Godard, Truffaut y Belmondo resucitaron este sábado en el Festival de Cannes con Nouvelle Vague, el film del estadounidense Richard Linklater que narra con humor y cariño el rodaje del clásico del cine del siglo XX Sin aliento (“À bout de souffle”). La película compite por la Palma de Oro, premio mayor del festival.
Jean-Luc Godard, fallecido en 2022, era a mediados de los años 1950 un simple crítico de la revista Cahiers du cinéma, impaciente por ponerse detrás de la cámara. Su colega François Truffaut venía de saborear la consagración con Los 400 golpes.
La cámara de Richard Linklater, figura del cine “indie” estadounidense, posa una mirada incondicional sobre este joven Godard de frases lapidarias (“todo es filmable”, “el cortometraje es el anticine”) que va a rodar en 1959, en 20 días y con apenas un esbozo de guión, una obra maestra del séptimo arte. “La ‘nouvelle vague’ inventó la idea de la película de autor”, afirmó el cineasta estadounidense, de filmografía muy variada (de Boyhood a la trilogía Before...). “‘Sin aliento’ solo podía surgir de la mente de Godard”, aseguró.

Rodada en blanco y negro y en francés, Nouvelle Vague muestra cómo el director controlará todo en su primera película, especialmente el reparto de Jean-Paul Belmondo, entonces un actor poco conocido, y Jean Seberg, estrella naciente que venía de un rodaje agotador. En el set flotan las espirales de humo de los cigarrillos, la improvisación y la despreocupación de los primeros pasos, pero Godard decide todo. Se niega a que su actriz se maquille, ignora los errores de continuidad entre planos durante la filmación.
Hay días en que pone fin abruptamente al rodaje porque “ya no tiene ideas”. “Si quieren la nueva ola, démosles una ola gigante”, declara el cineasta, convertido desde entonces en la encarnación del muy francés culto al autor, omnipotente y todopoderoso.
“Un rodaje puede ser agradable, conciliador y para nada abusivo”, estimó Linklater. “Pero como en una sinfonía, necesitas un director de orquesta”, añadió. “Como director, tienes la película final en la cabeza, el tono, la apariencia, el sentimiento”. Debe mencionarse que Nouvelle Vague estuvo a punto de no concretarse. Solo debe su existencia a una pareja de productores franceses que recurrieron a sus propios fondos para sacar adelante este proyecto, considerado demasiado “cinéfilo”.

Homenaje a Godard
Para su homenaje a Godard, creador de Sin aliento, el estadounidense intentó volver al espíritu de sus inicios, ayudado por un elenco de actores franceses poco conocidos (Guillaume Marbeck, Aubry Dullin). “De hecho, tuve que retroceder en mi propia mente, desaprender lo que había aprendido del cine, para volver al estado en el que estaba cuando hice mi primera película”, contó el director de 64 años.
“Fue muy liberador volver en el tiempo”, agregó, asegurando que siempre tuvo en mente la esperanza de ser seleccionado en Cannes. Una película anterior sobre Godard, Le Redoutable, con Louis Garrel en la piel del cineasta de El desprecio y Alphaville, no se llevó ningún premio de la competición en Cannes en 2017.
Para Linklater, la selección de Nouvelle Vague en la carrera por la Palma de Oro tiene un sabor particular. Primero, porque Godard es una figura reverenciada del festival, donde recibió una Palma “especial” en 2018. Pero también porque marcó la historia de la Croisette contribuyendo a la suspensión de la edición de mayo de 1968, cuando la tormenta social rugía en Francia. En la película Nouvelle Vague se escucha a uno de los cineastas despotricar contra las “viejas reliquias del festival” de Cannes.

Por qué Godard y <i>Sin Alient</i>o son relevantes
En 1960, Jean-Luc Godard revolucionó el cine con Sin aliento (“À bout de souffle”), producido por François Truffaut, compañero de Godard en la revista Cahiers du cinéma. No solo ganó el prestigioso Premio Jean Vigo, sino que también marcó el inicio de una serie de películas que desafiaron las convenciones cinematográficas de la época. Godard se destacó por su enfoque innovador y su despreocupación por los procedimientos tradicionales, lo que le permitió explorar nuevas formas de narración visual.
Sin aliento se rodó sin un guion convencional. Godard, en lugar de seguir un libreto preestablecido, esbozaba el diálogo cada noche y lo ajustaba durante los ensayos y las tomas. Esta técnica de improvisación no solo le permitió capturar la realidad de manera más auténtica, sino que también le dio la libertad de imponer su visión personal en la narrativa.

La trama de Sin aliento sigue las desventuras de un delincuente de poca monta, interpretado por Jean-Paul Belmondo, quien a menudo fue considerado el álter ego de Godard en pantalla. El personaje, admirador del icónico actor Humphrey Bogart, se ve traicionado por una joven estadounidense. Esta traición no surge de un odio o resentimiento, sino de la incertidumbre de la chica sobre sus propios sentimientos, lo que la lleva a delatarlo simplemente para comprobar si realmente lo ama.
La influencia de Sin aliento se extiende más allá de su narrativa, ya que su estilo visual y su enfoque narrativo han dejado una marca indeleble en el cine contemporáneo. La colaboración entre Godard y Truffaut en este proyecto fue fundamental para el éxito de la película. Ambos cineastas compartían una visión común sobre la necesidad de renovar el cine francés, alejándose de las fórmulas convencionales y explorando nuevas formas de expresión artística. La película no solo es una obra maestra del cine, sino también un testimonio del genio creativo de Jean-Luc Godard.
Fuente: AFP
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