
Una nueva convivencia crece en el sector logístico, donde robots diseñados con estructura corporal similar a la humana comienzan a interactuar con los colaboradores en los centros de distribución. En esta entrevista, Franco explica el potencial de estas herramientas que ya trascienden las tareas repetitivas y comienzan a ser una realidad.
¿Quién es Wilson?
Wilson Amancio es un humanoide modelo. Formalmente es el G1, pesa aproximadamente 40 kilos, mide un metro treinta y nosotros lo presentamos como una herramienta de desarrollo. Si bien es un robot, no está cerrado a una sola función: permite cumplir distintas tareas según las necesidades del cliente.

¿A qué velocidad están avanzando estas nuevas tecnologías y su interacción con las personas?
Estamos en etapas tempranas de desarrollo. Muchos de los modelos que vemos son pruebas de campo o videos que se comparten en internet. La robótica es un mercado reciente. En lo que respecta a humanoides, no lleva más de diez o quince años. Antes veíamos armatostes llenos de cables; hoy empezamos a ver modelos más funcionales, pero insisto, estamos en una etapa inicial.
Podemos compararlo con la evolución de los autos: pasamos de vehículos a combustión a eléctricos económicos y producidos en masa. Con la robótica pasa algo similar. Aunque aún estamos al principio, el ritmo de avance es muy alto, sobre todo por la incorporación de inteligencia artificial. En cinco o diez años, probablemente veamos estos equipos en espacios cotidianos, tal vez no masivamente, pero sí con más frecuencia.
¿Cómo imaginás la robótica aplicada a la gestión de operaciones logísticas?
Lo más cercano hoy son los cuadrúpedos, que permiten, por ejemplo, cargar hasta 80 kilos. Para esa función sí se usan. El humanoide está más pensado para tareas repetitivas, como separación de paquetes, incluso en líneas de producción. Puede ser operado remotamente o, con el tiempo, funcionar con inteligencia artificial y automatizar procesos completos.
En logística se están compartiendo pruebas de concepto. La inteligencia artificial ya permite detectar objetos, evaluar el estado de paquetes y tomar decisiones simples, como descartar o redirigir una carga. A nivel general, son pruebas iniciales pero prometedoras.
¿El formato humanoide responde a la necesidad de adaptarse a estructuras humanas?
Exacto. Aunque los primeros modelos eran cuadrúpedos, hay tareas que sólo por anatomía puede hacer un humano. El humanoide, por su altura, extensión de brazos y precisión en los movimientos, permite tareas como aplicar presión o separar objetos, que necesitan una morfología similar a la nuestra.
¿Quiénes son los que lideran la producción y la implementación de estas herramientas?
Hay dos grandes enfoques: uno más cerrado y otro más abierto. Algunos ofrecen un producto base que luego cada desarrollador adapta, como una “camioneta blanca” que podés pintar a gusto. En cuanto a soluciones logísticas, el liderazgo está más en países con mayor capacidad de inversión, como los de Norteamérica y Europa.
Desde el lado empresarial, son pocos los que lo están implementando y produciendo a gran escala. Hay muchas desarrollando, pero sólo unas pocas lo hacen de forma significativa. La mayoría aún está en etapas exploratorias.
¿Qué impacto puede tener esto en los resultados operativos de las empresas?
Principalmente, acelerar procesos, preparar pedidos más rápido y con menos errores. Al principio puede haber fallos, como en cualquier entrenamiento, pero el robot aprende de sus errores y mejora cada vez más, incluso afinando tareas por segundos o décimas de segundo.
Los robots que más se están implementando son los cuadrúpedos, porque pueden ponerse en campo más rápidamente. También hay aplicaciones en seguridad: por ejemplo, con cámaras de reconocimiento facial conectadas a bases de datos que detectan personas buscadas y alertan en tiempo real a los patrulleros. En minería, hay robots con sensores de gases o cámaras térmicas que evitan exponer personas a riesgos innecesarios.

¿Qué ventajas y desventajas tienen estas tecnologías?
Una gran ventaja es que no necesitan descansar, aunque sí recargarse. Pero incluso eso se puede automatizar. Gracias a la inteligencia artificial, el robot puede saber qué hacer con cada pedido sin ayuda externa. Eso acelera los procesos y los vuelve más eficientes.
Una “desventaja” es que, hoy en día, pueden agrandar la brecha entre pymes y grandes empresas, pero esa brecha se va a reducir. Hace poco un modelo podía costar seis cifras, y hoy ya se consiguen en cinco. La producción en masa abarata los costos. Cuantos más se fabriquen, más accesibles serán, incluso para las pymes.
¿Qué desafíos hay en materia de ciberseguridad?
Todo lo que se conecta a la red es vulnerable, desde un teléfono hasta una cámara. Estos equipos tienen estándares más altos, pero también se pueden usar sin conexión, para evitar vulnerabilidades. Cuanto más integrás con otros sistemas, más necesitás reforzar la seguridad, sobre todo al combinarlo con inteligencia artificial o modelos de lenguaje actuales.
¿Qué particularidades tiene la producción de estos equipos?
No se diferencia tanto de otras tecnologías. Están hechos principalmente de aluminio y plástico, con baterías de litio y una computadora central que es el corazón del equipo. Los motores pueden ser más específicos, pero no hablamos de materiales raros o difíciles de conseguir.
Se están viendo algunos avances en lo que respecta a la sensibilidad de los movimientos. Antes las manos eran de goma, no servían para mucho. Pero hoy ya hay desarrollos con sensores que detectan cuánta presión aplicar sobre un objeto para no romperlo. Es lo que se conoce como estándares milimétricos. Ya se están alcanzando esos niveles.
¿Cómo imaginás la convivencia futura entre personas y humanoides?
Creo que hay que pensar más en el lado positivo. Imagino robots ayudando a personas mayores o con movilidad reducida, mejorando su calidad de vida. Las visiones apocalípticas todavía están lejos. No hay una supercomputadora central que lo controle todo. Hablamos de un camino largo, con mucho por descubrir.
¿Qué es lo próximo que se viene?
Cada uno o dos años aparecen nuevos modelos, pero eso no vuelve obsoleto a los anteriores, porque se actualizan. Por ejemplo, los cuadrúpedos ahora tienen ruedas, lo que les da más agilidad en espacios como depósitos. Y ya se están empezando a mostrar nuevos modelos. La velocidad a la que avanzan estas tecnologías es impresionante.
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