8 hábitos alimenticios que ayudan a prevenir enfermedades cardíacas

Pequeños cambios en la rutina diaria pueden marcar una diferencia significativa en la prevención de afecciones, según expertos de Mayo Clinic

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Mayo Clinic recomienda ocho hábitos
Mayo Clinic recomienda ocho hábitos alimenticios clave para prevenir enfermedades cardíacas (Imagen Ilustrativa Infobae)

Cada vez más personas buscan vivir más y mejor, sabiendo que el verdadero secreto de la longevidad está en las acciones diarias relacionadas con la alimentación. Lejos de promesas milagrosas, la clave para un corazón sano se construye con elecciones simples en la mesa.

Mayo Clinic, líder global en nutrición y salud, propone ocho pasos prácticos para fortalecer el corazón y sumar calidad de vida. Basadas en evidencia científica y experiencia clínica, sus recomendaciones muestran que prevenir enfermedades cardíacas no requiere grandes sacrificios, sino la incorporación de pequeños cambios sostenibles que realmente marcan la diferencia.

1. Controlar el tamaño de las porciones

La cantidad importa tanto como la calidad de los alimentos. Servir platos más pequeños, evitar repetir y escuchar las señales de saciedad permite reducir el exceso calórico. Por ejemplo, una porción de fideos corresponde a entre un tercio y media taza, y una porción de carne, pescado o pollo equivale a 56,7 a 85 gramos, aproximadamente el tamaño de una baraja de cartas. Utilizar balanzas o tazas de medición ayuda a conocer las cantidades al principio, hasta desarrollar un buen criterio visual.

Controlar las porciones, aumentar frutas
Controlar las porciones, aumentar frutas y verduras y elegir granos integrales son pasos esenciales para el bienestar cardiovascular (Imagen Ilustrativa Infobae)

2. Aumentar el consumo de frutas y verduras

Las frutas y verduras son fuentes de vitaminas, minerales, fibra y compuestos vegetales que ayudan a prevenir enfermedades cardíacas. Mayo Clinic aconseja tener siempre verduras lavadas y cortadas listas para consumir, y ubicar frutas en lugares visibles para facilitar su elección como refrigerio. Las opciones frescas, congeladas o enlatadas bajas en sodio, y las frutas en agua o jugo natural, son las mejores alternativas. En cambio, conviene limitar el coco, las verduras con salsas cremosas, fritas o empanadas, y las frutas en almíbar o con azúcar añadido.

3. Prefiera granos integrales

Sustituir los granos refinados por los integrales aporta fibra y nutrientes que favorecen la salud cardiovascular y ayudan a controlar la presión arterial. Al menos la mitad de los granos diarios deberían ser integrales, como farro, quinua, cebada, arroz integral y avena.

La elección de granos integrales
La elección de granos integrales favorece la salud cardiovascular y ayuda a controlar la presión arterial (Imagen Ilustrativa Infobae)

Entre las opciones también se encuentran el pan cien por ciento integral, cereales con al menos cinco gramos de fibra por porción y pastas integrales. En cambio, es mejor evitar la harina blanca, el pan blanco, pasteles, galletas saladas con alto contenido graso y palomitas de maíz con mantequilla.

4. Reducir las grasas no saludables

Disminuir el consumo de grasas saturadas y trans reduce el colesterol y el riesgo de enfermedades coronarias. La Asociación Americana del Corazón aconseja que las grasas saturadas no superen el seis por ciento de las calorías diarias (11 a 13 gramos en una dieta de 2.000 calorías) y evitar por completo las grasas trans.

Elija carnes magras, yogur descremado y grasas saludables como aceite de oliva, de canola, frutos secos, semillas y aguacate. Limite mantequilla, manteca, grasa de tocino y aceites de coco o palma, y revise las etiquetas para evitar aceites parcialmente hidrogenados.

5. Elegir proteínas bajas en grasa

Plato de lentejas cocidas, una
Plato de lentejas cocidas, una opción nutritiva y saludable para una alimentación balanceada. - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Carnes magras, aves sin piel, pescado, huevos y productos lácteos descremados o semidescremados son las mejores fuentes de proteína. Los pescados de agua fría, como salmón, caballa y arenque, contienen ácidos grasos omega tres, que ayudan a reducir los triglicéridos. Las legumbres y lentejas, junto con productos de soja, ofrecen proteínas vegetales sin colesterol y con un alto contenido de fibra. Se recomienda priorizar estas alternativas y disminuir el consumo de carnes con grasa, vísceras, embutidos, tocino y productos fritos o empanizados.

6. Disminuir el sodio y la sal

El exceso de sodio, presente en la sal de mesa y en alimentos ultraprocesados, eleva la presión arterial y, en consecuencia, aumenta el riesgo cardíaco. La Asociación Americana del Corazón sugiere no superar los 2.300 miligramos diarios y recomienda, para la mayoría de adultos, un máximo de 1.500 miligramos. Para lograrlo, se aconseja limitar la sal al cocinar y en la mesa, preferir alimentos frescos y caseros, y elegir productos enlatados o preparados con bajo contenido de sodio. Se recomienda usar hierbas, especias y mezclas sin sal y revisar los condimentos, ya que suelen contener sodio en grandes cantidades.

7. Planificar los menús

Organizar las comidas de antemano asegura la variedad y el equilibrio nutricional, priorizando verduras, frutas, granos integrales, proteínas magras y grasas saludables. Alternar tipos de alimentos, por ejemplo, variar entre pescado y hamburguesas hechas con legumbres, ayuda a satisfacer todas las necesidades del cuerpo y mantiene el interés en la alimentación diaria.

Planificar los menús garantiza variedad
Planificar los menús garantiza variedad y equilibrio nutricional en la alimentación diaria (Imagen Ilustrativa Infobae)

8. Darse gustos ocasionales

Un antojo o una golosina esporádica no afecta la salud cardíaca, siempre que la mayor parte del tiempo se sigan hábitos saludables. Es importante limitar los azúcares añadidos a menos del diez por ciento de las calorías diarias, es decir, unos 50 gramos en una dieta de 2.000 calorías. Para los niños menores de dos años, se desaconseja cualquier consumo de azúcares añadidos.

Mayo Clinic destaca que adoptar estos hábitos no exige sacrificios extremos ni cambios radicales. Con organización y pequeñas sustituciones en la rutina, es posible cuidar el corazón y disfrutar la comida al mismo tiempo.

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