Llegan fondos del FMI, hay inminente reforma fiscal y el impuesto a la riqueza está a tiro de Martín Guzmán

¿Podría el proyecto de Carlos Heller y Máximo Kirchner ser objeto de negociación en las charlas que el Presidente y el ministro están teniendo por estos días con justamente los dueños de esas grandes fortunas?

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El ministro de Economía Martín Guzmán (REUTERS/Agustin Marcarian)
El ministro de Economía Martín Guzmán (REUTERS/Agustin Marcarian)

No se puede decir que Alberto Fernández no sea fiel a sí mismo. Se rodeó de un elenco a imagen y semejanza que le permite estar rodeado de amigos, ejercer un liderazgo emocional y ser más operativo que estratégico. Nadie a su alrededor lo saca de su zona de confort: es su propio jefe de Gabinete, su secretario de Medios y su vocero sin que Santiago Cafiero, Francisco Meritello o Juan Pablo Biondi se inmuten. Al contrario, después de casi un año, ya están aletargados en su función y terminan casi agradeciendo…

Y como si todos estos roles fueran pocos, en los últimos días el Presidente sumó otra función. Ante la ausencia de Sergio Chodos (por estos días en Washington volviendo el 10 de noviembre con la misión del FMI y 5.500 millones de USD bajo el brazo para incrementar las reservas), se convirtió en el operador político de Martín Guzmán. En plena semana de empoderamiento del ministro, Fernández se encargó de presentarle personalmente a los más encumbrados miembros del establishment local.

No es extraño entonces que Alberto Fernández no tuviera casi tiempo de analizar en profundidad la carta abierta que le mandó Cristina Kirchner el lunes y que reaccionara primero con cierta perturbación producto de la sorpresa (se enteró por las redes sociales como el resto de los mortales) y recién cuatro días después se detuviera en lo importante y recogiera el guante del llamado a un consenso nacional. En la carta, Cristina fue Cristina. Ni más ni menos. Harta de que la culpen de todo lo malo del Gobierno y de no ser escuchada en sus consejos cotidianos, puso en palabras escritas y diplomáticas lo que puertas adentro son reproches y gritos. Hasta tuvo un gesto de piedad al no identificar con nombre y apellido a los que, en su opinión, “no funcionan”.

Cristina Kirchner y Alberto Fernández (EFE/ Juan Mabromata/POOL)
Cristina Kirchner y Alberto Fernández (EFE/ Juan Mabromata/POOL)

Pero a su vez le dejó a Alberto un paraguas abierto de tal magnitud que el Presidente ahora está en condiciones de sentarse con todo el arco político y mediático sin que haya reproches ideológicos.

En rigor ya lo venía haciendo. Pero el reconocimiento de CFK de que no hay salida para el laberinto argentino si no se consigue un gran acuerdo multipartidario, multisectorial y policromático, lo invita a Alberto a jugar el juego que mejor le sienta. El del consenso.

Si bien CFK circunscribió la convocatoria al problema económico de la bimonetarización histórica del país (cada vez que discuten en privado del tema, Alberto le recuerda “dejame a mí que de economía sé yo más que vos”) está claro que, de concretarse un diálogo nacional, debería tener una agenda mucho mas amplia que la monetaria.

Tan claro como que mientras Miguel Ángel Pichetto y Elisa Carrió sacudieron el arco opositor dejando abierta la puerta, Mauricio Macri se negó de plano (“es que carece de las mínimas condiciones fonoaudiológicas necesarias para cualquier diálogo”, se mofaban en el Gobierno).

Elisa Carrió
Elisa Carrió

El encuentro de ayer en Exaltación de la Cruz entre Lilita, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal pareció profundizar esa grieta en la oposición. Aunque la movida estuvo centrada, más que en la carta de CFK, en la operación que sobre la oposición ejerció el propio Fernández para conseguir la aprobación del pliego de Daniel Rafecas como procurador. Porque también a eso se dedicó en persona el Presidente. Y parece estar a punto de coronar su juego con éxito.

Una votación mayoritaria en el Senado con un tinte de consenso en lo institucional sería un buen punto de partida para esta nueva etapa.

Así las cosas, el Gobierno empieza noviembre con expectativas varias. La más inmediata es que se consolide la baja del dólar libre y del Contado con Liquidación (CCL), un éxito para festejar pero que pasó casi desapercibido esta semana como el tono monocorde de Guzmán. Aunque el ministro el viernes reconoció tener ganas de ponerse nuevamente su camiseta de Sacachispas.

En el medio, Guzmán tiene otras dos bombas entre manos. La primera la aceptación del último tramo del préstamo del Fondo que faltaba erogar de la gestión Macri (eran unos 5.500 millones de dólares) y la segunda, el envío al Parlamento de una reforma tributaria que, dicen los que hojearon su borrador, puede llegar a tener más detractores entre el establishment que la ley de aporte solidario y extraordinario de Máximo Kirchner.

Alberto Fernández, Máximo Kirchner, Carlos Heller y Martín Guzmán
Alberto Fernández, Máximo Kirchner, Carlos Heller y Martín Guzmán

En el primer caso, la charla con el Fondo está super encaminada. Y está en línea con haber desistido de embargar el swap chino para engordar las reservas del Banco Central y volver al alineamiento pragmático y estratégico con Estados Unidos. En este punto, estaría solo faltando la justificación argumental para hacer que Alberto termine dando un giro copernicano. Al principio del mandato se ufanó de no querer ni necesitar mas plata del FMI. ¿Ahora? La realidad aprieta.

En el segundo caso, la reforma tributaria integral, todo está por verse. Guzmán tiene la idea desde el día en que aceptó el ministerio. A tal punto que negoció un raviol de su estructura totalmente inédito para el Ministerio de Economía, la Secretaría de Política Tributaria. De ahí saldrá esta semana el texto hacia el Congreso. Del tema ya estuvieron hablando personalmente el ministro con Máximo Kirchner.

El diputado espera ver la iniciativa de Economía porque puede haber puntos de contacto con su propio proyecto de contribución extraordinaria de las grandes fortunas, que ya tiene dictamen de comisión y está pidiendo pista en el recinto.

Todos aseguran que la ley redactada por Carlos Heller se aprobará finalmente este mes.

Y que no hay nada raro detrás de la demora. ¿Podría ser esa ley objeto de negociación en las charlas que el Presidente y el ministro están teniendo por estos días con justamente los dueños de esas grandes fortunas?

“De ninguna manera”, dicen en el Congreso predispuestos a trabajar a destajo hasta fin de año y convencidos de que las vacaciones de este verano no se extenderán mas allá de 15 o 20 días.

Bonus Track

El Gobierno trabajan a destajo para conseguir la vacunación masiva contra el COVID-19 antes del próximo invierno. En el objetivo no solo está inmerso el Ministerio de Salud sino también el de Defensa. Ginés González García le pidió a su par Agustín Rossi que planifique un sistema de reparto simultáneo de la vacuna por todo el territorio nacional.

La idea es que los Hércules trasladen la esperanza hacia los cuatro puntos cardinales y que desde las pistas aéreas el mismo Ejército siga su reparto por tierra a todos los puntos alejados.