“El feminismo negro no divide”: Djamila Ribeiro habla acerca de las búsquedas de su activismo

La escritora brasileña conversó con Leamos y profundizó en sus concepciones sobre el feminismo negro y la herencia africana en el pueblo brasileño.

Compartir
Compartir articulo
La escritora y activista brasileña Djamila Ribeiro conversó con Leamos sobre sus concepciones alrededor del feminismo negro. (mujeresbacanas.com).
La escritora y activista brasileña Djamila Ribeiro conversó con Leamos sobre sus concepciones alrededor del feminismo negro. (mujeresbacanas.com).

Cuando, a los 19 años, ingresó a la Casa de la Cultura de la Mujer Negra, Djamila Ribeiro consiguió ampliar su mirada y ver más allá de las narrativas dominantes de su sociedad, lo que le permitió descubir las luchas de su raza y su género por superar los prejuicios y los malos tratos.

En la ONG con sede en Brasil, la futura escritora y activista trabajaría por un periodo de cuatro años, mientras se instruía en filosofía política en la Universidad Federal de São Paulo, centrándose en el estudio de las obras de autoras como Simone de Beauvoir y Judith Butler.

Le puede interesar: ¿Cómo ser antirracista? Filósofa brasileña crea “manual” práctico

Sin embargo, el activismo de Ribeiro se originó realmente en su casa. Su madre era participante de distintos espacios culturales y religiosos en los que se reconocía ampliamente la raíz del pueblo brasileño en África. Su padre era un activista antirracista que obraba como difusor cultural. Gracias a su ejemplo, la futura escritora se interesó por las historias y las luchas de los negros, especialmente las de las mujeres.

Desde que comenzó su labor como activista la autora de “Pequeño manual antirracista” ha intentado visibilizar las voces de la población negra en su lucha contra la opresión. Además, ha retratado la realidad de esta población en Brasil, su país natal, donde aún hoy impera el racismo.

Djamila Ribeiro. (Ph. Marcos Bakker).
Djamila Ribeiro. (Ph. Marcos Bakker).

En 2016, cuando se desempeñó como subsecretaria de Derechos Humanos y Ciudadanía de São Paulo, Ribeiro publicó uno de sus primeros libros con alcance internacional, “Lugar de habla”. Desde entonces, se ha posicionado como una de las referentes del feminismo negro en el continente. Su labor en el activismo le permitió ser galardonada con el Premio Príncipe Claus en la categoría de Filosofía.

La autora nacida en 1980 es también una de las autoras que más trabaja en la reconstrucción del pensamiento en torno a las estructuras sociales, vislumbrando los prejuicios raciales y promoviendo un trabajo integral y multidimensional respecto a esta problemática.

Su libro “¿Quién le teme al feminismo negro?”, publicado en 2018, se ha convertido en una de las piezas de obligada consulta para quienes buscan ahondar en estos conceptos. Además, su trabajo alrededor de las herencias afro la ha llevado a ser una de las autoras vitales del movimiento antirracista en los últimos años.

Le puede interesar: “Volver a contar”, una antología que reúne a escritores de América Latina alrededor de los archivos del Museo Británico

Durante su visita a Bogotá, la autora brasileña conversó con Leamos respecto a su participación en la antología “Volver a contar”, publicada por Anagrama, sus concepciones sobre el feminismo negro y la herencia africana en el pueblo brasileño.

Djamila Ribeiro es una de las referentes del feminismo negro en América Latina. (mujeresbacanas.com).
Djamila Ribeiro es una de las referentes del feminismo negro en América Latina. (mujeresbacanas.com).

— A lo largo de su obra, el concepto de la mujer negra, especialmente la originaria de Brasil, se ha alimentado de diferentes referencias africanas, incluso de algunas que obedecen a ciertos estigmas europeos. ¿De qué manera ese concepto de la mujer negra brasileña se relaciona con el concepto de la mujer negra latinoamericana?

— Es una pregunta muy importante. Como mujer negra he venido desarrollando este asunto a lo largo de varios años, y en ese tiempo he intentado desmontar y combatir ese idealismo que deshumaniza a las mujeres negras. En ese camino he podido encontrar en las palabras de Lélia González, una destacada feminista brasilera, el eco de lo que a mí me interesa trabajar.

En su activismo ella propuso que las mujeres negras de toda América Latina se pueden reunir para combatir, precisamente, sus prejuicios hacia la mujer negra. Ella habla de algo que se llama “amefricanidad”, que se refiere al hecho de que todas las mujeres se pueden unir en una lucha transnacional. Eso es lo que yo he intentado también defender. Por más de que tengan violencias particulares en sus países, es posible que se congreguen en favor de una misma lucha.

— ¿Es necesario tener dos etiquetas? ¿Feminismo negro versus feminismo a secas?

— Es una pregunta recurrente. Para mí, en realidad, el feminismo negro no divide. El racismo, el patriarcado, el machismo y el capitalismo, son las ideologías que ponen a la mujer negra en una situación de vulnerabilidad. Combatir el racismo negro es combatir una división que ya se ha ido construyendo, entonces, el feminismo negro no divide, no excluye, sino que pone a la mujer en un punto central dentro de la lucha feminista.

Quienes ejercemos el feminismo negro somos también anticapitalistas, antisexista y antiracistas. Lo que hacemos es poner también sobre la mesa la realidad de la mujer blanca y así logramos combatir la exclusión histórica de la mujer negra.

— En el texto que aporta a la antología “Volver a contar”, que es una de sus publicaciones más recientes, llama la atención sobre los orígenes africanos para hablar de cómo esta herencia ha marcado el devenir de la identidad del pueblo afrobrasilero. Sin embargo, durante la lectura, da la sensación de que le interesa retratar al afro en tanto latinoamericano y no específicamente brasilero.

— No tenemos necesariamente las mismas raíces, pero históricamente hemos ocupado los mismos lugares. Dentro del candomblé hay descendientes de Angola, Nigeria, y el Congo, por ejemplo. En esa diversidad hay una matriz de origen africano, sin duda, pero también hay otros orígenes.

Para muchos brasileros es importante saber de dónde vienen, porque su historia, por desgracia, fue destruida por el colonialismo. Lo que busco entender en ese texto es el origen de nuestras raíces, desde lo brasilero, entendido como latinoamericano, y en ese ejercicio conceptual es posible entender que no es lo mismo para un brasilero descendiente de italianos hacerse la pregunta sobre sus orígenes que para uno que viene del África. La religión, en este sentido, y la religión africana, específicamente, que no es solo una, ha sido vital en este recorrido, pues ha permitido reconstruir el origen de una procedencia y legar, a su vez, un espacio de resistencia política a partir del cual las comunidades pudieran asentarse.

— ¿Cómo entiende que su activismo también va mediado por la palabra? ¿Hay alguna influencia capital para usted en este ejercicio?

— Comencé trabajando en una organización de mujeres negras y tuve acceso a una biblioteca que tenía varios libros escritos por mujeres y grupos de mujeres negras. Allí conocí a autoras como Carolina María de Jesús, Lélia González, Toni Morrison, que fueron fundamentales no solamente para mi formación sino para entender el objetivo de estas luchas, un objetivo que he buscado ampliar con el paso de los años. Por eso es que, entre otras cosas, inicié mi propio sello editorial, y allí he procurado seguir la senda que estas mujeres empezaron a recorrer. Ahora mismo estamos por publicar a Velia Vidal, la escritora colombiana, dicho sea de paso.

— Qué buena noticia

— Fue elegida como una de las 100 mujeres más influyentes del mundo en 2022, según la BBC. Estamos muy contentos.

— Todo este ejercicio en torno a la difusión, a la claridad respecto a los feminismos negros, comprende una fuerte presencia, también, de lo africano como herencia. Hay mucha santería en la cultura que retrata en sus libros, estas comunidades que viven a la luz de las costumbres de sus ancestros y que, de alguna u otra manera, determinan su identidad.

— En Brasil hablamos del cadomblé, que es nuestra santería, y constituye una base muy importante para la formación de nuestras identidades. Además de ser un asunto de orden religioso, es también una filosofía de vida que le apunta a una idea central: restituir en la humanidad aquello que el colonialismo nos ha arrebatado.

Ha habido un buen número de escritoras afrobrasileras que han concebido sus obras a partir de la figura del ‘orisha’, que no es otra cosa distinta a las deidades del candomblé, que vienen de la tradición africana. En estas obras, una idea es recurrente: no se puede homogeneizar a todas las comunidades negras bajo esa visión del candomblé, porque también puede haber comunidades que pueden ser cristianas, o católicas, o tener otra visión. Si es cierto, sin embargo, que las congrega algo en común, y es toda esta filosofía que, de alguna u otra forma, tiene que ver con ellas.

— ¿De qué manera define la experiencia de la mujer negra en el mundo de hoy?

— Es una pregunta compleja, pero citándola una vez más a Lélia González, puedo decir que la mujer negra es una mujer que construye, que elabora, que pinta un mundo en el que su raza y su género no la hacen una víctima o un sujeto ajeno a la historia. En eso se concretan las luchas y es el camino que se espera seguir transitando.

Seguir leyendo: