Éramos tan pobres y no hay señales de cambio

Cuatro de cada 10 argentinos viven en hogares con ingresos insuficientes para poder comprar la canasta básica total. La mitad de los niños están en ese estado. Perspectiva inquietante

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Una pareja recoge alimento del suelo en el Mercado Central de frutas y verduras, en el Gran Buenos Aires (EFE)
Una pareja recoge alimento del suelo en el Mercado Central de frutas y verduras, en el Gran Buenos Aires (EFE)

El 15% de los niños son indigentes. Los “no pobres” son más pobres. Pero, además, los argentinos en conjunto son cada vez más pobres. En el primer semestre del año, la pobreza alcanzó al 40% de la población. Y es una buena noticia porque representa una situación mejor respecto a la segunda mitad del año pasado, cuando la pobreza fue del 42%. Aún así, la pobreza es más alta que la situación previa a la pandemia.

No tan buena noticia es la proporción de indigentes. De los cuatro pobres que encontramos cada 10 argentinos, uno es indigente, es decir sus ingresos no alcanzan para consumir las calorías mínimas necesarias para vivir. Y, como siempre, los menores son los más afectados: el 15% de los niños son indigentes. Y todos estos números no reflejan un avance respecto al semestre anterior.

La mirada sobre la pobreza nos dice mucho. Otra mirada posible es qué pasa con los “no pobres”. La canasta de pobreza dice qué ingreso necesita un hombre adulto para no ser pobre, según la definición que utiliza el Indec. Pero no todos los individuos requieren el mismo nivel de ingreso: mujeres, niños y adultos mayores, al tener menores requerimientos calóricos -lo que define la línea de indigencia-, requieren ingresos menores para salir de la pobreza.

Lo que se relata a continuación es cuántas canastas de pobreza del promedio de los hogares pobres puede comprar el ingreso per cápita de cada uno de los deciles.

Los datos dan cuenta de una reducción de casi 250 mil puestos de trabajo en el segundo trimestre respecto del primero

¿Qué dice el cuadro? Que, si bien los pobres son el 40% de la población, el ingreso per cápita del sexto decil apenas puede comprar un poco más que la canasta promedio de un individuo en un hogar pobre. Lo cual revela que tampoco se está tan lejos de los pobres.

Fuente: Indicadores de Coyuntura Fundación FIEL
Fuente: Indicadores de Coyuntura Fundación FIEL

¿Y qué pasa con los más ricos? ¿O bien, cuán ricos son los ricos? En el decil más alto, el ingreso per cápita promedio puede comprar 4 canastas de un individuo de un hogar pobre. Y, además, esto es menos que lo que podía comprar un “rico” cuatro años atrás. En rigor, toda la población en promedio es más pobre. Todos los deciles de ingreso pueden comprar hoy, con su ingreso per cápita, menos que en el primer semestre de 2017.

Es decir, la pobreza no crece porque alguien se queda con más ingresos. Los argentinos en conjunto son cada vez más pobres.

La pobreza no crece porque alguien se queda con más ingresos. Los argentinos en conjunto son cada vez más pobres

Volviendo a la buena noticia de la caída en la pobreza, la explicación se encuentra en la recuperación económica -tras la flexibilización de las restricciones a la movilidad y actividad por la pandemia- que provocó una mejora en el empleo y los ingresos.

El impacto inicial de la pandemia fue una caída del empleo total del 19%. La caída se produjo básicamente entre los ocupados informales (44% los asalariados y 53% los cuenta propia informales). La caída en el empleo formal fue casi nula: entre los asalariados privados formales, el empleo casi no muestra movimiento, probablemente por los programas de apoyo desde el sector público, pero principalmente por la prohibición de despido introducida al inicio de la pandemia.

Cuando el aislamiento en Buenos Aires se hace en las calles (AFP)
Cuando el aislamiento en Buenos Aires se hace en las calles (AFP)

A partir del tercer trimestre de 2020, el empleo comienza a recuperarse. Principalmente, el empleo informal, el más afectado por el lockdown; el empleo formal, que resistió mejor, crece menos. Aun así, los últimos datos presentados, referidos al segundo trimestre de este año, muestran que el empleo total aún es menor que el nivel prepandemia.

Pero si bien la mirada de largo plazo muestra que el empleo está en recuperación, y eso contribuye a la caída en la desocupación, los datos dan cuenta de una reducción de casi 250 mil puestos de trabajo entre el primer y segundo trimestre de este año, concentrados en el sector informal. Es decir, hubo una recuperación en el empleo, pero ha vuelto a caer.

Fuente: Indicadores de Coyuntura Fundación FIEL
Fuente: Indicadores de Coyuntura Fundación FIEL

Esta caída en la ocupación no derivó en un alza de la tasa de desocupación solamente porque la población ocupada y buscando trabajo, es decir la oferta de trabajo se redujo, haciendo que la tasa de desempleo que estaba en 10,2% baje a 9,6 por ciento.

Este comportamiento de recuperación y caída también se observa en el ingreso per cápita en términos reales. El ingreso per cápita familiar es en el primer semestre de este año casi 5% más alto que en el semestre anterior. Pero si se mira dentro del semestre se encuentra entre los trimestres (segundo vs primero) una fuerte caída (9 por ciento).

Tanto empleo como ingresos están cayendo, lo que no resulta en un buen pronóstico respecto a una ulterior reducción de la pobreza

De todos modos, los ingresos del trabajo asalariado y los ingresos por jubilaciones tienen una trayectoria bajista en moneda constante. Entre semestres, primero de este año versus segundo de 2020, salarios, salvo el mínimo, y jubilaciones registran una caída, y lo mismo sucede con los con la Asignación Universal por Hijo. Dentro del semestre, es decir, la medición entre los trimestres que lo componen, sigue mostrando que salarios y jubilaciones continúan cayendo.

¿Qué sugiere esto? Que, si bien la pobreza muestra una reducción en el promedio del semestre debido a la recuperación que empleo e ingresos per cápita observaron entre esos períodos, la descomposición de los datos en períodos más cortos (trimestres) muestra que tanto empleo como ingresos están cayendo, lo que no resulta en un buen pronóstico respecto a una ulterior reducción de la pobreza.

Esta nota fue publicada en Indicadores de Coyuntura Nº 635 que elabora la Fundación FIEL

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