Este miércoles, cerca de las 1:45 de la mañana, un llamado al 911 alertó a los efectivos de una comisaría local de la Policía Bonaerense para que se dirigieran hasta una casa ubicada en la calle Arias y Fray Justo Santa María de Oro de la ciudad de Madariaga.
Allí, encontraron muerto de un tiro en la cabeza a Franco Mauricio Torres, compañero en la fuerza que integraba el área de Inteligencia Criminal en la ciudad de Pinamar. A su lado estaba el cuerpo de Graciela Noemí Funes, a quien habría asesinado de cuatro disparos con su arma reglamentaria para luego quitarse la vida.
En la casa, en estado de pánico, estaba A., la hija de Graciela Noemí. Fuentes del caso aseguraron a Infobae que la menor fue testigo de la secuencia completa del hecho: vio cómo Torres, un “amigo de la familia”, según ella, había llegado esa noche para visitarlos, de cómo tomó su pistola reglamentaria Bersa 9 milímetros y luego comenzó a disparar. No estaba sola: hubo dos testigos en la casa de Noemí anoche, uno de ellos se había ido poco antes del crimen.
Hoy por la mañana, A. declaró asistida por un servicio local en el marco de la investigación que lleva adelante por el fiscal Walter Mercuri. Tanto A. como los dos testigos relataron lo mismo: que Graciela Noemí había amenazado durante las últimas semanas con denunciar al policía, no por violencia de género, sino por abusar de su hija. La menor, sin embargo, no relató en su testimonio ningún episodio de abuso.
La menor, por lo pronto, está a resguardo del Estado, con un servicio de protección: se estudia que vuelva a junto a su familia en breve. En su declaración, aseguró que el trato con Torres era filudo, que el hombre iba “todos los días” al domicilio donde ocurrió el crimen.
Los registros, por lo pronto, no muestran denuncias previas de Funes a Torres, así como tampoco se registran medidas cautelares vigentes. Asimismo, no se encuentra acreditada otra presunta hipótesis que circuló por redes sociales: que el policía habría tenido una relación previa con su víctima, a la que habría dejado para comenzar una relación abusiva con la menor, algo que los investigadores por lo pronto consideran falso.
El fiscal ordenó también la realización de un dermotest en las manos de la víctima y del policía muerto para determinar quién accionó efectivamente el gatillo y así despejar dudas.
El caso parece cerrado. Sin embargo, Mercuri continuará con las medidas de prueba, ya que buscará confirmar o descartar el accionar de un tercero, algo que por lo pronto cree improbable.
Con información de Federico Fahsbender
SEGUIR LEYENDO