Por qué la celebración judía del Januca y la católica de Santa Lucía se festejan en el “mes de la luz”

Ambas fiestas religiosas se llevan a cabo cuando en el lugar donde se originaron -en el Hemisferio Norte- comienza el “Solsticio de invierno. Los ritos de cada una y el sentido cosmogónico que tienen

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El mes de diciembre representa el fin del año y todo lo que ello conlleva, aunque con esta “nueva normalidad” muchas cosas ya no serán lo que eran. Los que vivimos en el hemisferio sur ingresamos al verano: calor, sol hasta muy tarde, días de playa, montaña o pileta. En cambio los que viven en el hemisferio norte la cosa es exactamente al revés: frío, días cortos; mucha oscuridad, estufas y calefacción.

Las celebraciones en torno al regreso “de la Luz” intentan exorcizar la llegada del invierno y la oscuridad. Estas festividades fueron incorporadas a las religiones judeocristianas y hasta el día de hoy las seguimos practicando quizá olvidando su proveniencia y su sentido cosmogónico-estacional y como estos ritos ancestrales fueron readaptados La creencias y todos los que practican estos cultos la celebran sin una clara referencia al calendario del hemisferio sur.

Recordemos que hasta 1880, cuando por primera vez en Paris se utilizó las velas de Yablochkov para alumbrar (eran lámparas de arco eléctrico y electrodos de carbón que empleaban corriente alterna), los grandes almacenes como “Grand Magasins de Louvre” se alumbraban con lámparas de gas, aceite, o petróleo, y más atrás en el tiempo con velas de sebo o teas. La carencia de días soleados al llegar los largos días de invierno daba a la luz solar un papel fundamental, sobre todo como dador de vida. Por esto, las fiestas religiosas que vamos a describir tienen directa conexión con el Solsticio de invierno en el hemisferio norte. En realidad, casi todas las celebraciones decembrinas poseen su origen en los rituales del Solsticio invernal.

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Janucá

También conocida como la “Fiesta de las Luces” o “Luminarias” es una festividad judía que conmemora la re-dedicación del segundo templo de Jerusalén y la rebelión de los Macabeos contra el imperio seléucida. La festividad se celebra del 25 de Kislev al 2 o 3 del Tebet del calendario judío, fecha que cae entre finales de noviembre y mediados de diciembre del calendario gregoriano y recuerda el milagro del aceite. La tradición judía habla de un milagro en el que pudo encenderse el candelabro del templo durante ocho días consecutivos con una exigua cantidad de aceite, que alcanzaba para un solo día. La luz de la lámpara duró hasta que culminaron los ritos de consagración del nuevo óleo sagrado.

Otra tradición, relatada por el historiador judío Flavio Josefo en su libro “antigüedades judías XII”, narra como el victorioso Judah el Macabeo ordenó, luego de re-consagrar el templo de Jerusalén que había sido profanado por Antíoco IV Epífanes, que todos los años se celebrase durante ocho días con pompas. Josefo nombra a estos festejos el «Festival de las Luminarias».

Leemos al propio Flavio Josefo en su texto de Antigüedades Judías XII: “Y Judah celebró el festival de la restauración de los sacrificios del Templo durante ocho días, y no omitió ningún tipo de placer, sino que los festejó con ricos y espléndidos sacrificios, y honró a Dios, y lo deleitó con himnos y salmos. Estaban tan alegres con el restablecimiento de sus costumbres cuando, luego de un largo intervalo, inesperadamente recuperaron su libertad de culto, que hicieron ley para la posteridad el guardar esta festividad, en recuerdo de la restauración de su Templo de culto, durante ocho días. Y desde ese entonces y hasta ahora es que celebramos esta festividad, y la llamamos Luces. Yo supongo que la razón fue debido a que esta libertad que estaba más allá de nuestras esperanzas se nos presentó, y por lo tanto este nombre fue dado a la festividad. Judah también reconstruyó las murallas alrededor de la ciudad, y construyó torres de gran altura en contra de las incursiones de los enemigos, y puso guardias en ellas. Y también fortificó la ciudad de Bet Sura, para que pueda servir como citadela en contra de cualquier peligro que pudiese venir de nuestros enemigos”.

Estas celebraciones duran 8 días y en ella se prende una a una las velas del candelabro de ocho brazos (el del centro es más largo que los demás). En la primera noche únicamente se prende el brazo mayor y una vela, y cada noche se va aumentando una vela hasta el último día en el que todo el candelabro se enciende completo. Al encendido de cada vela se recita una serie de oraciones estipuladas y hay un horario especial para ello. Luego de encender las mismas, en muchas casas se juega con el “dreidel”. Es el mismo juego que nosotros denominamos “perinola”.

El "dreidel" que se juega en Janucá, es nuestra "perinola" (Shutterstock)
El "dreidel" que se juega en Janucá, es nuestra "perinola" (Shutterstock)

Pero hay otra versión relatada en el Midrash y en el Talmud del hecho que tiene que ver con el solsticio de invierno, que es el momento en que los días dejan de acortarse y comienzan a alargarse. Es decir, la llegada de la luz natural. El encendido ritual de las luces implica la expulsión del invierno, dado que cada día la luz del Sol dura un minuto más sobre la tierra.

También existe una versión agrícola de esta fiesta, la finalización de la cosecha de aceitunas. Las primeras aceitunas y el aceite que se obtenía de ellas se ofrendaban al templo para que ardiera la lámpara sagrada, la cual estaba encendida día y noche delante del Tabernáculo. Esto marcaba la presencia del Señor. Según la Mishná (Bikurim 1:6) la Janucá marca el final de la ofrenda de las primicias del olivo. Cualquiera de las versiones poseen un solo significado: vencer a la oscuridad con la luz.

Fiesta de Santa Lucía

Lucia significa “portadora de luz” o también “la que nació con la luz”. Para los italianos ese día se comen unos dulces llamados “occhi di santa Lucía” y también se hace una rima con un dicho que dice: “Santa Lucia, il giorno più corto che ci sia” pero si el Solsticio de invierno es el 22 de diciembre ¿Por qué dicen eso el 13 de diciembre?

Eso se debe al cambio de calendario actuado por el Papa Gregorio XIII al final del siglo XVI, momento en que pasamos del calendario Juliano al Gregoriano. Decretado en 1582, se quitaron días al calendario antiguo, del 5 se pasó directamente al 14 de octubre, quitando de esta manera la diferencia entre el calendario civil y el solar; así el solsticio pasó del 13 de diciembre al día 21 del mes.

Como ven Santa Lucía y el Solsticio van de la mano, pero hay una región que la celebra con gran énfasis: los países nórdicos y especialmente Suecia y Finlandia. Estos países abrazaron la reforma de la Iglesia que planteó Martin Lutero y poseen Iglesias nacionales, las cuales pertenecen a la reforma luterana. Pero entonces ¿porque celebran a una santa católica? Lucia no era “Católica”, era cristiana, por tanto la memoria de los primeros mártires es recogida por la tradición luterana y en algunos lugares, como en este caso, es muy celebrada.

Como todos sabemos, en los países nórdicos el invierno y las noches son más largas; por tanto la fiesta de “la portadora de la Luz” da inicio a la esperanza que el Sol dentro de poco volverá a reinar. Y será el evento que da inicio a las fiestas decembrinas de Navidad y Fin de Año. En cada comunidad debe haber una joven que interpretará a “Santa Lucía” la cual consiste en una procesión compuesta por ella acompañada de otras jóvenes llamadas damas de honor, como también de muchachos llamados chicos “estrellas” (en sueco: stjärngossar) y a veces son incluidos los niños más pequeños. Esta procesión es muy popular en Suecia y cada comunidad tendrá su “Santa Lucia”, sus damas de honor y chicos estrellas. Hay también una “Santa Lucia nacional” y la ceremonia es transmitida por la televisión.

La representación de Santa Lucía en los países nórdicos, con velas en la cabeza y dulces (Shutterstock)
La representación de Santa Lucía en los países nórdicos, con velas en la cabeza y dulces (Shutterstock)

Un aspecto interesante es la vestimenta; la chica que representa a Lucía va con una corona con velas encendidas sobre su cabeza. Esto recuerda la tradición hagiográfica que cuenta que Santa Lucía iba de noche con comida para los pobres, y para no ocupar sus manos con una vela o un candil, inventó esta especie de corona lumínica y así tener las manos libres para poder ayudar a quien lo necesite. Viste una túnica larga blanca que simboliza la virginidad de esta santa y una faja roja símbolo del sangre del martirio, las damas de honor llevan la misma vestimenta sin la corona pero con una vela encendida en una mano y los jóvenes van vestidos de blanco con estrellas doradas o sombreros de punta y también llevan velas. Las velas que están relacionadas con el significado del nombre de Santa Lucía “la que porta la luz” y con el solsticio de invierno, el cual marca el lento comienzo del fin de la oscuridad invernal.

Y todas las personas de la península escandinava entonan un cantico tradicional para homenajear a la Santa. Lo más curioso es que el “cantico tradicional” es una típica canción del sur de Italia, ahora traducida a la lengua vernácula. En cada ciudad que haya una comunidad nórdica se celebrará esta festividad y también se comen dulces llamados “Lussekatt”.

Pero, ¿quién era Santa Lucia? Su historia, mezcla de tradiciones y leyendas; ha llegado mayoritariamente hasta nosotros a través de “Las actas de los Mártires”. Lucía nació a finales del siglo III en Siracusa (Italia), en una familia rica y de alto rango. Educada cristianamente, era aún muy niña cuando quedó huérfana de padre. Su madre Eutiquia la crió con amor y dedicación. Aún adolescente, Lucía planea consagrarse a Dios, pero su madre la promete en matrimonio. Lucía no lo desea, dada su consagración de virginidad al Señor, pero guarda silencio.

Sepulcro de Santa lucía
Sepulcro de Santa lucía

En el año 301, Lucía y su madre se dirigen en peregrinación a Catania para visitar el sepulcro de Santa Águeda. Llegan a su tumba el día de su fiesta, el 5 de enero. Eutiquia y Lucía se acercan entonces a la sepultura de Águeda. Lucía reza por su madre e implora para sí misma la gracia de poder dedicar su vida a Dios. Absorta en una especie de sueño, como en éxtasis, ve a Águeda entre ángeles que le dice: “Lucía, hermana mía y virgen del Señor, ¿por qué me pides lo que tú misma puedes conseguir? Tu fe ha sido de gran ayuda para tu madre, ella está ya curada. Y del mismo modo que la ciudad de Catania está llena de gracias por mí, así la ciudad de Siracusa será preservada por ti, porque ha agradado a Nuestro Señor Jesucristo que tú hayas conservado tu virginidad”. Cuando vuelve en sí Lucía narra su visión a la madre, le revela su propósito de renunciar a un esposo terreno y le pide permiso para vender su dote con el fin de hacer obras de caridad para los pobres

Al volver a Siracusa, con claridad le explica a su prometido su fin de consagrarse la Señor. El novio herido en su amor propio la denuncia por desobedecer las normas del edicto de Diocleciano. Llevada ante el Prefecto Pascacio es seducida para que haga su ofrenda a los dioses a lo cual ella se niega, reconociendo y proclamando su fe en Cristo. Luego de varios intentos en vano, es decapitada. Tenía solo 21 años. Fue sepultada en el mismo lugar donde en el año 313 se construyó un santuario dedicado a ella, que fue lugar de destino de las peregrinaciones en su honor.

Templo veneciano de Santa Lucía
Templo veneciano de Santa Lucía

Acá vale una aclaración sobre su iconografía: sus carceleros nunca le arrancaron los ojos y tampoco ella misma se los arrancó “para desagradar a su prometido”, es solo una leyenda hagiográfica. La iconografía tradicional la representa con un plato con dos ojos, ese hecho es porque es la vista la que nos otorga el don de ver la luz de Cristo y hace directa referencia a su nombre.

El cuerpo de Santa Lucia es el más robado de la historia de la Iglesia. Fue sustraída de su templo en Siracusa por Faroald Duque de Espoleto una vez capturada la ciudad y se llevará el cuerpo a Corfinium, (la actual Corfino) en Italia. En el año 972 Otto I se lo llevó a Metz. En 1040 los sarracenos roban el cuerpo y lo llevan a Constantinopla como botín y en el año 1204 en la cuarta cruzada es recuperada por los venecianos, la que primero estuvo en la isla de San Jorge y luego le construyeron un templo donde hoy se encuentra la estación de tren de Venecia, de allí “Venecia-Santa Lucia” y en Venecia misma fue robada dos veces: una en 1400 nada menos que por un grupo de monjas agustinas y la ultima en 1981.

También la festividad de la Navidad posee sus connotaciones paganas y sus rituales, pero para ellos dedicaremos otro artículo. Bastemos saber que en el mes de diciembre, y con el Solsticio de invierno, la luz poco a poco regresaba (por decirlo de manera poética) al mundo. Jornada tras jornada el Sol alumbraría cada día un poco más, “lo que tarda en dar un paso una gallina”, y la oscuridad retrocedería. Ojala que en este 2020 también se vaya pronto la oscuridad que ha cubierto al mundo con una negra capa de luto

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