¿Femicida o loco? El juicio contra el veterinario que mató a dos mujeres y la delirante hipótesis de la canción de Spinetta

El 11 de octubre de 2016, Mariano Bonetto mató a dos jóvenes de 15 y 18 años en La Boca. Su familia dice que es un enfermo que tuvo un brote psicótico. Los familiares de las víctimas, que se trata de un psicópata peligroso que simula estar demente

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El 5 de julio se leerá el veredicto del caso del femicida Mariano Bonetto
El 5 de julio se leerá el veredicto del caso del femicida Mariano Bonetto

Un hombre está al acecho, en una plaza. Nadie lo sabe, pero lleva oculto un cuchillo de combate de 23 centímetros. A simple vista, sólo sorprende la inscripción de su remera, en letras grandes: "Inútil". Es veterinario, hace tres días vive en la calle, como un linyera, y es un voraz lector de Antonin Artaud y Fiodor Dostoiesvki. Todo lo que hay a su alrededor se parece a la dicha: los niños juegan, un grupo de amigos festeja un cumpleaños y un estudiante toca la guitarra. En un minuto, el hombre saca el cuchillo y causa una masacre: apuñala a dos mujeres, que morirán días después. Donde antes había vida, ahora hay gritos y corridas. El asesino apuñala a otro joven. Alguien le saca el cuchillo y se lo clava en la cabeza. A diferencia de sus dos víctimas, el atacante sobrevive.

Cuando repasa los hechos, Anna Rodionova siente que todo eso pudo haber pasado en una novela de Dostoievski, uno de los autores más importantes de su país. Anna nació en Rusia: llegó a la Argentina en 2005, enamorada del tango y de sus calles. Todo comenzó con un sueño y terminó en horror: su hija, Natalia Grebenshchikova, de 15 años, fue una de las dos jóvenes apuñaladas aquel 11 de octubre de 2016 por Mariano Bonetto, un veterinario que por entonces tenía 26. A la otra víctima, Nuria, la acuchilló 17 veces. A otro joven que intentó defender a Nuria Cuoto, de 18, lo persiguió con el cuchillo en la mano pero no pudo matarlo. Ocurrió poco después de las cuatro de la tarde en el parque Irala, en La Boca, a tres cuadras de La Bombonera.

Al asesino, que parecía imparable, lo detuvieron a golpes. Así lo dice la letra del expediente: "Ocasionales transeúntes intervinieron para impedir que continuara con su accionar, lanzándole piedras y botellas. Uno de esos objetos contundentes impactó en su cabeza, por lo que cayó al piso, donde recibió varios golpes de puño y puntapiés. Al dispersarse la multitud, Bonetto tenía la cuchilla clavada en el sector lateral derecho".

El jueves 28, en los tribunales de Comodoro Py, se desarrollará la tercera audiencia del juicio oral contra Bonetto, a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal Número 22, integrado por los jueces Ángel Nardiello, Patricia Cusmanich y Sergio Paduczak.

Demostrada la culpabilidad del imputado, la esencia del debate pasa por saber si tuvo un brote psicótico o si actuó como un perverso que planificó cada uno de sus movimientos. La diferencia es la cárcel o el manicomio.

Natalia Grebenshchikova, una de las víctima de Bonetto
Natalia Grebenshchikova, una de las víctima de Bonetto

"No es un loco, es un femicida que consideraba a la mujer como una raza inferior", dice a Infobae Rodionova. Argumenta que Bonetto sentía un odio profundo por las mujeres porque su novia lo había dejado por otro. "Compró el cuchillo, que era de combate. Y eligió ese lugar para atacar. Se tomó el tiempo de seleccionar a sus víctimas. Odia a las mujeres. Sólo quería matarlas. En Parque Lezama, donde probablemente buscó cumplir su objetivo pero no pudo porque había policías, le había dicho a unos chicos que había que matar a todas las mujeres", asegura Rodiodna.

Bonetto lleva dos años en el Programa Interministerial de Salud Mental Argentino (PRISMA), del Complejo Penitenciario Federal Número 1 de Ezeiza. La jueza Wilma López lo había absuelto por su presunta inimputabilidad y pidió que pasara 25 años bajo ese régimen psiquiátrico.
Rodionova siempre se opuso: "Tiene que ser castigado con cadena perpetua. El asesino mató con alevosía y frialdad. Pienso en el personaje de Crimen y Castigo, en eso de que 'todo está permitido' y él se movió de esa manera, como si fuese una creación del Infierno. Cegó la vida de dos criaturas luminosas. Si va a un psiquiátrico, va a escapar y volver a matar mujeres".

El abogado de Bonetto, Daniel Martínez Díaz, asegura que su defendido no comprendió la criminalidad de sus actos. "Nunca defendí asesinos y recién tomé el caso cuando hablé con los peritos y me dijeron que Bonetto estaba enfermo. Lamentablemente hay dos chicas asesinadas, pero los peritos del Cuerpo Médico Forense dictaminaron que padece un síndrome delirante, de evolución crónica, que se corresponde con una alteración morbosa de sus facultades. Eso le impidió el día del doble crimen comprender las características del acto y dirigir su conducta. No es un femicida porque además ese día intentó matar a un joven".

La mente de Bonetto es un gran enigma. Uno de los que intentó develarlo es el psiquiatra forense Enrique de Rosa Alabaster, perito de parte de la defensa junto a la psicóloga Karina Levchuk. Los dos llegaron a la conclusión de que Bonetto no comprendió la criminalidad de sus actos y debe estar en un psiquiátrico.

Para los familiares de las víctimas, el asesino es un simulador. "No es un enfermo, es un hombre que detesta a las mujeres. No me voy a cansar de repetirlo. Planificó todo, él mismo lo confesó una carta que envió a la jueza", dice Rodiodna.

El agresor luego del ataque
El agresor luego del ataque

En esa carta, Bonetto escribe: "Señora Jueza: Me dirijo a usted con la necesidad imperiosa de comunicarle que en este momento soy víctima de mi propia mentira. He sido declarado inimputable mediante una entrevista con profesionales en la que bajo los efectos del miedo a ser puesto en juicio y condenado mentí. No fui inducido por ningún demonio a ejecutar mi plan de asesinar, lo hice porque era mi voluntad más profunda en ese momento, nada puede hacerse sin el consentimiento de uno mismo. Por lo tanto hoy me pesa en forma de culpa el hecho de ser declarado merecedor del Artículo 34. Exijo que la rueda de psiquiatras y psicólogos me revalúe, en nombre de la justicia de una causa de la que a la luz de los hechos y del tiempo transcurrido me siento absolutamente culpable. También pido ser sacado de prisma y ser alojado en un pabellón común, no necesito de ningún tratamiento y estoy posiblemente excluyendo de esa posibilidad a alguien que lo necesite realmente. Quise declarar la última vez que estuve en condiciones de hacerlo pero la verdad es que no me animé. Le ruego que atienda mi reclamo, sé que todo esto suena un poco raro porque va 'en contra' de los intereses normales pero es la verdad que sale de mi corazón. Desde ya muchas gracias".

Su abogado, Martínez Díaz, minimizó esa carta y asegura que su defendido ni recuerda lo que hizo. "Creo que si no lo frenaban, Bonetto hubiese matado hasta un elefante, un león o todo lo que se movía, tenía vida y aparecía a su paso. Lo tuvieron que parar clavándole un cuchillo que se hundió 17 centímetros en su cabeza", dice Martínez Díaz. Cuenta que después de hablar unos minutos con él, Bonetto le suele decir: "¿Cómo andás, Napoléon?".

La defensa del acusado insiste en que su estado mental se fue deteriorando a partir del "desencanto con su profesión, el cambio de amistades y el interés en cuestiones filosóficas, como si en un momento se sintiera un elegido para matar".

Para eso se basan en que un día, Bonetto -hijo de un gerente de banco- se cansó y viajó con unos amigos a Córdoba y tiempo después a El Bolsón. Hasta que un día hizo dedo y un camionero lo trajo a Buenos Aires. Durante tres días vivió como un linyera y habría dormido en Parque Lezama. Les mandó un mail a sus padres en los que los habría llamado por su nombre, como si fueran desconocidos.

En su entorno tienen una hipótesis que no aparece en el expediente. "Enloqueció y comenzó a ver señales en lo que leía o escuchaba. El estaba con ese cuchillo porque salió a matar. Como si algo o alguien le hubiesen hecho una invitación a la masacre. De hecho, el chico que tocaba la guitarra estaba cantando una canción de Spinetta. Creemos que él agarró para cualquier lado. De hecho había una canción de Spinetta que le fascinaba, Cantata de puentes amarillos. En la letra dice: 'Con esta sangre alrededor, no sé que puedo yo mirar, la sangre ríe idiota'. También leía con devoción a Artaud (N.del E.: Spinetta bautizó el disco que incluye esa canción con el nombre del escritor), que en un texto habla de salir a la calle armado de un cuchillo. Para él, matar fue como un renacer, como si le hiciera un favor a la víctima. 'No vas a sufrir más porque te liberé' Por eso tiene que estar bajo tratamiento", dice un allegado de Bonetto.

Ese móvil se asemeja al de los asesinos de la secta de Charles Manson, que les hizo creer a sus feligreses que Helter Skelter -de Los Beatles- era una invitación a matar, y que en la palabra "descontrol" se ocultaba el apocalipsis. Otro caso: Mark David Chapman, el trastornado que mató a John Lennon, decidió matar a su ídolo cuando escuchó la canción God y percibió que la portada de Sgt. Pepper's era una sentencia de muerte contra el mítico beatle.

Para los familiares de las víctimas de Bonetto, todo esto no es más que un ruin plan para hacerlo pasar por loco.

El 5 de julio será el veredicto. Quizá ese día se resuelva el mayor misterio: si se está ante un hombre enfermo y desesperado. O frente a un frío asesino que odia a las mujeres.