Hipótesis sobre el conflicto en Ucrania

La invasión ordenada por Putin es, para algunos, un error estratégico de los rusos. En cambio, otros consideran que la OTAN es la principal perjudicada

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Soldados ucranianos realizan maniobras cerca de la frontera con Rusia, en una imagen de archivo. EPA/SERGEY DOLZHENKO
Soldados ucranianos realizan maniobras cerca de la frontera con Rusia, en una imagen de archivo. EPA/SERGEY DOLZHENKO

Hay quienes sostienen que la invasión de Rusia a Ucrania ha sido un error de Putin porque ha unificado a Occidente. La tesis de Joe Biden de que el eje del conflicto global son los países democráticos contra los autoritarios encaja en el actual conflicto europeo. Aunque Rusia tiene un gobierno ideológicamente conservador y políticamente autoritario y China un modelo económico reformista controlado por una élite que ejerce el poder de manera autoritaria. Al momento de producirse la invasión a Ucrania, la OTAN se encontraba en una situación difícil que el presidente Macron llegó a calificar de “muerte cerebral”. Convergían en ella quienes sostenían que el principal peligro provenía del norte (como se ha concretado ahora); los países del flanco sur privilegiaban las amenazas del Mediterráneo, las migraciones y el terrorismo, y en una tercera posición, estaban quienes querían reforzar el rol extra regional de la alianza atlántica. Ahora, se ha producido una unificación de hecho. De los treinta países que integran la OTAN, solamente cuatro han marcado diferencias con su posición frente a la invasión rusa de Ucrania: Eslovaquia, Hungría, Turquía y Croacia, que después fueron alineándose. Las diferencias entre Francia y Alemania quedaron en segundo plano. Así, también sucedió con sus enfoques divergentes con Washington. Finlandia y Suecia, sin formar parte de la OTAN se alinearon con ella y Suiza se sumó a las sanciones económicas. Fuera del marco europeo, en el Indo-Pacifico, Japón y Australia ratificaron su alianza estratégica con Estados Unidos, alineándose contra Rusia.

Otros, en cambio, sostienen que la invasión rusa a Ucrania debilita a la OTAN que no fue capaz de articular una respuesta militar y una gestión diplomática que hubieran preservado el territorio ucraniano. Putin desafía a la OTAN teniendo solo el 5% del gasto militar de los 30 países de la alianza militar de occidente. El desplazamiento preventivo de las fuerzas de la OTAN en los países donde esta tiene bases militares permanentes y que son fronterizos de Ucrania (Polonia, Rumania y Lituania) no alcanzaron a los diez mil hombres. Los 50.000 que Estados Unidos tiene de forma permanente en Alemania no se movieron, hasta ahora, de sus bases. Putin apostaba a que las sociedades de occidente que vieron hace menos de un año, la retirada anárquica de las tropas de la OTAN en Afganistán, no aceptarían participar en una guerra. Hasta ahora, es así. Los países de la OTAN no entrarán en Ucrania para defenderla de la invasión rusa, y esto debilitará a la alianza militar occidental frente a la opinión pública global, si finalmente las fuerzas ucranianas son derrotadas. Además, la OTAN ha actuado en países que no tenían su garantía de seguridad por no formar parte de ella y ahora no lo hace. Fue el caso de Serbia, cuando sucedió la secesión de Kosovo a fines del siglo XX y de Afganistán en el Asia en las dos décadas siguientes.

Las dos partes del conflicto apuestan a respectivos quiebres de los frentes internos de los antagonistas, Rusia y Ucrania. El mayor opositor ruso que está en prisión, Alexei Navalny, ha dicho que el verdadero riesgo para la paz mundial es Putin y no Rusia. Hay quienes en occidente sostienen que de prolongarse las acciones militares, la oposición rusa democrática ganará espacio e influencia, precipitando protestas que pueden derivar en insurrección, como pasó en varios países de la ex URSS. Por el contrario, otros piensan que la exaltación del nacionalismo ruso que motiva Putin, será argumento y pretexto para sofocar aún más las voces disidentes. Por su parte, Putin aspira a un quiebre del frente interno ucraniano mediante acciones rápidas y contundentes - que están siendo más lentas que lo esperado- que lleven a la opinión pública ucraniana a apoyar “un modelo de neutralidad” como el asumido por Finlandia después de la Segunda Guerra Mundial. En este caso, el actual gobierno pro occidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, podría ser sustituido por uno que proponga neutralizar el país desde el punto de vista militar, que en los hechos sería prorruso. Ambas percepciones son determinantes de las estrategias militares de los dos contendientes. Ucrania busca una guerra prolongada que desgaste a Rusia, y Rusia una guerra rápida que debilite el frente interno ucraniano. Pero si alguna posibilidad hay de parar la guerra, es depende del presidente ucraniano, que sin consultar ni a Washington ni a Bruselas, -logró tres rondas de negociación con el gobierno ruso gestionadas por el dictador bielorruso,- y reclama un encuentro presencial con Putin

Un análisis más profundo de la actitud de Putin como líder ruso, hay que buscarlo en el factor “humillación” que puede generar extremismos nacionalistas proclives a revertir la decadencia por la vía militar. Si bien hay excepciones a esta teoría (como la de Alemania y Japón tras la Segunda Guerra Mundial) numerosos ejemplos encajan en ella. El más relevante quizás sea el de China, que sufrió la humillación del occidente desde 1836 cuando comenzó la primera guerra del opio, que culminó con la toma de la península de Hong Kong, por parte de fuerzas británicas, generándose una ocupación que recién terminó a fines del siglo XX. En el XIX, las potencias europeas tomaron posición de diferentes puertos chinos para asegurarse el comercio. A comienzos del siglo XX, la capital China fue ocupada por una fuerza multinacional de países integrados por Estados Unidos, Japón y diversas fuerzas europeas. La ocupación japonesa de Manchuria fue otra humillación de China antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Este sentimiento explica el resurgimiento de la potencia asiática que representa el presidente Xi Jinping. La Alemania derrotada en la Primera Guerra Mundial, generó el nazismo y la llegada de Hitler al poder con su idea de nacionalismo alemán político y étnico en busca de revancha y venganza. Rusia, a su vez, durante tres siglos ha percibido las amenazas de occidente. Napoleón, a comienzos del siglo XIX, Crimea promediando dicho siglo y las dos invasiones de Alemania en la Primera y Segunda Guerra Mundial. Todas estas fueron invasiones de su propio territorio. La disolución de la Unión Soviética, considerada por Putin la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX, fue también percibida por Rusia como una humillación. Pero algo está claro: Putin podrá ganar o perder la guerra que ha emprendido,- lo militar está más sometido al azar y el cambio de circunstancias que lo político,- pero algo es seguro, redoblará la apuesta mientras no alcance sus objetivos.

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