
La caída de la actividad industrial registrada hacia el cierre de 2025 vuelve a poner en primer plano el rol de la logística como variable clave para sostener la operación en un contexto de menor previsibilidad. Más allá del dato productivo, el escenario actual expone desafíos concretos en planificación, utilización de capacidad, gestión de inventarios y flujos de comercio exterior.
Las estimaciones para noviembre muestran una baja interanual cercana al 6%, con un retroceso mensual respecto de octubre y un nivel de actividad que permanece estancado en valores similares a los del último trimestre de 2024.
Este comportamiento, atravesado además por una menor cantidad de días operativos, obliga a las empresas a recalibrar sus decisiones logísticas, especialmente en sectores con alta dependencia de la sincronización entre producción, abastecimiento y distribución.
Uno de los indicadores que mejor refleja esta dinámica es el consumo de energía eléctrica de los grandes usuarios industriales, que volvió a caer en noviembre. Este dato suele funcionar como proxy operativo del nivel de actividad y, en términos logísticos, anticipa ajustes en frecuencias de transporte, ocupación de flotas y programación de turnos.
Sectores desalineados y cadenas fragmentadas
El informe confirma una marcada heterogeneidad sectorial. Mientras algunas actividades vinculadas a bienes de capital y acero muestran leves mejoras, otras como la construcción, la industria automotriz, bebidas, textiles y metalmecánica continúan registrando caídas significativas. Esta dispersión se traduce en cadenas de suministro fragmentadas, donde conviven sobrecapacidad en determinados tramos con restricciones en otros.
Para los operadores logísticos y responsables de supply chain, este escenario incrementa la complejidad operativa. Planificar ya no implica solo ajustar volúmenes, sino coordinar múltiples ritmos productivos, cambios abruptos en la demanda y ventanas operativas más cortas. La menor estabilidad obliga a reforzar esquemas de planificación flexible y a reducir márgenes de error.

Inventarios más ajustados y presión sobre la logística interna
Otro punto relevante es el comportamiento del consumo masivo y la gestión de inventarios. La retracción de la demanda interna y la cautela de mayoristas y distribuidores derivan en stocks más chicos y rotaciones más exigentes. Desde la perspectiva logística, esto implica operaciones más fragmentadas y una mayor presión sobre los tiempos de respuesta.
Este fenómeno también impacta en los flujos de abastecimiento industrial, que muestran caídas acumuladas respecto de años anteriores. En este contexto, la logística deja de ser un área de soporte para convertirse en un factor crítico de eficiencia dentro de las operaciones.
Comercio exterior y flujos regionales bajo ajuste
En el frente externo, las exportaciones hacia Brasil se mantienen prácticamente estables en la comparación mensual, aunque con variaciones al interior de los sectores. En paralelo, la liquidación de divisas del complejo agroindustrial mostró una baja, introduciendo un elemento adicional de ajuste sobre los flujos logísticos vinculados al comercio exterior.
Esta combinación refuerza la necesidad de revisar corredores logísticos, tiempos de tránsito y esquemas de coordinación regional, especialmente en un escenario donde la competitividad logística pasa a ser determinante para sostener volúmenes.
El informe también advierte sobre la situación de las pymes, que enfrentan una fuerte presión de costos, dificultades financieras y retrasos en los pagos. Desde una mirada logística, este contexto afecta la continuidad operativa de la cadena extendida, desde proveedores hasta operadores de transporte.
En un entorno de menor actividad y márgenes más ajustados, la gestión financiera y la coordinación logística se vuelven variables inseparables para evitar interrupciones y sostener la operación diaria.
Un cierre de año con la logística en el centro
En síntesis, el cierre de 2025 deja un escenario donde la desaceleración industrial no solo impacta en la producción, sino que reconfigura la dinámica logística. La planificación, la flexibilidad operativa y la eficiencia en el uso de recursos aparecen como variables clave para atravesar un contexto marcado por la incertidumbre y la fragmentación de las cadenas de suministro.
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