Cuando se estrena en España la película para conocer al joven Donald Trump, el biopic que el expresidente intento frenar: ambición, racismo y misoginia

Mientras Estados Unidos se adentra en plena campaña presidencial para elegir a un nuevo presidente que puede marcar el futuro de los próximos años, llega a España una película dispuesta a dinamitar los orígenes de uno de los dos candidatos, el líder del partido republicano Donald Trump y uno de los adalides del ascenso de la ultraderecha a nivel mundial.

Se trata de The Apprentice, un biopic sobre las primeras andadas del expresidente de Estados Unidos que él mismo ha querido evitar que viera la luz, sin éxito.

Lo curioso es que la película en cuestión está dirigida por un director de ascendencia iraní y que hasta el momento se había especializado en hacer obras sobre monstruos contemporáneos, ya pertenecieran al género fantástico, como en el caso de Borders o a la realidad, como certifica su anterior película, Holy Spider, sobre un asesino de mujeres fundamentalista que operaba en su país de origen.

En esta ocasión, el objeto de estudio de Ali Abbasi es Donald Trump, lo que puede hacernos una idea sobre cómo se enfoca el personaje si tenemos en cuenta que sus películas están protagonizadas por ogros y por psicópatas. Esta mirada externa sobre un personaje tan norteamericano como el que nos ocupa no deja de ser tan interesante como controvertida.

The Apprentice se presentó en el pasado Festival de Cannes en la Sección Oficial y se encarga de indagar en las raíces de Donald Trump, un personaje que emerge de los bajos fondos de Nueva York para convertirse en una figura megalómana, misógina, despótica y símbolo del nuevo capitalismo avasallador que corroe en nuestros días.

Para ello, el director compone una sátira mordaz en torno a un empresario que no tienen ninguna clase de escrúpulos para conseguir aquello que quiere, y lo hace remitiendo al cine de la época, el de los años en los que se ubica la historia, finales de los setenta, principios de los ochenta, con ese pulso característico de esas ficciones políticas que marcaron una época, como las de Sidney Lumet, en las que la forma directa y casi periodística se encargaron de reflejar la complejidad social del momento que se retrata a ritmo de thriller.

La historia de The Apprentice se centra en la relación entre Donald Trump (interpretado por Sebastian Stan) y Roy Cohn (al que encarna Jeremy Strong, conocido por su mítico papel en la serie Succession), cuya carrera pasaría a la historia por ser el brazo derecho del senador Joseph McCarthy en su ‘caza de brujas’. Más tarde, se convertiría en el asesor legal del joven Trump, hasta el punto que se dará a entender que llegó a moldear sus tácticas empresariales y políticas para maniobrar en torno a la legalidad en todas sus acciones y convertirse en el personaje controvertido que ahora es.

La película comienza con un joven Trump tan tímido como ambicioso que busca su lugar en el mundo en esa urbe desorbitada que es Nueva York, obsesionada con el éxito, pero en la que laten problemas estructurales, económicos, y desconcertantes, como es el aumento de los infectados por VIH. En ese contexto, Roy Cohn se convertiría en el mentor de nuestro protagonista a la hora de manipular a todo aquel que se cruce por su camino.

¿Quién de ellos es el verdadero monstruo? La película deja una puerta abierta a la ambigüedad a través de la fascinación que otorga el poder y toda la confusión que conlleva, a lo que contribuye una banda sonora en la que encontramos temas como Yes Sir, I Can Boogie de Baccara o Always On My Mind, de Pet Shop Boys. El carácter de fábula pop nunca se pierde por el camino, aunque sea de lo más perversa.

En efecto, nos encontramos en un momento en el que se está construyendo Norteamérica tal y como la conocemos, en el que el Sueño Americano pasa por el éxito económico y el ascenso en las aciones en Wall Street.

En ese sentido, Abassi intercala detalles que anticipan acontecimientos futuros, ofreciendo al espectador un juego irónico que pasa de la risa al asombro y, finalmente, al miedo. Uno de estos detalles es el título de la película: The Apprentice, que evoca al famoso ‘reality show’ de Trump emitido entre 2004 y 2007, donde el magnate era tanto el premio como el juez en un concurso para aspirantes a empresarios. En contraste, aquí el “aprendiz” se convierte en objeto de burlas, revelando su naturaleza oportunista y peligrosa, dispuesto a cualquier cosa para transformar un viejo edificio en el lujoso hotel que más tarde se llamaría Torre Trump.

La película se adentra en el perfil más íntimo del futuro presidente, explorando sus complejos y frustraciones. Abassi presenta a un Trump que intenta estar a la altura de las expectativas de su padre, un hombre severo que representa la figura del “progenitor protector” descrito por el lingüista George Lakoff, en contraposición al “padre comprensivo” asociado a los demócratas.

A través de esta dinámica, The Apprentice lanza una advertencia seria: una sociedad exigente y represiva puede engendrar monstruos, figuras insatisfechas que buscan desesperadamente demostrar su valía, con cabello rubio y una piel anaranjada (en este caso).

La película no rehúye los aspectos más oscuros de su protagonista, como el trato hacia las mujeres. Entre las escenas más crudas, se incluye una recreación del testimonio de Ivana Trump, quien en 1990, durante su proceso de divorcio, afirmó haber sido violada por su exesposo, un episodio que refleja el perfil depredador del magnate. El filme también aborda los efectos a largo plazo de sus decisiones empresariales, desde la evasión fiscal hasta las acusaciones de discriminación racial en sus propiedades, acciones que contribuyeron a profundizar las desigualdades sociales en Estados Unidos.

El cierre de The Apprentice no es menos contundente. En un país donde la verdad puede construirse a partir de la mentira, la figura de Trump emerge como un ejemplo claro de cómo la manipulación y la distorsión de la realidad pueden llevar a la cúspide del poder. La película de Abassi no solo narra el ascenso de un hombre, sino que también es una reflexión sobre los peligros de un sistema que premia el cinismo y la falta de escrúpulos.