Durante cuarenta minutos a solas, Alberto Fernández se reunió con Horacio Rodríguez Larreta en la quinta de Olivos para analizar el cumplimiento de la cuarentena estricta en el Área Metropolitana y, en particular, en la ciudad de Buenos Aires.
Así lo confirmaron a este medio fuentes de Casa Rosada y de la Ciudad. Según confiaron, el encuentro se había agendado a mediados de semana, y es parte de la serie de reuniones que el Presidente y el jefe de Gobierno mantienen desde hace meses para monitorear la evolución de casos de coronavirus en el AMBA, que registra el epicentro de la pandemia en el país. “Se juntaron a repasar cómo arrancaron las medidas en la primera semana. Estamos bastante satisfechos con la merma en la movilidad, que bajó 33%”, dijeron cerca del jefe de Gobierno al término del encuentro. No trascendieron muchos más detalles, ni foto oficial.
El cónclave se dio 48 horas después del inicio de la nueva fase del aislamiento, otra vez estricto y tras más de cien días de confinamiento, y en momentos en que los contagios empiezan a multiplicarse con más velocidad en la Provincia, que ahora registra el doble de casos que la Ciudad.
El gobernador Axel Kicillof, sin embargo, no fue de la partida. A la misma hora, el ex ministro encabezada una teleconferencia con intendentes del Gran Buenos Aires para hacer un balance de estos días. “El acatamiento está siendo alto”, evaluó Kicillof, según se comunicó en forma oficial tras la reunión virtual. “Los vecinos van a saber (al final de esta fase) que fue una medida transitoria”, agregó ante los jefes comunales del PJ y de la oposición.
Esa será, en las próximas dos semanas, la discusión que deberán saldar el Presidente, el jefe de Gobierno y el gobernador: si estos casi 20 días de movilidad estricta se estiran o no. Y si hay diferencias entre la Ciudad y la Provincia.
Fernández y Rodríguez Larreta suelen juntarse a solas sin el mandatario provincial, incluso en más ocasiones de las que suelen filtrarse en los medios. Pero la cumbre de esta tarde despierta suspicacias políticas porque desde la administración porteña empieza a trascender cada vez con más énfasis que la Ciudad podría empezar a tomar medidas de desconfinamiento más severas que la Provincia a partir del viernes 17 de julio, cuando finalice esta etapa de la cuarentena anunciada el pasado viernes.
El viernes pasado, el jefe de Estado, el jefe de Gobierno y Kicillof anunciaron la puesta en marcha desde el miércoles 1 de un aislamiento mucho más estricto en la Ciudad y en el Gran Buenos Aires ante el avance de la circulación del virus, con controles más duros en el transporte público, reservado solo para trabajadores esenciales, y el cierre de comercios.
La decisión se tomó principalmente por la preocupación en torno al ocupamiento de las camas de terapia intensiva, que según el último registro oficial difundido por el Ministerio de Salud alcanzaba, en el AMBA, el 55%.
“Recién la semana que viene vamos a empezar a evaluar cómo evolucionan los casos y qué medidas podríamos empezar a pensar en tomar a partir del 17″, explicaron a este medio desde la cúpula del Gobierno porteño.
Esta mañana, sin embargo, Fernán Quirós empezó a mostrar señales de diferenciación respecto de la administración bonaerense. “La implementación, la táctica, el timing y la forma son jurisdiccionales. Dentro de una política pública coordinada, nosotros vamos a proponer las acciones que se adecuan a nuestras necesidades”, resaltó el ministro de Salud de la Ciudad.
Según el parte oficial de anoche, la provincia de Buenos Aires había vuelto a doblar en casos a la Ciudad: 1.733 y 840 nuevos contagios, respectivamente.
En las últimas semanas, tanto Kicillof como Rodríguez Larreta, con intermediación de la Casa Rosada, se esforzaron por mantener la coordinación de las medidas y lograr un equilibrio entre ambas jurisdicciones. Una semana antes de anunciar la extensión de la cuarentena, en una fase más estricta, el gobernador recibió en su despacho de La Plata al jefe de Gobierno, un encuentro que sirvió para aliviar las tensiones y mostrar una foto de unidad antes de la decisión de volver a un confinamiento más duro.
Hubo durante toda la semana pasada, de hecho, tironeos en torno a cómo debería ser la nueva fase del aislamiento, cien días después de decretarse por primera vez, el 20 de marzo. Sí hubo consenso en controlar en serio la movilidad y la cantidad de pasajeros en el transporte público, que en el último reporte del Ministerio de Transporte, de ayer, registró un 29% menos de afluencia con respecto al jueves de la semana anterior.
Kicillof presionó para “cerrar todo”, acompañado por buena parte de los intendentes del PJ del Gran Buenos Aires. El jefe de Gobierno buscó estirar un poco más la decisión y mantener algunas cuestiones, como la salida para menores de los fines de semana, que continúa vigente en la Ciudad. Existieron además tironeos por el cumplimiento de la cuarentena: el propio jefe de la capital subrayó en Olivos, frente al gobernador y el Presidente, que había distritos del Conurbano en los que no había controles. Igual, sí resignó la actividad física al aire libre, a pesar de que el propio ministro de Salud nacional, Ginés González García, reconoció que la marcha atrás se debió más a algo simbólico que científico.
La fatiga social, la caída de la recaudación porteña y la situación al límite de miles de comercios en la Ciudad sitúan ahora a Rodríguez Larreta frente a un dilema: el de continuar coordinado o no con Kicillof si es que los contagios continúan estabilizados en la Capital en las próximas dos semanas y la Provincia sigue con la tendencia al alza.
Es parte de la charla que el Presidente y el jefe de Gobierno mantuvieron desde pasadas las 4 de la tarde en la quinta presidencial de Olivos. Rodríguez Larreta llegó con una pila de informes de números de Transporte –la movilidad de CABA respecto de otros distritos del GBA registrada por las antenas de celulares–, salud y seguridad. La primera cumbre de una de las tantas que se van a mantener hasta el viernes 17, cuando venza, de nuevo, una etapa más de la cuarentena.
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