
Más de 512 millones de personas se infectaron con COVID-19, según los datos de la Universidad Johns Hopkins. Sin embargo, varios estudios señalan que serían muchos más. Hasta el momento, no existían una forma de saber cuántas personas realmente habían cursado la enfermedad. Un dato que se veía empañado, incluso, por la vacunación. Ahora, los expertos apuntan a una proteína en particular para determinar quién padeció coronavirus sin saberlo fehacientemente, aunque existen algunas excepciones.
Pese a que existen distintas plataformas de vacunas contra el coronavirus, tres son las más utilizadas: ARN mensajero (Pfizer y Moderna), vector viral no replicativo (Sputnik V, AstraZeneca, Cansino y Janssen) y virus inactivados o muertos (Sinopharm y Sinovac). En los dos primeros casos, los científicos se centraron en la proteína S (Spike) para impulsar la respuesta inmune, mientras que en el restante aparece el virus en su totalidad.

Lejos de que esta explicación sea un recuento para los que aún desconocen cómo son las vacunas contra el COVID-19, esta aclaración está íntimamente relacionada con este nuevo avance en la detección de los infectados. “El virus del SARS-CoV-2 tiene alrededor de 11 proteínas, pero dos son las más importantes: la S y la N (Nucleocápside)”, explicó a Infobae el bioquímico, inmunólogo e investigador principal del CONICET, Guillermo Docena. Y sobre esta última es que se centra este avance.
Una proteína como respuesta un interrogante que desvela al mundo
“La única forma de confirmar COVID es con PCR. Es decir, detectar el RNA del virus. El resto son formas indirectas; por ejemplo, el que tuvo pérdida de olfato o gusto o a través de medir anticuerpos”, explicó Docena. En ese sentido, resaltó que “hay distintos tipos de anticuerpos”, pero que existe “uno en particular: los anticuerpos específicos de la proteína N, que no se generan con la vacuna de los anti-S”, como son las de ARNm y vector viral no replicativo. Para decirlo en nombre fantasía o comercial, no son: Pfizer, Moderna, Sputnik V, AstraZeneca, Cansino y Janssen.

En ese sentido, el experto destacó que “cuando una persona se infecta con el virus genera anticuerpos anti-N y anti-S, que se pueden medir. Las vacunas, en general, no tienen proteína N, salvo las que son con virus completo muerto, como las chinas. Las otras tienen proteína S, ya sea como ARN o como ADN los adenovirus; entonces van a generar anticuerpos anti-S. En este caso, cuando se miden los anticuerpos anti S, va a dar positivo; pero puede ocurrir por vacunación o infección. Ahora, si se miden anticuerpos anti -N y te da positivo, estuvo infectado”.
En tanto, en el caso de las vacunas Sinopharm y SinoVac, como son “virus completos muertos, si una persona tiene anticuerpos N, pero no tuvo nunca una PCR positiva, no se sabrá si se infectó porque tendrá los anticuerpos que tiene por la vacuna si es así”.

“Esta es una forma de determinar, en forma indirecta, que alguien que se infectó, sin importar que haya sido asintomático o que no se les haya hecho la PCR”, afirmó Docena. Además, resaltó: “Nosotros estamos haciendo trabajos y hemos detectado a gente contagiada que nunca supo que lo estuvo”. Incluso, el inmunólogo aseguró: “Si se miden los anticuerpos anti-S, el vacunado con todas estas vacunas y el infectado va a tenerlos, pero con la proteína N es imposible que haya una interferencia”.
Inmunidad híbrida: ¿la respuesta ante la pandemia?
Además de la posibilidad de conocer fehacientemente quien se infectó durante la pandemia, este proceso puede abrir la puerta el nuevo objetivo de los científicos: avanzar hacia una inmunidad híbrida. Para decirlo de forma sencilla, se denomina inmunidad híbrida cuando una persona no solo se vacunó, sino que, además, transitó el COVID-19. Con lo cual, obtiene una respuesta y memoria inmune más completa, según los expertos.

“Tendríamos que hacer estudios poblaciones enormes y jerarquizar según jurisdicciones para saber quiénes se infectaron, pero, hasta el momento, no están validados definitivamente los métodos de inmunoglobulinas. Cuando uno mide inmunoglobulinas, las IgM (inmunoglobulina M) aparecen con la infección aguda, las IgG (inmunoglobulina G) surgen con la infección crónica o cuando ya se transitó hace más tiempo. Pero estas últimas, en un contexto de alto porcentaje de población vacunada, puede ser atribuible, también, a la vacunación. Es probable que infección natural más anticuerpos producidos por vacuna tengan un nivel más alto de anticuerpos, pero aún se desconoce el valor de corte”, señaló a Infobae la infectóloga Elena Obieta (MN 76451), jefa del servicio de enfermedades transmisibles y emergentes de la Municipalidad de San Isidro y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI)
En ese sentido, la respuesta aparecería de la mano de las proteínas N. Según explicó Docena, “más allá que sepamos cuantos tuvieron COVID, en este momento debemos analizar si la población está protegida o no”. “Vacunas más infección es lo que se llama inmunidad híbrida y se sabe que esta inmunidad es más potente que la inmunidad de la infección solamente, que además dura poco tiempo, o la inmunidad de las vacunas”, aseguró el inmunólogo.

Incluso, el investigador del CONICET destacó que “tal vez pueda ser importante saber cuánta gente se infectó para conocer cuántos cuentan con inmunidad híbrida y es necesario tenerlo en cuenta al momento de considerar la mal llamada inmunidad de rebaño”. “Verdaderamente, no sabemos cuánto duran los anticuerpos circulantes y es por eso que, al igual que con la gripe, los que tienen criterio de vacunación tienen que vacunarse todos los años. ¿Será igual con el COVID? Suponemos que sí, pero será, probablemente, con distintas cepas y variantes. Aunque tampoco sabemos cuál sería el nivel protector de anticuerpos o cuánto duran. Así que, de momento, el concepto es vacunemos”, analizó Obieta.
Es por este motivo que Docena, al tomar en consideración el comportamiento de Ómicron, señaló la importancia de aplicar dosis de refuerzo. “Hasta su aparición, el número de reinfecciones fue muy bajo, la inmunidad generada por las vacunas o la infección natural protegía ante las distintas variantes, que eran muy parecidas. Pero Ómicron es muy distinta y creo que se la debería llamar cepa directamente. Mucha gente tras infectarse con Delta y recuperarse, enseguida se infectaron con Ómicron”.
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