
La compra de dólares en bancos se va reactivando paulatinamente con el correr de los meses, aunque los “bolsillos flacos” por una inflación que le saca amplia ventaja a los salarios es un impedimento para ahorrar.
La demanda de divisas se da en una previa electoral en la que se espera que el Banco Central mantenga a raya la suba del dólar oficial. En el mercado mayorista el billete sube un 15% en 2021, frente a una inflación estimada en el 29% desde el arranque del año. Este avance se contagia al dólar minorista, que con la aplicación de impuestos se vende este lunes a $168,45 en promedio.
Con el salto de 7,4% experimentado por el dólar libre en julio, el billete informal, ahora a $180,50, volvió a superar a su competidor formal, el dólar ahorro. Un dólar en bancos más barato que el “blue” es un incentivo para la demanda.
No obstante, la maniobra del “puré”, como se le llama en la jerga financiera a la venta en el mercado informal de los dólares adquiridos en el circuito oficial, no ofrece todavía una brecha sustancial como para alentar este pase de manos.
Un ahorrista que hoy adquiere en el banco USD 200 -el cupo máximo mensual, por $33.690- y los retira para revender a precio “blue” estaría recibiendo unos $176 por billete verde, que es el precio tomador en las “cuevas”, por un total de 35.200 pesos.
Es decir que la ganancia efectiva en este caso alcanzaría entre 1.500 y 2.000 pesos, según el precio obtenido en el mercado negro, un margen muy pequeño como para hablar de operaciones significativas. En octubre del año pasado, cuando el dólar libre anotó un récord de $195, hacer el “puré” llegó a rendir 7.000 pesos al mes.
En este sentido, los depósitos en dólares en efectivo del sector privado superaron en julio los USD 16.300 millones, una marca que habían perdido a finales de septiembre del año pasado, diez meses atrás.
Si un primer incentivo a la demanda de dólar “ahorro” es que éste se encareció a un ritmo que fue la mitad de la tasa de inflación, y un segundo incentivo es el de un dólar libre que empieza a acelerar su alza, un tercer incentivo está en la tasa de interés en pesos.
La pulseada entre la tasa de interés y el dólar es una tradición en el menú de los ahorristas menos sofisticados. Y en la Argentina, el ahorro en plazos fijos viene perdiendo frente a la inflación -que superó el 50% anual- hace prácticamente un año, desde agosto de 2020.
La tasa Badlar (para depósitos de más de un millón de pesos) es de un 34,1% nominal anual, lo que implica una tasa efectiva anual (al renovar el depósito y sumar los intereses mes a mes) alcanza el 40%, mientras que para depósitos hasta $100.000 la tasa nominal anual de 35,4%, que implica un interés compuesto de 41,8% al cabo de un año. Por eso, muchos ahorristas observan que el dólar oficial podría subir por encima de estos porcentajes en los próximos 12 meses.
“La tasa real positiva es una primera barrera de defensa para evitar que la demanda de pesos se resienta. Le da mayor inmunidad a la moneda local porque encarece, para los tenedores de billetes, la decisión de migrar hacia bienes (inflación) o moneda extranjera (brecha cambiaria y expectativas de devaluación). Aunque no es condición suficiente para que el peso esté saludable (la estabilidad macro, las instituciones y la confianza son claves), sí es una condición necesaria que contribuye con la propiedad de reserva de valor de la moneda, un rol cada vez más cuestionado”, indicó GMA Capital.
Un informe de Ecolatina señaló que “los períodos electorales suelen venir acompañados de políticas fiscales expansivas y presiones cambiarias. El atraso del dólar antes de los votos es una característica de la economía argentina, casi tan repetida como las correcciones posteriores. En este marco, se redobla la intensidad de la pregunta por la dinámica de la tasa de interés: ¿se animará el Banco Central a mejorar el rendimiento de los plazos fijos, en un contexto de inflación transitoriamente a la baja, pero mayores tensiones cambiarias?”.
“El reciente endurecimiento del cepo invita a pensar que no, que los principales ajustes seguirán vinculados a los ‘garrotes’ -complicar los caminos para ahorrar en dólares-, en lugar de a los incentivos -premiar a quien lo hace en pesos-”, agregó Ecolatina.
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