
España es un país cuyo paisaje está marcado por una impresionante diversidad geológica, y las cuevas subterráneas son uno de los elementos más fascinantes de su geografía. Muestra de ello son las cuevas de Altamira, las de las Maravillas o las de Cueva de Nerja, las cuales son reconocidas mundialmente por sus formaciones geológicas excepcionales y su relevancia histórica, ofreciendo un vistazo a los secretos que guarda el subsuelo de la península ibérica.
Pero junto a estos monumentos naturales, las grutas de Cristal de Molinos destacan como uno de los enclaves más impresionantes de Teruel. Situadas a casi cuatro kilómetros de la localidad que las da nombre, han cautivado a científicos, espeleólogos y viajeros desde su descubrimiento en 1961. Además, son conocidas también como la Cueva de las Graderas y ofrecen una experiencia única para quienes se atreven a adentrarse en las profundidades de la Tierra.
Un paisaje kárstico y restos arqueológicos
La boca de acceso de la cueva se encuentra a 970 metros sobre el nivel del mar, con un desnivel de 24 metros, en un entorno geológico singular compuesto por arenas, margas y calizas del Cretácico Superior. Estas formaciones rocosas, que datan de hace millones de años, son el resultado de un proceso de erosión y disolución del agua que ha dado lugar a un paisaje subterráneo verdaderamente extraordinario. Al adentrarse en la cueva, los visitantes se sumergen en un universo de formas caprichosas, esculpidas gota a gota a lo largo de los siglos.

Así, cada rincón de las grutas de Cristal tiene su propio nombre, evocando la particularidad de las formaciones que alberga. La Virgen, el Mantón de Manila, la Tarta Nupcial o el Pozo de los Deseos son solo algunos de los nombres que dan vida a un espacio en el que la naturaleza ha sido la principal artista. Estos nombres no son casualidad: son un homenaje a las formas singulares que la roca caliza ha ido moldeando a lo largo de miles de años.
Pero más allá de su belleza única, la cavidad atesora un alto valor arqueológico, pues en u interior se han encontrado restos fósiles de mamíferos que habitaron la zona hace más de cien mil años. Sin embargo, el hallazgo más fascinante es, sin duda, la mandíbula del “Hombre de Molinos”, el homínido más antiguo de Aragón, con una antigüedad de unos 25.000 años. Este descubrimiento ha puesto de manifiesto la presencia humana en la región desde tiempos remotos, lo que convierte a las grutas en un lugar clave para entender la prehistoria de la zona. Los restos del Hombre de Molinos se pueden observar en el museo de la localidad, un complemento perfecto para la visita a las grutas.
La visita: un recorrido entre cristales y formaciones marinas

Para entender todo el proceso geológico que se ha producido en este monumento natural, la visita cuenta con una Línea del Tiempo en las escaleras de acceso a la cueva. A través de esta representación gráfica, los turistas pueden interpretar el tiempo geológico y observar cómo se ha formado el territorio que los rodea. A mitad de esta línea, una exposición fotográfica de gran formato ofrece una visión de los tesoros ocultos en las profundidades de las grutas, con imágenes que muestran la belleza inigualable de este espacio.
En cuanto a la visita, su duración es de aproximadamente 45 minutos. Durante el recorrido, los visitantes acceden a dos salas principales: la sala de los Cristales y la sala Marina. La sala de los Cristales alberga una gran diversidad de espeleotemas, entre los que destacan las estalactitas excéntricas, que son uno de los principales atractivos de la cueva. Por otro lado, la sala Marina ofrece una espléndida visión de espeleotemas coralinos que dan nombre a esta estancia. Estas formaciones, que recuerdan a los corales marinos, añaden un toque único al paisaje subterráneo.
Como complemento a la visita, es altamente recomendable acudir al Museo de las Formaciones en el pueblo de Molinos, ubicado en el edificio del nuevo lavadero. Allí se ha replicado la diversidad de formaciones que adornan la Sala de los Cristales. Además, un aula de audiovisuales presenta un documental-spot sobre la cueva y la historia del pueblo, proporcionando una visión más completa de este fascinante lugar.
Cómo llegar
Desde Teruel, el viaje es de alrededor de 1 hora y 20 minutos por la vía N-420. Por su parte, desde Zaragoza el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 50 minutos por las carreteras A-222 y A-223.
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