
Las cifras de déficit fiscal difundidas la semana pasada por el Palacio de Hacienda obligaron a los analistas del mercado a revisar las proyecciones que comparten con sus clientes, que ahora indican un desequilibrio mínimo de 3% del PBI, lejos de la meta fiscal plasmada todavía en el acuerdo con el Fondo Monetario de 1,9% del producto. El bache genera cada vez más inquietud ante una realidad que se vuelve cada día más contundente: la fuente casi excluyente de financiamiento de ese agujero fiscal es el Banco Central. Tanto de manera directa como indirecta, la entidad monetaria cuadriplicó el auxilio financiero al Tesoro en el primer cuatrimestre del año respecto al mismo período del año pasado y, sin tener en cuenta el ya incumplido límite impuesto por el Fondo Monetario, todavía tiene amplio resto para seguir emitiendo y pagar las cuentas. Esto porque en el balance del año pasado de la entidad monetaria, se destaca el dato de las utilidades obtenidas que alcanzan a $1,15 billones, los cuales podría transferir sin restricciones.
A esa cifra, se suman los $850.000 millones en adelantos transitorios que todavía podría girarle al Tesoro dentro de los límites de la Carta Orgánica. De esta manera, entre las ganancias contables del BCRA y los adelantos todavía permitidos, el Central podría emitir casi $2 billones más. Esa cifra, vale aclarar, no contempla la emisión que todavía podría producirse para la recompra de bonos en pesos en el mercado secundario, otra manera de financiar al Tesoro, aunque indirecta. Por ese mecanismo, calculan diferentes consultores privados en base a las planillas del Central, ya se emitieron unos $1,3 billones.
“En términos de financiamiento, el Tesoro continuó recurriendo al Banco Central. Al igual que hace un año, en abril se logró cerrar la brecha fiscal mediante el auxilio directo e indirecto del BCRA (recompra de deuda en el mercado secundario a inversores privados)”, advirtió a sus clientes el JP Morgan en su último informe, en el que resaltó que en total, el financiamiento monetario del Banco Central, consistente en adelantos transitorios más la recompra de deuda en pesos (descontando la compra de divisas del Tesoro al BCRA) se ubica en 0,8% el PBI, lo que se compara con 0,2% para la misma altura del año. El banco de inversión proyectó un déficit para este año de 3% del PBI que, se prevé, será en gran parte financiado con más emisión.
En lo que va del año, el Banco Central ya transfirió al Tesoro adelantos transitorios por $670.000 millones, monto que podría ascender hasta $1,5 billones según los cálculos de 1816. “Por Carta Orgánica, calculamos que el BCRA todavía podría transferir Adelantos por $850.000 millones al Fisco, además del total de las utilidades”, detalló la consultora, quien remarcó que no hay, en la ley que rige a la autoridad monetaria, limitaciones precisas respecto a su participación en el mercado secundario de deuda mediante la compra de títulos públicos.

En cualquier caso, esa cifras exceden ampliamente lo previsto en el entendimiento revisado en marzo con el FMI, en el que sólo para el primer semestre se preveía un monto de asistencia directa hasta $370.000 millones.
Si bien en ese momento se flexibilizó la meta de acumulación de reservas del primer trimestre, se mantuvo la meta fiscal y, también, las restricciones al BCRA para el financiamiento monetario. Pero lo cierto es que, ante el derrumbe de los ingresos por la muy baja recaudación de retenciones, producto de la sequía, y también por la desaceleración de la actividad económica, ese objetivo es ilusorio.
Proyecciones recientes de Ecolatina, para acercarse a esa meta, en pleno año electoral, el Gobierno debería ajustar el gasto en 1,6% del PBI. Eso sería un apretón mayor al del año pasado y se asemejaría a lo ocurrido durante el gobierno anterior. En ese sentido, señala la consultora fundada por el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, “2023 y 2019 serían los únicos años electorales en los que el gasto público se achica pese a enfrentarse a una recesión económica”. La desventaja para el actual ministro, Sergio Massa, es que, a diferencia de 2019, aunque baje el gasto, el déficit no se corregiría tan linealmente dada la caída de la recaudación.
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