
Al referirse a los desafíos actuales, Martín comenta que “la logística que no es flexible, se rompe”, una frase que resume la dinámica de un sector donde la velocidad y la experiencia del cliente son determinantes. En esta entrevista, comparte su mirada sobre abastecimiento, lanzamientos, digitalización y el valor del capital humano en una industria que cambia todos los días.
¿Cómo describís la actualidad de la industria de perfumería y cosmética desde el punto de vista logístico?
En estos últimos años se fue actualizando y mejorando de a poco. Hoy no estamos teniendo grandes inconvenientes para abastecernos, aunque hubo momentos donde el acceso a los productos era más complicado.
Cuando no hay disponibilidad inmediata, uno tiende a comprar de más para asegurar stock y presencia en el mercado. Eso exige administrar espacios de otra manera y planificar distinto. Ahora se puede trabajar con un poco más de organización y tiempos más acotados, llegando al mercado de forma más óptima.
¿Qué particularidades caracterizan a este sector?
Tiene varias. Primero, muchos productos se consideran peligrosos por el contenido de alcohol, lo que implica cuidados desde la producción y la manipulación. Después está todo el tema del packaging, que en perfumería y cosmética es clave. Al tratarse de productos de lujo, la presentación tiene que estar impecable: el envase unitario, las cajas, los materiales internos. Y eso implica diseñar un embalaje que proteja durante kilómetros de viaje sin generar sobrecostos.
Además, hay un punto no menor: se trata de productos que despiertan interés en quienes no los tienen, por lo que también hay que considerar seguridad en la distribución. Cada envío —ya sea a mayoristas, tiendas propias o e-commerce— requiere contemplar estos factores.
Mencionás la experiencia del cliente. ¿Cómo influye desde tu rol?
Cuando se despacha de forma mayorista, el producto viaja con ciertos recaudos. Pero en e-commerce, donde llega directo al consumidor final, la exigencia es otra. Ahí además del cuidado del embalaje tenés que pensar en un packaging que impacte, porque es parte de la experiencia. Y eso involucra un costo adicional en marketing. También entra en juego la economía circular: buscamos que los materiales sean reutilizables y que el impacto ambiental sea lo menor posible.
¿Cuáles son los procesos más críticos dentro del abastecimiento y la distribución?
Uno de los procesos más críticos aparece en los lanzamientos. Cuando sale una fragancia nueva, todos vemos campañas enormes y sabemos que el producto tiene que llegar rápido al mercado. Hay que llegar antes que la competencia. Y desde el interior, abastecer un mercado grande como Buenos Aires es un desafío. Tenés que compensar con ingeniería logística. Ahí nuestro sector hace la diferencia: comunicar disponibilidad, atraer al cliente y que nos elija.

¿Qué papel juega la cooperación con otras áreas en esos lanzamientos?
Es crucial. No podemos trabajar como departamentos estancos. La información tiene que fluir en ambos sentidos. Logística es el resultado de muchas etapas previas, y si nosotros fallamos en la parte final, todo lo anterior no sirve. Marketing, abastecimiento, compras y proveedores tienen que entender que nuestros tiempos son limitados y que no nos pueden restar margen.
La logística que no es flexible se rompe. Y si no hay flexibilidad, no llegás al cliente. Y el cliente lo sufre muy rápido. Por eso la sinergia entre áreas es fundamental.
¿Cómo ves la incorporación de tecnología?
Viene creciendo muchísimo. Hay equipos y software que están haciendo que el trabajo sea distinto. Y ahora la inteligencia artificial, aunque todavía está verde, va a convertirse en algo esencial a corto plazo. La tecnificación es necesaria. El sector ya no puede crecer solo con mano de obra: tiene que apoyarse en herramientas tecnológicas.
Eso cambia los roles. Los mandos medios altos necesitan saber de finanzas, de comercial, de posventa. Y los mandos operativos ya trabajan con “business intelligence”, manejo de datos y análisis. Hoy hay muchas herramientas que te permiten medir, y lo que no medís no lo podés mejorar. La logística dejó de ser “armar paquetitos”. Hoy hay táctica y mucha estrategia detrás.
¿Qué valor toma entonces el capital humano en esta evolución?
Es central. La gente tiene que estar capacitada, entender datos, interpretar situaciones y actuar rápido. Y también tiene que tener habilidades blandas, porque gran parte de la experiencia de compra depende de nosotros: que el producto llegue perfecto, que llegue cuando el cliente lo quiere, que lo entreguemos donde corresponda. Cada detalle suma.
Hay encuestas que muestran que la experiencia pesa más que el producto en sí. Por eso el capital humano es esencial. Y también porque esta profesión es para quienes realmente la sienten. Como digo siempre: trabajar en logística es como andar en bicicleta, nada más que la bicicleta está prendida fuego, vos estás prendido fuego y tu entorno está prendido fuego. Te tiene que gustar. Pero es fascinante: todos los días son distintos.
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