Convencido de que “la poesía es la esperanza de lo que no tiene esperanza”, el poeta chileno Raúl Zurita, uno de los mayores autores vivos en castellano, reflexiona en esta entrevista sobre el valor y el porvenir de los versos frente a los desafíos que emergen en el “feroz” mundo actual.
“Mientras haya un solo ser que sufre, la poesía seguirá siendo el arte del futuro”, dice Zurita (1950), quien ha podido constatar durante los más de cincuenta años que ha dedicado a la escritura que “la poesía significa el sueño de algo mejor” y que, sin ese sueño, “nadie resiste ni un minuto”.
“La poesía no puede parar una dictadura, una guerra, el trabajo esclavo o el narco, pero sin la poesía ningún cambio sería posible”, añade, pensando en el sentido de versos en un mundo que, lamenta, “es aterrador porque te hace escribir sobre cosas que hubiese sido mejor no escribir nunca”.
“Escribimos poemas porque no hemos sido felices”, admite recordando la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), un período al que se refiere como “noche” y que marcó la vida del que entonces era un estudiante de ingeniería civil, para quien la poesía se convirtió en una suerte de “autoafirmación” y en “la única manera de pararse frente a lo que estaba pasando”.

“Partir del terror” para “empezar de nuevo”
Siguiendo una “forma de lucha” que buscaba “ponerle al horror toda la violencia que puede tener la belleza”, Zurita compuso Purgatorio, poemario que inauguró una abundante trayectoria literaria reconocida por premios como el Nacional de Literatura de Chile 2000, Pablo Neruda 2016 o el Reina Sofía 2020.
“Hay que partir del terror, de las propias carencias y faltas, de todo lo que uno necesita y que no tiene, o todo lo que ve que necesitan otros y no tienen. (Hay que) socavarse, romperse para, desde ahí, empezar a ver de nuevo”, explica.
Con esa intención escribió libros como Anteparaíso, Canto a su amor desaparecido o La vida nueva, obras que repasa desde su casa, su “pequeño oasis de paz” en Santiago, a los 75 años, habiendo llegado al final de su recorrido poético con la calma de pensar que como artista hizo “todo lo que tenía que hacer”.
Del “renacimiento del fascismo” a la IA
Zurita ya no escribe, pero es consciente de que dio con su pluma una “lucha permanente” que debe seguir “cada segundo, cada día”.

“Está emergiendo un mundo muy horrible”, advierte al señalar el “renacimiento del fascismo”, un fenómeno “tremendamente peligroso” del que también es testigo en Chile, donde han “revivido” discursos como los que promovió la dictadura más de cincuenta años atrás.
“Nunca hemos sido muy solidarios, pero ahora somos tremendamente insolidarios. Nunca hemos sido unos individualistas, pero ahora hay un individualismo extremo. Siempre nos han gustado cosas banales, pero nunca más banales que ahora”, agrega.
Zurita, sin embargo, reconoce que todavía conserva la esperanza porque “si no ya habría muerto” y espera que la suma insistente de “pequeñas y pálidas victorias” haga que “esta humanidad sea digna del universo que habita”.
Para ello se abre incluso a la aportación de la Inteligencia Artificial (IA): “Mientras tenga una parte que arregle este mundo, está bien”.

“Me preocupa si es terrible, pero ¿qué más terrible que nosotros?”, reflexiona el autor, quien opina que “la IA puede ser la máxima creación artística de este tiempo” y asegura que, si pudiese “construir los mejores poemas del mundo”, le “encantaría” leerlos.
Un último sueño en la Antártida
La poesía de Zurita ha trascendido más de una vez las páginas de sus libros. En 1982 escribió La vida nueva en el cielo de Nueva York, en 1993 excavó Ni pena ni miedo en el desierto de Atacama, y en 2024 proyectó Verás en los acantilados del norte de Chile.
Ahora, el poeta deja volar de nuevo su imaginación y revela su último sueño: “Quisiera escribir una poesía sobre los paredones de hielo de la Antártida”.
“No sé si tendré la fuerza para hacerlo”, reconoce, pero tiene claro que, si lo logra, los versos acabarán con el que él bautiza como su “poema final”: “Entonces, aplastando la mejilla quemada / contra los ásperos granos de este suelo pedregoso / -como un buen sudamericano- / alzaré por un minuto más mi cara hacia el cielo / hecho un madre llorando / porque yo que creí en la felicidad / habré vuelto a ver de nuevo las radiantes estrellas”.
Fuente: EFE.
[Fotos: EFE/ Ailen Díaz]
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