
Goddess Heid prende la cámara de su computadora para esta charla con Infobae. La mujer, de 32 años, se muestra suelta y dispuesta a contar cómo es su trabajo. Prefiere no dar su nombre real, pero contará sin problemas cómo es su trabajo diario. La joven ofrece servicios sexuales en las plataformas digitales. Empezó con fotos y videos tradicionales. Luego, experimentó en el mundo del BDSM. Hace poco, descubrió la dominación financiera. Y la sumó a sus servicios.
Pero antes de ser Goddess y mostrarse con poca ropa en las redes sociales, esta joven tuvo una infancia en un pequeño pueblo cordobés y una adolescencia que ella califica de “normal” en la Ciudad de Buenos Aires. “Fui a colegio de monjas y tuve mis novios como toda chica de esa edad -asegura Heid en diálogo con Infobae, mientras se sonríe-. Si mis ex compañeros vieran a qué me dedico ahora no lo creerían”.
El ingreso al mundo BDSM
En 2017, Goddess tuvo su primera experiencia dentro del mundo BDSM. “Primero fui sumisa, pero enseguida en los juegos de roles me interesó mucho más la dominación - explica-. Enseguida, un año después hice match en Tinder con un chico que se hacía llamar ´sumiso´. Y en ese momento arranqué“.
Primero fueron fotos eróticas y videos en las plataformas digitales más conocidas, como OnlyFans. “A mediados del 2020, todavía trabajaba de secretaria. Y al mismo tiempo hacía el contenido para estos espacios. Enseguida me di cuenta que ganaba mucha más plata en este nuevo trabajo y dejé la oficina”, recuerda la joven.

Heid desmiente que sea un trabajo fácil. “No es subir tres fotitos y esperar a que llegue la plata - revela la modelo -. Necesitás posicionarte en las redes sociales, editar las imágenes, pensar contenidos que atraigan a los clientes”.
Heid se metió de lleno en el mundo del sexo virtual. Vendió fotos de sus pies y empezó a hacer sesiones de BDSM. “Primero fue la dominación clásica. Humillaciones y órdenes a los sumisos que me contratan por las plataformas”, explica la joven.
“El dolor físico es solo una parte de esta práctica sexual -sostiene Goddess-. Yo trabajo mucho con la parte psicológica del BDSM. Me gusta meterme en esos espacios en los que mi cliente se pone a la defensiva”.
Heid aclara que cada sesión tiene acuerdos previos. “Se establecen palabras de seguridad para cortar como si fuera un semáforo. Amarillo si quieren evitar ciertos temas o rojo para terminar el encuentro virtual de plano - revela la chica-. También, se hace una charla posterior para hacer las devoluciones y conocer más al cliente”.
La joven no hace encuentros cara a cara con sus clientes. “Sólo conocí a dos personas que me llevaron regalos a algún evento de BDSM. Pero prefiero mantenerme dentro del mundo virtual”.

Un sumiso obediente y trabajador
Pero toda regla tiene su excepción. Se da el caso de un cliente que conoce desde hace casi 5 años que la contrataba como dominatrix. “En un momento, no pudo pagarme más porque tenía deudas. Entonces, ahora trabaja para mí como una especie de sumisión y así nos relacionamos”, explica.
A su oferta de servicios, Heid agregó la dominación financiera hace menos de dos años. “Siempre se trata de una práctica entre adultos en forma consensuada. Nadie obliga a nadie a hacer nada”, aclara la chica.
En el caso de la dominación financiera, la charla previa incluye los límites monetarios que pone el cliente. También, qué expectativas tiene en cuanto a la sesión. “Muchos dicen que no tienen límites. En realidad, todo el mundo tiene algún límite. Al menos esa es mi experiencia”, cuenta Heid.
Introducción a la dominación financiera
La joven define esta práctica en pocas palabras. “Se trata de una persona sumisa que entrega su control o su poder, a través del dinero. Todo está consensuado para que ambas partes disfruten”, sintetiza.
Una de las opciones es que la dominatrix tome control sobre el presupuesto del sumiso. “Se le ordena qué presupuesto tiene para diversión los fines de semana y tiene que cumplirlo, por ejemplo”, cuenta Heid.
La práctica más conocida dentro de la dominación financiera es el drenaje. “Se le pide al sumiso que envíe dinero. Por ejemplo diez dólares. Muchas veces se combina con prácticas sexuales. Se le dice, si eyaculás antes de que te lo pida me tenés que pagar 20 dólares. Y así, con varias acciones”.

Otra posibilidad que Heid cuenta mientras sonríe es que el sumiso se convierta en un “cajero automático humano”. En este caso, sólo se le da las órdenes que pueden ser desde ver el saldo hasta la extracción de dinero, sin otro tipo de interacción. “Es en el caso de sumisos que les guste ser usados como objetos”, explica la joven.
Vida cotidiana de una dominatrix
Heid no tiene un horario fijo para realizar su trabajo. “Hay días que trabajo tres horas y otros puede ser más. En cambio, otras jornadas me las tomo para descansar y mantener mi salud mental”, explica.
La joven trabaja con el placer sexual del cliente y con el propio. “Por eso, es necesario mantenerse sana de la cabeza para poder disfrutar - cuenta Goddess-. Necesito mis tiempos, para luego llegar bien a las sesiones”.
La pregunta que todos se hacen es si tiene orgasmos durante los encuentros virtuales. “Orgasmos no, porque en general no me toco. Pero sí, me erotizo bastante durante las sesiones. Después, en mi privacidad sí quizás llego al orgasmo sola”, revela sin tapujos Heid.
La modelo ocupa mucho tiempo laboral para editar videos, posicionarse en redes sociales y pensar contenidos que mejoren sus redes sociales en la batalla de los algoritmos. “Es un trabajo de base necesario para que lleguen más clientes”, explica.
Heid revela que gana hasta 2000 dólares mensuales. “Sé que podría ganar mucha más plata, pero la verdad priorizo tener mis tiempos para otras actividades que también me gustan y me generan placer”.
Sus padres se enteraron hace muy poco de su trabajo actual. Se lo contó porque sus redes empezaron a tener mayor visibilidad. “Me ven feliz y no me dijeron nada. No preguntaron mucho y me apoyan porque se dan cuenta que hago lo que me gusta”, admite la dominatrix.
Sus amigos, hace un tiempo que ya lo saben y también lo toman con naturalidad. “Igual muchas veces, no entienden cómo paso de una sesión en la que humillo a un cliente a una juntada a comer una picada”, cuenta.
Respecto a las relaciones sexoafectivas, Heid afirma que son las mismas que cualquier chica. “Si me quieren a mí, lo tienen que hacer con mi aspecto laboral también. Pero puedo tener sexo con otra persona en forma más tradicional y disfrutar también -sostiene-. Igual, hay muchos juegos de seducción que incluyen prácticas de BDSM simples, no tan profundas”.
En el tiempo libre, la joven además transmite por stream en Twitch. “Me ven unas 60 personas”. Allí, suele practicar el ASMR (Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma). “Son sonidos que generan placer. Me van pidiendo y pasamos lindos momentos durante varias horas”, explica. Así, Goddess explora otros aspectos de cómo brindar placer. Todo desde la pantalla de su computadora o celular. Un signo de los tiempos.
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