Apagón en Venezuela: más muerte y terror de una pesadilla sin fin

Orlando Avendaño

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Un pasillo del hospital Miguel Pérez Carreño a oscuras el 8 de marzo de 2019 (AFP)
Un pasillo del hospital Miguel Pérez Carreño a oscuras el 8 de marzo de 2019 (AFP)

Van casi setenta horas corridas sin luz en toda Venezuela. La tercera noche que los venezolanos la pasan a oscuras. Es una tragedia. Una verdadera tragedia.

Y ello porque muere gente. En los hospitales no hay electricidad y, según cifras hasta el momento —seguro austeras para lo que será el conteo final—, van 80 muertos. Aunque son números oficiales, ofrecidos por el diputado José Manuel Olivares, información extraoficial sugiere que las víctimas mortales de este apagón superan las trescientas.

Se preguntaba la líder venezolana María Corina Machado: "¿Y los bebés en las incubadoras? ¿Y los pacientes en terapia intensiva? ¿Y quienes requieren diálisis hoy? ¿Y los que necesitan mantener refrigerado su tratamiento de quimioterapia?". Y, para el momento del tuit, no eran ni 24 horas las que Venezuela llevaba sometida al oscurantismo del socialismo del siglo XXI. Ya son 50 y cabe hacerse las mismas preguntas.

El observatorio de Internet, NetBlocks, reportó a eso de las seis de la tarde (49 horas Venezuela sin electricidad) que el 96% del país no tenía conexión a internet. Y es otro gran logro del socialismo chavista: aislaron, finalmente, a todo el país.

Yo tengo más de un día que no me comunico con mis familiares. Duele. Duele bastante. Porque uno no sabe qué ocurre y allá, en Venezuela, nada bueno pasa. Lo último que me dijo un amigo fue: "Nos cuesta comunicarnos. No hay acceso a datos móviles. No soporto este nivel de desinformación. No sé nada, no sé de nadie y me estoy volviendo loco".

Todos nos estamos volviendo loco. Esto es inhumano. Nicolás Maduro y su combo son unos desalmados. Tipos crueles cuya gran victoria ha sido someter a todo un país. Millones de habitantes, ricos, pobres, negros, blancos, niños, ancianos, todos, oprimidos por la barbarie chavista.

La oposición protestó en Caracas, pero ya no hay tanta fuerza. Fueron movilizaciones masivas aunque insuficientes. La gente lo sabe. Ya corresponde que se acelere el proceso, se dispare la tensión y desafíe el régimen —y al mundo. Juan Guaidó, nuestro presidente legítimo, ha logrado imponer su agenda y debe continuar tutelando el proceso. El siguiente paso debe ser ensordecedor —lo contrario no lo perdonará la gente.

Venezuela sufre ahora, por demasiadas horas, el terror de no comunicarse con sus hijos. También de saber que cientos están muriendo en la oscuridad. Esta tragedia hay que pararla. Hay que forzar los escenarios y buscar, pronto, el desenlace. Y porque los vientos jamás habían sido tan favorables.

Hoy, frente a miles, Guaidó demostró entenderlo. Demuestra, nuevamente, estar a la altura. Y entonces, ante la urgencia y la criminal tesitura, esbozó un discurso concentrado en la posibilidad de solicitar una misión militar foránea en Venezuela para ponerle punto final al drama. No corresponde otra cosa.

"Enfocados en el objetivo —y van a venir días duros por culpa del régimen— toca el 233, el 333 y el artículo 187, cuando llegue el momento", dijo. La gente aplaudió al escuchar uno-ocho-siete. Este artículo, de la Constitución, en su punto 11, reza lo siguiente: "A la Asamblea Nacional le corresponde autorizar el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior o extranjeras en el país". Es la gran herramienta que debe proseguir, luego de los otros artículos mencionados por el presidente Juan Guaidó.

Ha sido la voluntad rastrera de la dictadura de doblegar a los ciudadanos a través de la destrucción de todos los servicios. Hoy aparentan ganar con este nuevo asedio —que se perfila más letal y cruel que cualquier otro. Aquí no hay ineptitud ni torpeza ni ha sido Marco Rubio. Es la perfidia, la intención y el deseo de ver sufrir a la gente que aún resiste.

Pero Venezuela no aguanta. Los venezolanos en Venezuela y fuera de ella, tampoco. Esto no tiene nombre. Cuanta línea roja se traza, Maduro la traspasa. ¿Cuál será la última?

El autor es periodista venezolano, egresado de la Universidad Católica Andrés Bello con estudios de historia de Venezuela en la Fundación Rómulo Betancourt. Columnista y redactor del PanAm Post desde Caracas