Es enfermero, tuvo COVID y lo dieron por muerto, pero se recuperó y hoy dirige el sector de Emergencias del Hospital Fernández

Claudio Lugo (52) estuvo 33 días internado por coronavirus, seis de ellos conectado a un respirador. Le escapó a la muerte, y se reincorporó a su labor en Emergencias de esa institución. En el Día Internacional de la Enfermería, se hace eco del reclamo de su sector: “Tengo el privilegio de seguir en esta batalla, pero todavía no nos incluyen como personal de la salud”

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Claudio, enfermero, se contagió en
Claudio, enfermero, se contagió en mayo de 2020. Estuvo 33 días internado en terapia intensiva

Cada uno de los 33 días que estuvo internado en el Sanatorio Anchorena de San Martín, Claudio Lugo supo lo que era “estar del otro lado de la cama”. Este licenciado en enfermería y jefe del sector de Emergencias del Hospital Fernández fue asistido por muchos de sus colegas durante más de un mes muy duro. Seis de esos días estuvo intubado y conectado a un respirador para poder vivir. A pesar de eso, todavía no se le borran las palabras de aliento de Ivana, su enfermera. “Quedate tranquilo, recuperate que tu familia está muy bien, te esperan cuando salgas”.

Para Lugo, ser enfermero es el arte de cuidar a muchos a la vez. “Muchas de nuestras tareas son de acompañamiento constante, bastante invisibles. Somos los primeros en recibir al paciente cuando es ingresado, y el último que ven cuando le dan el alta... Todo lo que pasa en el medio es increíble”, le cuenta a Infobae. ” Los contagiados llegan con mucho miedo y angustia, y nuestro rol es hacerlos sentir más cómodos y sobre todo contenidos. Esa es es una parte fundamental de cómo transitan la enfermedad”, explica sobre su labor.

Claudio tiene 52 años, cinco hijos, y está casado con una enfermera. Decidió estudiar la licenciatura porque, cuenta, “quería estar al servicio de otros, ayudar”. Su primer trabajo fue en el hospital Sirio Libanés y desde hace casi una década se desempeña en Hospital Fernández de la Ciudad de Buenos Aires, donde ascendió al puesto de jefe de servicio de emergencias.

Desde que la Organización Mundial de la Salud declaró al COVID-19 como Pandemia, su trabajo y el de los 400 enfermeros del hospital se intensificó a niveles impensados. “El virus nos tomó de sorpresa. Recién nos estábamos preparando cuando llegaron los primeros pacientes del exterior. No teníamos insumos necesarios para protegernos. Conseguir un máscara N95 (indicada para personal de salud) era como oro en polvo”, recuerda.

Con el transcurso de los días y la suba de casos, los recursos humanos eran cada vez más exigido. En el medio varios se contagiaron. Claudio fue uno de los primeros. Estaba saliendo de su casa en San Martín cuando manifestó el primer síntoma: fiebre. “Al día siguiente tuve tos, y me hicieron un hisopado: di positivo. El 25 de mayo decidieron hospitalizarme en el Anchorena”.

Toda la familia Lugo quedó aislada, y por fortuna nadie se enfermó. Pero el cuadro de Claudio, que al principio evolucionaba favorablemente, empeoró a las pocas horas. “No tenía ninguna enfermedad previa que pudiera complicar la situación. Esta enfermedad es imprevisible”, reconoce.

Dos días después de ser ingresado, a Claudio le llegó lo peor. Le detectaron neumonía bilateral a causa del COVID y los pulmones ya no estaban en condiciones de trabajar solos.Varias veces tuve miedo de morir, de no poder salir del hospital, porque llega un momento que ya no depende de uno”. Decidieron intubarlo y conectarlo al respirador. “Me dormí un lunes y me desperté un sábado. Digamos que esa parte fue la ‘sencilla’ porque perdés el conocimiento mientras luchás entre la vida y la muerte”.

No solo eso. Entre las complicaciones frecuentes del virus, Claudio sufrió una insuficiencia renal y debió someterse a diálisis. Si bien el COVID-19 se considera una enfermedad respiratoria, muchas veces el riñón puede ser uno de los objetivos de la infección, ya que el virus ingresa a las células a través del receptor 2 de la enzima convertidora de angiotensina, que se encuentra en abundancia en el riñón. También desarrolló hipertensión.

Incluso, en un momento lo dieron por muerto. “Me enteré de esto cuando me dieron el alta médica, que tardó más de lo esperado porque después de cinco hisopados seguía dando positivo. En el sanatorio se corrió el rumor de que había hecho un paro cardiorrespiratorio, incluso salió en algunos medios”, recuerda entre tantas situaciones extremas que vivió durante la enfermedad. “Fue terrible para mi familia, pero por suerte pudieron constatar lo contrario rápidamente”.

Pasados varios sustos, finalmente el 27 de junio pudo volver a casa. Aunque el regreso nunca es fácil: perdió casi 12 kilos y masa muscular. Ahora, cuenta, “salgo todos los días a caminar para recuperar la capacidad respiratoria, creo que lo logré”.

Desde el Hospital Fernández donde
Desde el Hospital Fernández donde se reincorpó en agosto del 2020

Volver a trabajar

En el Fernández, Lugo desempeña un papel crucial como jefe del sector de Emergencias. Desde marzo del 2021, debido a la suba de casos y a la falta de camas, el sector de emergencias del Hospital Fernández se convirtió en Terapia intensiva, con 16 nuevas plazas. Sus colegas lo esperaban ansiosos. Recién a mediados de agosto se reincorporó. “Tengo el privilegio de poder hacerlo”, dice a pesar del duro contexto sanitario.

El riesgo para el personal médico y sanitario no es sólo físico, sino también de estrés crónico: el burn out cada vez es mayor. Estuvieron y siguen estando en la primera línea de la lucha contra el coronavirus y, por ende, fueron y son los más expuestos frente al avance de la pandemia. En el año que lleva la pandemia en el país, perdieron la vida a causa del COVID-19 un total de 470 profesionales y trabajadores de la salud. Y son ya 78.912 los que contrajeron coronavirus, lo que implica que 15 de cada 100 sufrieron la enfermedad. El 87% del total de contagiados, pudo recuperarse. “Varios compañeros siguen luchando con las secuelas que deja este virus. Dentro de todo estoy bien. Necesitaba volver a dirigir este espacio”, asegura.

En el Día Internacional de la Enfermería, la Asociación de Profesionales y Técnicos del Garrahan, CICOP, la Comisión Interna del Hospital Italiano, la Asociación Gremial Interdisciplinaria del Hospital Moyano (AGIHM), la Asamblea de Residentes y Concurrentes, la Asociación de Musicoterapia de CABA, APACSA, el Centro de Estudiantes de la Escuela de Enfermería Cecilia Grierson -entre otras organizaciones de salud- anunciaron una marcha de antorchas y convocaron a juntar firmas frente al Congreso por la situación de nulo reconocimiento que tienen. Abrumados y exhaustos luego de interminables 16 meses de lucha y con una curva de casos en ascenso que no da tregua ni para despedir a los compañeros que hasta hace unos días luchaban a su lado, buscan que se los considere en forma oficial personal de salud.

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