Quién es Romain Svartzman, el economista argentino detrás de la idea de que un “cisne verde” puede provocar la próxima catástrofe financiera

En diálogo con Infobae, el especialista del Banco de Francia, da detalles del libro que alerta sobre los riesgos de una crisis vinculada al cambio climático

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Incendios en Australia (The New York Times)
Incendios en Australia (The New York Times)

El “Cisne verde”, es un libro de investigación recientemente lanzado por el Bank for International Settlements (BIS), un organismo que reúne a 60 bancos centrales del mundo, y del cual es coautor el economista franco argentino Romain Svartzman.

En el texto de banco central de los bancos centrales, queda plasmada la posibilidad de que fenómenos climáticos como los incendios en Australia o los huracanes en el Caribe provoquen grandes daños financieros con réplicas mundiales.

Tras la grave crisis económica y financiera de 2008, Wall Street empezó a prestarle más atención al surgimiento de sucesos como el que desencadenó la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y que terminó arrastrando al resto del mundo en un proceso de recesión.

Svartzman (Facebook: Romain Svartzman)
Svartzman (Facebook: Romain Svartzman)

En diálogo con Infobae, el economista de madre francesa y padre argentino, Romain Svartzman, recibido en la prestigiosa Universidad Sciences Po, señaló que el cambio climático responde a las características del cisne negro, una figura concebida por un matemático y ensayista de origen libanés Nassim Taleb, que describe un acontecimiento inesperado con consecuencias extremas que escapan a las previsiones de los economistas más avezados. Una idea que refiere a eventos muy poco frecuentes, con consecuencias muy profundas y potencialmente devastadoras para la finanzas.

Aunque los impactos del cambio climáticos sean muy difíciles de predecir, sabemos que están ocurriendo. Es decir que hay una mezcla de certeza respecto a la realidad del fenómeno e incertidumbre con respecto al momento, forma y alcance del evento perturbador

En ese contexto, Svartzman advierte que “un cisne verde puede generar catástrofes que parecen inimaginables si solo miramos hacia el pasado como referencia, con un muy fuerte alcance como por ejemplo los incendios recientes en Australia, e imposibles de predecir por actores que usan medidas de riesgos basadas en el pasado”. Asimismo, explica cuál es el rol de los gobiernos y los bancos centrales para reducir los riesgos de que se desate una crisis financiera de magnitud global con graves consecuencias para los países y sus ciudadanos.

- ¿Cuál fue el disparador de la investigación?

- El tema de los riesgos financieros ligados al cambio climático viene siendo discutido desde hace unos años. En 2015, Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra, declaró que el cambio climático podía generar riesgos financieros. Dos años más tarde, a finales del 2017, ocho bancos centrales crearon la “red para ecologizar el sistema financiero” (NGFS por sus siglas en inglés), un foro compuesto principalmente por bancos centrales y supervisores financieros que participan de manera voluntaria con el propósito de contribuir al desarrollo de la administración de riesgos relacionados con el clima y el medio ambiente en el sector financiero y movilizar financiamiento para apoyar la transición hacia una economía sostenible. En diciembre del 2019 ya estaba compuesto por 54 bancos centrales y supervisores, y por 12 miembros observadores. La primera recomendación del NGFS consiste en integrar los riesgos relacionados con el clima en el monitoreo de la estabilidad financiera y la micro supervisión. Esta recomendación fue el disparador del libro “El cisne verde: ¿cómo se pueden identificar, medir y manejar los riesgos climáticos?”. Allí buscamos profundizar el conocimiento en esta área aún muy reciente. Y para esto, armamos un equipo compuesto por miembros de instituciones como el Banco de Francia, la academia y el sector privado para avanzar en este tema complejo.

- ¿Qué significado, concretamente, la expresión “cisne verde”?

- Está inspirada en el cisne negro, de Nassim Taleb, sobre eventos muy poco frecuentes, con consecuencias muy profundas y potencialmente devastadoras, y que suelen ser explicadas ex post. Es decir que los marcos analíticos usados antes del evento no permiten ver la posibilidad de ocurrencia del evento, y que solo después se proponen nuevos marcos que hubiesen permitido evitar o minimizar los impactos del cisne negro. El cambio climático responde a las características del cisne negro. Puede generar catástrofes que parecen inimaginables si solo miramos hacia el pasado como referencia, con un muy fuerte alcance, como por ejemplo los incendios recientes en Australia, e imposibles de predecir por actores que usan medidas de riesgos basadas en el pasado. Además, el cisne verde presente algunas diferencias. Por un lado, aunque los impactos del cambio climáticos sean muy difíciles de predecir, sabemos que están ocurriendo. Es decir que hay una mezcla de certeza respecto a la realidad del fenómeno e incertidumbre con respecto al momento, forma y alcance del evento perturbador. Muchos eventos climáticos son irreversibles y la comunidad científica nos advierte que los daños futuros podrían generar muchísimo sufrimiento para las próximas generaciones. En este sentido, un cisne verde puede ser aún más preocupante y desestabilizador que varios cisnes negros.

infobae

- ¿Cuándo podría surgir un evento como este y por qué?

- Hay dos tipos de riesgos climático. El primero se llama riesgo físico, y se refiere a los impactos del cambio climático debido a un aumento en la frecuencia y magnitud de los eventos climáticos como los huracanes, inundaciones y olas de calor. Por ejemplo, las construcciones al borde del mar ya están amenazadas por el aumento del nivel del océano en muchos países y algunas compañías de seguro ya no desean cubrir estos activos. Esto puede llevar a la destrucción física de bienes y centros productivos, y generar un efecto cascada que afectaría muchos otros sectores. Las instituciones financieras están expuestas a todos estos sectores, ya sea a través de actividades de crédito, mercado o seguro. El segundo tipo de riesgo es de transición. Se refiere al hecho que, para evitar los impactos físicos del cambio climático y que el calentamiento global alcance los 1,5 o 2 grados Celsius, necesitamos una transición extremadamente veloz. Si se implementaran medidas adecuadas, gran parte de las reservas de recursos fósiles deberían ser paradas. Algunos estudios indican que hasta el 80% de las reservas de carbón, la mitad de las de gas y el tercio de las reservas de petróleo deberían quedar en el suelo para limitar el aumento de la temperatura en dos grados. Esto podría generar dos riesgos principales: un shock de valorizaciones de estos activos fósiles, lo cual podría generar ventas masivas y aceleradas que podrían afectar el precio de muchos otros activos y tener efectos sobre todo el sistema financiero. Y otro vinculado a que muchos sectores económicos dependen de una manera u otra de estos recursos fósiles. Las exportaciones argentinas de soja, el sistema productivo chino (que depende mucho del carbón) y el consumo de bienes chinos en Europa son parte de un sistema global interconectado, por lo cual los riegos de transición deben ser analizados de manera global. Además las instituciones financieras están expuestas a todos estos sectores y a todas las vulnerabilidades que pueden llegar a surgir. Un riesgo sistémico se podría generar si uno de estos dos tipos de shocks o la conjunción de ambos llevara a instituciones financieras a no tener el capital suficiente para absorberlos.

Muchos eventos climáticos son irreversibles y la comunidad científica nos advierte que los daños futuros podrían generar muchísimo sufrimiento para las próximas generaciones. En este sentido, un cisne verde puede ser aún más preocupante y desestabilizador que varios cisnes negros

- ¿Qué deben hacer los gobiernos e instituciones para afrontar una eventual crisis financiera vinculada al cambio climático?

-Es una pregunta difícil. En el libro decimos que los bancos centrales pueden contribuir a identificar y manejar los riesgos climáticos. Por ejemplo, algunos bancos centrales como el Banco de Francia están preparando testeos de estrés climático, para evaluar la resiliencia del sistema financiero a ciertos cisnes verdes. Sin embargo, los bancos centrales no pueden salvar el mundo del cambio climático, esto es responsabilidad de los gobiernos. A pesar de no poder resolverlo todo, en el libro señalamos que los bancos centrales pueden ayudar, en el marco de sus mandatos actuales, en la coordinación de las respuestas de distintos actores frente al cambio climático. Pero ejemplo, proponemos trabajar en los precios al carbono y sus impactos sociales; en los lineamientos necesarios entre política fiscal y monetaria, especialmente en el contexto actual de tasas de interés muy bajas en las economías avanzadas; en la promoción de la inversión sustentable en las prácticas de las instituciones financieras y las reformas posibles a nivel internacional para que la estabilidad climática sea reconocida plenamente como un bien público global.

Algunos estudios indican que hasta el 80% de las reservas de carbón, la mitad de las de gas y el tercio de las reservas de petróleo deberían quedar en el suelo para limitar el aumento de la temperatura en dos grados

- ¿Las tasas de los bancos pueden seguir bajando como instrumento para reactivar la economía y la producción mundial en caso de que surja un Cisne Verde?

- Este podría ser otro límite a la acción de los bancos centrales. En muchos países las tasas ya están muy bajas y hay poco margen para bajarlas más. Esto refuerza lo dicho anteriormente. Las tasas bajas les ofrecen posibilidades a ciertos gobiernos de implementar políticas fiscales verdes. El hecho que las tasas estén tan bajas puede ser una oportunidad, siempre y cuando se controle qué tipos de proyectos se benefician de esta coyuntura.

-¿Cómo llegó al Banco de Francia y en qué proyectos trabaja?

-Yo soy franco-argentino, y tuve la suerte de poder vivir en Europa y América Latina. Después de ocho años en el área de “finanzas verdes”, para un fondo de inversión primero y después para el Banco Mundial, empecé un doctorado sobre las dimensiones macroeconómicas y de economía política internacional vinculadas al cambio climático. Esto me llevó a trabajar sobre los vínculos entre crisis ecológicas y riesgo sistémico. Cuando el Banco de Francia abrió un puesto de economista para trabajar precisamente en estos temas, fue muy natural para mí entrar en la institución. La toma de consciencia de los bancos centrales sobre estos temas es reciente pero es muy fuerte, y ojalá pueda inspirar a otros actores públicos y privados.

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