitos que perdurarán por siempre en el corazón de todos los argentinos. Integró grupos de la talla como Almendra y Aquelarre, dos bandas que hicieron del rock nacional una leyenda. Esos años no fueron para nada fáciles a la hora de hacer música: sufrieron censura por la Dictadura militar a la hora de componer y tocar.

Luego de unos años alejados de la profesión y dedicados a la televisión y a la plástica, Del Guercio sacó su primer disco, Pintada, y decidió regresar a los escenarios con su propio show que tendrá lugar el próximo 23 de junio, en La Trastienda. Esa noche, hará un repaso por toda su carrera. Además, como un bonus track, adelantará canciones nuevas que tendrán lugar este año para un segundo disco. Una leyenda que no se queda en eso, para seguir haciendo historia.

—¿Le generan nervios volver al escenario?

—No, nervios no. Por ahí nervios de tener todos los detalles bajo control pero no la subida al escenario, que es como un hecho muy normal. Sí alguna palpitación más por el entusiasmo de salir.

—¿Como es el repertorio?

—Abarca casi toda mi carrera, nada más que he tenido que elegir algunos de mis temas, obviamente, porque no voy hacer un concierto de tres horas. Pero toco canciones que hice para Almendra, para Aquelarre, algunas canciones de mi único disco solista y algunos temas nuevos, que estoy grabando en estos días.

—¿Qué represento Almendra en su vida?

—Es como mi certificado de nacimiento como músico. Me puso en un lugar destacado como músico. y por otra parte siempre me obliga a tener como una mirada introspectiva sobre el nivel de calidad de lo que tengo que hacer. Quedamos sellados por ese tipo de cosas.

—Si pudiera elegir un tema de todos los que hizo, ¿cual sería?

—"Las cosas para hacer", que es el tema que abre el álbum que hicimos en Los Ángeles cuando volvimos a tocar en los 80. Ese es un tema mío que tiene mucha actualidad. Lo toco en vivo y es como si lo hubiera compuesto ayer.

—¿Qué recuerdos tiene de su primer banda, Esbirro?

—Fue la primer "bandita" que empezamos a tocar. Yo tocaba con un bajo que en realidad era una guitarra que le había cortado un pedazo del clavijero para que tuviera cuatro cuerdas, nada más; y por supuesto, el bajo nunca afinó. Pero sobre ese entusiasmo y sobre ese instrumento es que yo empecé a tocar. Esa banda no grabó. Éramos muy chicos. Conocí a Luis Alberto Spinetta a los 13 años en el colegio secundario, fuimos compañeros de banco. Él estaba con una banda que se llamaban Los Larkins, con Rodolfo García, y yo luego de un año integré Los Esbirros, que es este grupo que estaba también Edelmiro Molinari, el otro guitarrista de Almendra.

—¿Qué le dejó Spinetta?

—Luis para mí fue como un hermano. No puedo despegar la relación personal que he tenido con él de la trascendencia que él ha tenido como artista. Para nosotros Luis era como parte de nuestra familia. Por supuesto que he estado presente en varias de las canciones que fueron creadas.

—¿"Muchachas ojos de papel" fue dedicada a alguien en particular?

—Sí. A una amiga mía que vivía en mi edificio y que yo se la presenté a Luis. Siempre me hago la pregunta si hice bien, o hice mal…

—¿Cual es la historia detras de la cancion Pototo?

—Está dedicada a amigo nuestro, que todavía lo sigue siendo, por diferentes circunstancias. Se había ido de fin de año y llevó como un telegrama que había tenido un accidente y había muerto, una cosa confusa y que luego se comprobó que no fue así. Entonces Luis compuso ese tema.

—Además de cantar, sé que también dibuja.

—Sí. En realidad, cuando yo me profesionalicé, digamos, con Almendra porque teníamos mucha actividad musical, estaba estudiando en la Escuela de Bellas Arte, pero no pude cumplir con las tareas de presentación de proyectos y todo eso. La plástica y el dibujo lo llevo desde chico. Siempre lo he hecho.

—¿Encuentra algo en común entre el dibujo y la música?

—Hay muchas cosas en común. El dibujo es una disciplina introspectiva y el de la música, salvo el momento de la comprensión, siempre es social: te juntas con otros músicos para tocar y subís al escenario a cantar. Pero yo siempre pensé que era medio bicho raro con eso. Después con el tiempo conocí a un montón de músicos que también dibujan.

—¿Cómo ve el rock argentino actualmente?

—Hay cosas buenas y cosas que no me gustan pero eso fue en todas las épocas. Cuando nosotros empezamos, si bien no se llamaba rock, le decían música vit, también había cosas de calidad y otras que no lo eran. Eso digamos que es como la eterna disputa que hay dentro del arte, entre una música de calidad que puede llegar a la gente y una música precocinada para ser vendida rápidamente.

—O sea, lo comercial.

—No está mal que la música se pueda comercializar. Yo digo que la calidad de la música tiene que ser lo que esté por encima. Imaginate que la experiencia mundial de Los Beatles, un ícono de la cultura del mundo, ha sido un hecho absolutamente comercial y a la gente le ha gustado, pero sin embargo la música tiene un nivel de calidad extraordinaria.

—¿Y cómo definiría calidad?

—Dedicación con no quedarse con la zona más fácil, pedirle al oyente que haga un poco más de esfuerzo sobre el trabajo del arte, tener un poco de dedicación literaria en la parte de las letras, poder transmitir algo. Llegar a la gente con una emocionalidad simple y rápida es más o menos fácil, y yo no comparto eso. Lo más lindo es crear canciones que tengan mucha calidad y puedan trascender como valores en lo popular.

—¿Cuáles son sus temas recurrentes a la hora de escribir?

—Es una pregunta bien difícil… Pero en la última época he estado pensando mucho en las relaciones interpersonales, en el amor en las diferentes circunstancias en las cuales uno vive el amor: el amor del encuentro, el amor de las separaciones. Después tengo algunos temas con mi otra vertiente que es algo vinculado con lo social, con una descripción del mundo de nuestro mundo, de este mundo de la Argentina y del mundo en general.

—¿Hay algo en particular que le llame la atención del mundo o que le preocupe?

—En la Argentina, lo que más me preocupa es el sustrato de violencia que hay, que siempre se expresa en diferentes etapas de la historia de varias maneras. En los 70 se expreso de una manera, en la actualidad se expresa de otra. Pero pareciera que en la sociedad argentina hay un sustrato de violencia, incluso en el fútbol se expresa. Como pueblo tendríamos que trabajar un poco sobre eso.

—¿En los 70 podían hacer canciones libremente o alguna vez sufrieron algún tipo de censura por las cosas que escribían?

—En alguna época sufrimos censura. Al principio no, que era la época de (el ex presidente de facto Juan Carlos) Onganía, y luego alguna censura sí tuvimos. Cuando volvimos con Almendra en el 79 y el 80 hubo un par de radiogramas militares que impidieron que hiciéramos conciertos en algunos lados. Después algunos otros temas estuvieron prohibidos, como "Violencia en el parque", que hice para Aquelarre.

—Recién me hablaba que uno de sus temas recurrentes a la hora de escribir es el amor. ¿Cómo se hace para lograr la estabilidad en la pareja con la vida que lleva el músico?

—Y… es difícil. De todas maneras cuando me fui con Aquelarre a España a los pocos meses fue la madre de mi hija, Natalia. Éramos re jovencitos. Ella no iba a las giras, pero es difícil.

—¿Qué pasaba en las giras?

—Es complicado. Es una vida de mucho movimiento. De hecho cuando yo volví de España me dispuse a no tocar tanto, entonces también hice trabajos de ilustrador porque me había quedado la sensación de que había perdido etapas muy fundamentales en el desarrollo de mi hija mayor. Yo tengo dos hijas: Natalia y Camila. La más grande, cuando yo me fui a España, la madre vino tres meses después y mi hija ya caminaba; se volvieron antes y cuando yo volví a la Argentina, ya hablaba. Eso no tiene retorno. Me quedo una sensación rara de eso.

—Muchas veces se asocia el rock con el alcohol y las drogas.

—Esa es la parte más marketinera. La sociedad en general quiere darle una imagen a cada cosa para que pueda funcionar como un producto vendible. Hay y no hay, como en cualquier ambiente. Estaba asociado el tema del rock, las drogas y el alcohol a la música, pero hoy no es así. No es primativo de esa música. Nosotros básicamente nos dedicamos al arte, trabajamos sobre ese material. Por ahí sí hay otros artistas que primero creen que tomar la droga o el alcohol es la base para iniciar un estado de creación. Y allá ellos. No es así.

—Me imagino que muchos chicos que recién arrancan en la música le deben pedir consejos.

—Sí. Me piden.

—¿Y qué les dice?

—Que no toquen, porque ya somos muchos.

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