Finalmente, el gobierno porteño le suspendió la licencia a un taxista "caza-Uber"

Se trata de Matías Tarantini, el chofer que golpeó a una joven porque pensó que estaba usando la popular aplicación de transporte. A la par, el subsecretario de Justicia presentó una denuncia de oficio

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El gobierno porteño finalmente decidió suspenderle la licencia a Matías Alejandro Tarantini, uno de los taxistas que atacaron a Katherine Fleury porque creían que la joven había contratado un viaje en Uber.

Fuentes de la Secretaría de Transporte informaron a Infobae que giraron el expediente (EE-5701857-2019-DGHCT) al procurador, que en las próximas horas aceptará formalmente la requisitoria. La suspensión es un paso previo al retiro definitivo de la licencia, que se concretará una vez que avance la investigación judicial.

Para que eso ocurra, el subsecretario de Justicia, Hernán Najenson, denunció penalmente lo ocurrido la madrugada del domingo. Pidió que se investigue la posible comisión de los delitos de amenazas coactivas, daño, lesiones y violencia de género. La pareja atacada había sido desincentivada a radicar la denuncia por los efectivos policiales que intercedieron en el incidente. "Vayan a disfrutar la noche", les dijeron. 

No es la primera vez que la Secretaría de Transporte adopta este tipo de medidas. El año pasado, le quitó la licencia a Miguel Ángel Beno y se la suspendió preventivamente a Martín Facundo Sensón, dos taxistas que fueron identificados en ataques similares.

Una madrugada de terror

Katherine Fleury vivió el domingo una madrugada que nunca olvidará. Fue atacada por el grupo mafioso de taxistas conocidos como "caza-Uber", que creían que la joven iba a viajar en la popular aplicación de transporte utilizada por millones de personas en todo el mundo.

"¿Flaca estás pidiendo un Uber? Tomátela, tomátela", le dijo Tarantini en tono amenazante,según lo que la propia víctima denunció en su cuenta de Facebook.

Eran las 2:30 de la madrugada cuando Katherine estaba parada en una esquina para volver hacia su casa, en Vicente López. "No fui la única a la que este señor amenazó. Había dos chicas al lado mío, las cuales decidieron irse porque ellas sí estaban esperando un Uber. Yo no", contó en su perfil de la red social.

El novio de la chica también fue amenazado al llegar al lugar y agredido por los violentos. Uno de ellos, incluso, se metió en su auto, pensando que era chofer de Uber y amenazaba con llamar a la policía, argumentando que la aplicación es ilegal.

"Salí de acá, yo no soy Uber", repetía una y otra vez la pareja de Katherine. Pero los agresores no cesaron y repetían: "¿Te querés ir con el auto roto? Te vamos a romper el auto y te voy a cagar a trompadas".

Este grupo mafioso de los "caza-Uber" está integrado por choferes que se arrogan un poder de policía que ninguna ley les otorgó para romper autos y lastimar a trabajadores. Lo paradójico del caso es que Katherine, de 23 años, no tenía previsto trasladarse en Uber. El auto que la esperaba sobre Avenida del Libertador era el de su pareja, un hombre que nunca estuvo vinculado a la app ni trabajó en el sector del transporte.

En el video publicado por Katherine en redes sociales y difundido por Infobae, se puede ver parte de la agresión. Ante la inacción policial, la pareja decidió difundir por redes sociales las imágenes del ataque que sufrieron por parte de Tarantini. El "apriete" no hizo más que impulsar a Katherine a contar lo que había vivido en pleno barrio de Palermo.

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Tarantini es un gran deudor de la administración porteña: acumula multas impagas por mal estacionamiento, maniobras peligrosas, exceso de velocidad, evasión de peajes, y hasta por manejar hablando por celular. Un cúmulo de infracciones alarmante para un profesional del transporte.

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El ataque sirvió para terminar de confirmar una sospecha. La mafia de los taxis tiene una base ilegal de inteligencia donde se asientan arbitrariamente las patentes de los autos sospechados de trabajar para Uber o Cabify. Así fue que nació la confusión con el vehículo. Meses atrás, un taxista lo cruzó en la calle y lo confundió con un Uber porque en el asiento de atrás viajaba su pareja. Lo que no observó el agresor es que al lado de Katherine iban sus dos hijas en las butacas reglamentarias. A partir de ese primer incidente, se sucedieron otros hechos, pero ninguno como el del domingo.

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