Martín Kohan, Pedro Mairal y dos ideas sobre escribir: la literatura tiene que ser antipática y mejor si no habla de uno mismo

Los escritores participaron del ciclo “Conversaciones” del Museo Malba. Allí, hablaron de cómo impactó la pandemia en su trabajo y su vida y de sus preocupaciones alrededor de la producción literaria.

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Pedro Mairal y Martín Kohan conversaron en el Malba, bajo la coordinación de Malena Rey. (Foto: Juan Casas)
Pedro Mairal y Martín Kohan conversaron en el Malba, bajo la coordinación de Malena Rey. (Foto: Juan Casas)

Qué placer el encuentro que cerró el año del ciclo “Conversaciones”, que se hace en el Museo Malba. Qué placer por los invitados, Pedro Mairal y Martín Kohan, y qué placer también por Malena Rey, que lo coordina con elegancia y complicidad. Es, sin dudas, uno de los ciclos culturales más interesantes de los últimos tiempos.

Ante una sala casi completa —iba a hacerse en la terraza del museo, pero el clima no acompañó—, los escritores hablaron de sus libros más recientes, pero hablaron, sobre todo, de las motivaciones que los llevan a escribir.

Martín Kohan y su posición de hacer una "literatura del él" y no "del yo" (Foto: Juan Casas)
Martín Kohan y su posición de hacer una "literatura del él" y no "del yo" (Foto: Juan Casas)

Réquiem por la intimidad perdida

Kohan, que el mes pasado publicó ¿Hola? Un réquiem para el teléfono (Godot), habló con cierta nostalgia de todo lo que rodea al teléfono fijo y que irremediablemente se va perdiendo con el celular. “Lo seguimos llamando teléfono cuando ya no lo usamos como teléfono”, dijo, y continuó: “Lo que perdura es la palabra —una cosa llamada teléfono— que no se usa para hablar”.

Incluso señaló la incongruencia de decir: “Pasame el teléfono que te quiero sacar una foto”. No lo dijo, pero tal vez esa frase haya sido uno de los motivos por los que escribió el libro. Cabe recordar que en la novela Bahía Blanca, cuando el protagonista se cruza con la nueva pareja de su ex, dice: “Ese el marido de mi mujer”, y es frente a esa lógica imposible que se desata la tragedia.

Espera, incertidumbre, intimidad: todo esto se anudaba en torno al teléfono de línea. “Hay un modo de la intimidad porque la voz está especialmente cerca pero no hay mirada y el cuerpo no está”, dijo, “con el teléfono hablábamos a solas, pero también solos”. Era una especie de situación confesional similar a lo que pasa en la Iglesia y en el psicoanálisis. “Lo que la tecnología aporta es lo primero que vemos”, continuó, “pero no vemos todo lo que se pierde”.

Entre anécdotas e historias, Kohan también dijo que le interesaba más la literatura del él que de la del yo. “Como si le hubiese pasado a otro; o sea: lo que hacía Borges en ‘La forma de la espada’, donde el narrador cuenta su historia como si fuera de alguien más”.

Pedro Mairal (foto: Juan Casas)
Pedro Mairal (foto: Juan Casas)

Por una literatura antipática

Yo nunca quise madurar”, empezó Mairal, “pero los años y los hijos, sobre todo, te van empujando”.

Hay un hecho curioso que, sin proponérselo, Malena Rey puso sobre la mesa. Cuando presentó a los invitados, dijo que eran de la misma generación. Y lo son: Martín Kohan es del 67; Pedro Mairal, del 70. Pero, quizás, por el hecho de que Mairal participó en la antología La joven guardia, que hizo Maximiliano Tomas, donde el corte era justamente el año 70, uno no los suele vincular. Ahora, con el señalamiento de Rey se puede comprender por qué los objetos culturales que les interesan —el teléfono de línea (Kohan), las redes sociales (Mairal)— y las formas de abordarlos no son tan distantes como aparentan.

Esta historia ya no está disponible es el título del libro más reciente de Mairal y hace referencia al mensaje que aparece en Instagram cuando alguien quiere ver la story de otro usuario que la borró. Hay en ese título una pátina de nostalgia que el autor de La uruguaya no oculta, pero que tiene especialmente un vínculo con la manera que tiene de pensar la literatura: “Me interesaba ver qué hacemos con la identidad digital”, dijo, “me interesaba ver ese lado B del que la literatura tiene que dar cuenta”. Para él, la literatura tiene que ocuparse de aquello que se borra, que se oculta, lo desprolijo: “Me aterra el personaje querible; creo que la literatura tiene que ser antipática”.

El público acompañó la propuesta de Malba Literatura (foto: Juan Casas)
El público acompañó la propuesta de Malba Literatura (foto: Juan Casas)

Lo que nos hizo el encierro

Cerrando el año en que definitivamente la pandemia quedó atrás, Malena Rey contó que ambos autores habían participado de las “Conversaciones” y debieron mudarse al Zoom, y les pidió recordar los meses de encierro.

“Como escritor estaba completamente preparado para el fin del mundo”, dijo Mairal, “esa vida quieta me cayó bien”. Para Kohan, en cambio, la cuarentena no sólo supuso el desafío de dar clases online, sino también hacer en casa todo lo que hacía afuera. “Yo no tengo mesa para escribir porque me voy a un bar”, dijo.

Y algo más: “Lo que más me afectó fue tener internet al alcance”. Como Kohan no tiene una computadora, sino un teléfono —lo mostró: era un aparato arcaico de la época previa a los smartphones— puede administrar los momentos de conexión, pero en aquella época se sentía abrumado. “No podía con tanta disponibilidad, me distraía todo el tiempo”, dijo.

Antes del cierre hablaron de las adaptaciones de sus novelas al cine. “La película de La uruguaya”, dijo Mairal, “es la respuesta femenina a la mirada del hombre que la escribió”. Y luego Rey les hizo una suerte de cuestionario Proust. Así supimos, por ejemplo, que la música favorita de Mairal es Serú Girán y la de Kohan es la de Spinetta. Y que ambos comparten el color azul como el preferido, aunque, en el caso de Kohan, xeneize empedernido, intervenido como azul y oro. La última pregunta fue el pedido de recomendación de libros. Mairal recomendó Poeta Chileno, de Alejandro Zambra. Kohan habló de tres autores: Leonardo Sabbatella, Ana Ojeda y Pablo Katchadjian.

Hubo aplausos, brindis y una promesa: las “Conversaciones” seguirán en 2023.

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