Por temor a una venganza, el inspector Héctor Claudio Cuevas, uno de los 14 policías de la Ciudad detenidos por el asesinato y encubrimiento de Lucas González, fue sacado de la unidad penal de Marcos Paz, donde estaba alojado junto a los otros implicados desde poco después de cometido el crimen: lo trasladaron a la cárcel de Ezeiza, concretamente al pabellón donde cumplen condena represores de la última dictadura culpables de delitos de lesa humanidad.
La medida de seguridad fue dispuesta por la Justicia a fin de resguardad la vida del agente que el jueves pasado, ante el Tribunal Oral Criminal 25 porteño, contó cómo dos policías, Facundo Torres y Gabriel Issasi, fueron a buscar la réplica de un arma escondida en la comisaría 4D y uno de ellos la tiró adentro del Volkswagen Suran donde viajaban Lucas y sus tres amigos sobrevivientes.
“Es mi deber decir qué vi ese 17 de noviembre, si no lo hice antes es porque tengo pánico, tengo miedo, de qué les puede llegar a pasar a mi familia, a mis hijos, después de que declare. No sé trató de un solo loquito disparando, hay un trasfondo acá”, anunció Cuevas el jueves pasado ante la sorpresa de los jueces del Tribunal y los abogados defensores y querellantes.
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Apenas el abogado de Cuevas anunció aquel día que su defendido pretendía ampliar su declaración indagatoria, los jueces ordenaron mover al resto de los 13 imputados en el juicio, que estaban al lado del inspector, a otro sector. Quienes hasta ese día compartían la cotidianidad en el penal de Marcos Paz nunca más se volvieron a cruzar. En la audiencia de este martes, Cuevas permaneció al lado de su abogado, mientras que los otros acusados quedaron sentados en el lugar que habitualmente ocupa, de frente al policía que habló.
Cuevas apuntó contra Gabriel Issasi, uno de los tres policías implicados en los disparos que mataron a Lucas, como quien plantó concretamente el arma. Pero también incluyó en la investigación a un nuevo agente, que hasta este momento estaba fuera del radar de la investigación: Facundo “Cachorro” Torres, un oficial de 25 años que llevó a Issasi del lugar del hecho a la comisaría 4D y de allí de nuevo a la escena del crimen.
“A las 10.30 aproximadamente veo llegar una moto que depende de la comuna. La manejaba el oficial Torres, con una persona atrás de civil (...) Se baja esa persona de civil, tenía una gorrita blanca y va y habla unos segundos con el subcomisario Inca, que estaba cerquita mío y escucho cuando le dice ‘andá a poner eso’”, relató Cuevas a los jueces.
Y agregó detalles: “Esa persona de civil se acerca al auto, está a unos cinco metros, en la parte trasera de la puerta trasera, que estaba abierta, y tira el arma. Yo entré en pánico, pensé en mi familia, en mis hijos, no sé qué les va a pasar después de esto”.
Inmediatamente después explicó que, esa noche, cuando vio los noticieros, se dio cuenta de que el hombre de civil que había llegado con Torres era Issasi: “Lo que hicieron es una locura. No puedo decir quién ordenó que vayan a buscar esa arma, pero sí les puedo decir después que pude reconocer a Issasi (...) Estando detenido me entero por radiopasillo que el oficial Torres se jactaba de haberle dado esa arma, ese juguete, que tenía guardado en el cofre de la comisaría. Le arruinaron la vida a muchas familias”.
Menos de 48 horas más tarde, Torres fue detenido por orden del fiscal de instrucción Leonel Gómez Barbella. El lunes declaró y negó haber ido a buscar un arma falsa al locker de la comisaría. Dijo que fueron a buscar “una cinta” para delimitar la escena del crimen.
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Sin embargo, según contaron fuentes del caso a Infobae, en ninguna de las filmaciones registradas por cámaras de seguridad callejeras se ve a Torres y a Issasi cargando un carretel de cinta. “Son objetos grandes, no es un centímetro de costurera”, comentó no sin cierta sorna este martes en los pasillos de los Tribunales porteños Gregorio Dalbón, abogado de la familia González.
Torres, que trabaja de policía desde hace cinco años, declaró que en el viaje que mantuvo con Issasi en su moto lo notó “nervioso” pero que en ningún momento notó que llevara un arma de juguete. Aseguró que él solo fue a buscar a su locker la cinta para cortar el tránsito, que es la orden que, supuestamente, le dio el propio Issasi. Y que el principal acusado “nunca se movió de al lado de la moto”.
Cómo sigue el juicio
El debate oral continuó este martes con una audiencia fallida. Como en las luchas grecorromanas, las partes -querella y defensa- se trabaron en cuestiones técnicas y el Tribunal resolvió un cuarto intermedio hasta el próximo jueves.
El fiscal del juicio, Guillermo Pérez de la Fuente, pretendió exhibir un video donde estaban compiladas las imágenes que captan a Torres e Issasi en los diferentes recorridos que hicieron a bordo de la moto de la Policía de la Ciudad. Los defensores se negaron. Los jueces no pudieron sostener la decisión de mostrar el material audiovisual y finalmente el fiscal desistió de su pedido.
La sala es tan pequeña y precaria (en cuestiones de imagen, sonido, conectividad y comodidad para abogados, detenidos y periodistas) que se ahorraron tener que mirar el video todos parados y amuchados delante del estrado y frente a la pequeña TV que cuelga de una de las paredes.
Lo mismo pasó con Dalbón, que quiso exponer el audio con la primera modulación de Issasi tras el asesinato de Lucas y, ante la oposición de la defensa, finalmente desistió.
La traba de la nueva audiencia fue también consecuencia, no sólo de lo que contó Cuevas, sino de la detención de Torres, cuya declaración se incorporó al juicio como prueba. El testimonio del detenido número 15 del caso fue sumada al expediente el lunes a las 20, por lo que los abogados defensores argumentaron que no habían llegado a leerla como para definir si sus defendidos tenían que ampliar sus declaraciones, algo que se sospechaba que podía ocurrir.
Como es la última audiencia antes de los alegatos, los implicados tienen una sola chance. El Tribunal, entonces, definió darles 48 horas para prepararse y que el juicio se reanude el próximo jueves por la mañana.
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