Donde viven los monstruos de Sofia Torres Kosiba

La artista cordobesa presenta la muestra “Bravaria” en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Allí construye los despojos de la cultura de una nación imaginaria, a través de sus monumentos

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”Bravaria”, de Sofia Torres Kosiba, en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires
”Bravaria”, de Sofia Torres Kosiba, en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires

Había una vez un reino, Bravaria. Había una vez un reino que se erigía inhóspito y feroz, que vivía en las huellas de sus monumentos derruídos, de los seres que alguna vez la habitaron y que en la actualidad se presenta en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

La muestra, curada por Raúl Flores y que es parte del programa “Moderno Federal”, reúne a un grupo de esculturas, tintas y una video performance, que revelan la construcción de este territorio que la artista Sofia Torres Kosiba (Córdoba, 1974) comenzó a construir desde su infancia, aún sin saberlo, y en el que se mezclan la herencia de los relatos familiares junto a la mitología regional.

“El reino de Bravaria es un territorio arrasado, cuya arquitectura en ruinas contrasta con las formas orgánicas de los seres que lo habitan. Estos personajes alquímicos, trabajados en cemento, hierro y goma espuma, llevan en sus cuerpos la contradicción de una corteza rígida y un interior blando. Los habitantes de este reino fantástico, ahora convertidos en monumentos, permanecen inmóviles, a la espera de un descuido para comenzar a moverse”, reza el texto curatorial.

Más allá de los límites de este territorio feroz y febril, Torres Kosiba forma parte del grupo de artistas autogestivos que lleva adelante el proyecto Hotel Inminente en la ciudad de Córdoba, del que participan 30 creadores en una experiencia de comunidad abierta y que incluye investigación en artes visuales, producción audiovisual, arte textil, performance, escritura, pintura, arte sonoro, artes gráficas, escultura y prácticas cercanas a la economía popular.

"He sido una niña que ha pasado por una infancia y adolescencia muy encerrada, muy solitaria", dice la artista cordobesa Sofia Torres Kosiba
"He sido una niña que ha pasado por una infancia y adolescencia muy encerrada, muy solitaria", dice la artista cordobesa Sofia Torres Kosiba

En diálogo con Infobae Cultura, Torres Kosiba recrea los cimientos detrás de este territorio imaginario, la relación con la literatura, y cómo su manera de trabajar se relaciona con su propuesta estética, entre otros temas.

Más allá de las artes plásticas, cuando pienso en territorios ficcionales, inevitablemente voy hacia la literatura. Faulkner con su Yoknapatawpha, García Márquez y Macondo o, incluso, Osvaldo Soriano con Colonia Vela. La creación de un continente para regirlo por sus reglas propias, para verter su mirada del mundo, mitológico y real a la vez.

—Creo que la literatura tiene mucho que ver, ahora que lo nombrás. He sido una niña que ha pasado por una infancia y adolescencia muy encerrada, muy solitaria, muy a diferencia de lo que es mi vida adulta, y mi único vínculo, mi sostén, durante todos estos años fueron los libros, la lectura, la literatura. Vengo de unas familias muy particulares por los dos lados, muy diferentes entre ellas. De un lado, polaca, anarquistas, personas con una idea de los obreros y, por otro, todo lo contrario, que es mi familia de Perú, que tienen como unas historias muy cercanas a García Márquez, a un tipo de literatura latinoamericana, digamos, que era la que a mí también en esa época me encantaba o incluso muy cercanas a Cortázar. Ese tipo de ficciones se hacen necesarias, a veces, como la única manera de soportar las realidades del día a día.

"Bravaria, este país inventado tiene tres ejes desde donde se construye: la invención, lo establecido y el absurdo", detalla la artista
"Bravaria, este país inventado tiene tres ejes desde donde se construye: la invención, lo establecido y el absurdo", detalla la artista

Y es que en la obra de Torres Kosiba exuda cierto lenguaje de simbolismo fantástico que juega tanto con esas connotaciones del realismo mágico literario, pero que a su vez lo hacen en los límites de lo conocido y lo onírico, a través de obras de una pareidolia corrosiva.

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Bravaria, explica, “es una combinación de Brava y de Bavaria, que era el país donde vivía la que fue después Elizabeth de Austria cuando era niña”. “Cuando era chica leía toda la Colección Billiken y era muy fan de esa parte, porque ella contaba que tenía una vida muy salvaje, estaba siempre rodeada de animales, había ciervos, había un montón de criaturas. Después fue una mujer muy particular para la época, un poco excéntrica. Me gustan esos juegos de palabras y también hay una cosa que se vincula un poco con poner algunas historias de mi familia”.

“Este país inventado -dice- tiene tres ejes desde donde se construye: la invención, lo establecido y el absurdo. Juego con algunas figuras antropomórficas siempre con algún tono cercano al humor o que sugieren algunas formas un poco más eróticas”.

Las pájaras culonas, una serie de tintas que forman parte de la exposición. De fondo, la videoinstalación de "La reina pájara" (Juan G. Batalla)
Las pájaras culonas, una serie de tintas que forman parte de la exposición. De fondo, la videoinstalación de "La reina pájara" (Juan G. Batalla)

En todo territorio imaginario hay personajes que construyen el relato, en este caso “son unas pájaras culonas, criaturas que siempre están como muy presentes, unas figuras un poco antropomórficas”. Entre ellas se encuentra La reina pájara, que surge de una preciosa y sensible videoinstalación, interpretada por la propia artista, quien entra en diálogo con las aves de un parque.

“El vídeo lo filmé en el Parque Sarmiento, que está cerca de mi casa en Córdoba, y que es un parque emblemático. Allí se encuentra la Cueva del Oso, que era como la zona roja y cuando éramos chicos nos decían que ahí vivía un oso para que no fuéramos. Entonces en el video empiezo a cantar como un pájaro y los pájaros del parque me contestan”, explica.

En ese sentido, en la exhibición se complementan “una cosa que tiene que ver un poco con todo lo que es la construcción de una cultura desde ciertos lenguajes o sonidos”.

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La construcción de Bravaria no es algo que surgió para la muestra, sino que la viene desarrollando desde hace varios años. “Hice otras muestras con este país en distintos formatos, de distintos tamaños.Todo inició por el 2018, cuando hice una muestra en Buenos Aires en una galería que se llamaba Bravaria Barroca Barracuda. En Córdoba, en 2019, ya empecé con este país inventado, con esta idea de generar monumentos que nos cuenten una historia distinta, como una especie de ficción de una historia ocurrida, una construcción de cultura”.

Ya en 2022, a partir de una residencia Sunchales, Santa Fe, edificó las esculturas y las tintas que surgieron de “un trabajo con la comunidad que vive frente del museo, trabajando un poco con los mitos urbanos del lugar. Ese museo era una pajarera gigante cuando formaba parte de la casa del fundador”. Además, presenta una pieza nueva “que es una mano con una base de muchos cerámicos, de tipo azulejos pintados, con dibujos como en una especie de iconografía variada con ciertos, personajes o ciertas formas. La mano es azul que en el horóscopo maya es la mano que sana”.

Las piezas se presentan brutales y nos hablan de un destino trágico
Las piezas se presentan brutales y nos hablan de un destino trágico

Nombrabas a tu familia como una parte constitutiva de este imaginario, ¿cómo es esa historia?

—Mi papá era peruano y mi mamá, polaca. Entonces tengo una mezcla muy extraña. Por ejemplo, mi nombre, Sofia, no lleva tilde porque no es el italiano, sino eslavo, y de eso hay mucho. Tengo un escudo que había diseñado para este país para grabar, porque del lado de mi familia de Perú son como muy pesados con el tema del linaje, el apellido, no sé qué de la historia familiar. Ellos dicen que somos familiares de Calderón de la Barca, yo creo que la mayor parte de las cosas son unas ficciones o tienen una parte de verdad y una parte de una forma muy exagerada de contar las historias. Pero en la casa de Lima, donde nació mi padre, tienen unos escudos familiares y a mí esas cosas me parecieron muy graciosas. Por otro lado, del lado de los polacos hay una cultura que tiene mucho que ver con los mitos eslavos, que es un poco incluso sangriento a veces, como la Baba Yagá. Todos los grandes mitos y grandes deidades eslavas no son amorosas ni buenas, ni tienen nada que ver con la idea de la bondad, sino que son bastante bestiales.

Hay una cuestión feral en algunas obras. Un lobo que, en sus sombras, se revela bestial, otras que se asemejan a serpientes marinas ensangrentadas, como los míticos Nahuelito o Nessie a pequeña escala o una especie de gliptodonte de espalda espinosa. Pero, a su vez, la factura nos habla de esa bestialidad.

—Sí, hay mucho de esa bestialidad en la forma de la construcción y el gran chiste, digamos, que hay debajo de todo esto, ahora que vos me lo preguntas, tiene que ver con la manera de hacer las piezas, sobre todas las esculturas.

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¿En qué sentido?

—Es una manera que tiene que ver más con mi realidad en Córdoba, mi manera de vivir y de ser artista, que es siempre desde un lugar de mucha precariedad económica. Entonces las obras están hechas con materiales de descarte, con basura, básicamente todo el interior de las estructuras son cosas en desuso que encuentro por ahí y las convierto después en estos seres y creo que ahí hay un juego que a mí siempre me interesó.

"La mano azul" es una pieza hecha especialmente para la muestra
"La mano azul" es una pieza hecha especialmente para la muestra

Un reino que, en realidad, se erige a partir de una estructura de deshechos.

— Es que hay algo que asoma de esa realidad que no tiene nada que ver con la realeza, sino con una especie de reina un poco decadente, como desde las ruinas. De hecho, cuando hice la muestra de Bravaria en Córdoba eran seis salas de una especie de reina homeless, que dormía en la calle. También había pasado que en ese periodo, justo cuando yo estaba pensando esta muestra, era el Congreso de la Lengua y venían los reyes de España, toda una situación que me pareció muy, muy absurda. Pensar la idea de la realeza hoy en un contexto de la contemporaneidad y está llegada a Córdoba generaba todo un montón de situaciones muy extrañas en las instituciones. A mí me dio mucha gracia y eso también me hizo pensar mucho más en esta idea de las reinas y de los reyes y de cómo ha funcionado esto en una realidad nuestra tan diferente.

¿Y cómo se relaciona este reino con tu propia cotidianidad?

—Yo hablo de mi situación, de mi vida en Córdoba, en mi barrio con mi familia, con mis gatos y perros. Y creo que es bastante simple todo, es como una construcción de un imaginario que en realidad se construye con lo doméstico, con el cotidiano, y a lo que apelo mucho es a una forma de la construcción de las piezas, que es lo que más insisto y que tiene que ver más con la práctica mía de la performance, la de construir piezas desde acciones muy sencillas, muy simples, y que no intervenga en ese instancia nada de la teoría, ni del pensamiento. Es algo bastante difícil de lograr.

Para las muestras que vengo haciendo últimamente hago esa especie de ejercicio, digamos que es decir “bueno, soñé con mi abuela Carmen, mi abuela de Perú, entonces lo que hago es inmediatamente hacer la cabeza de mi abuela y no pienso nada más”, trato de que nada de eso tenga que tener una conceptualización, como un ejercicio muy del acontecimiento, del momento, y después puedo pensar todo lo que haga falta. Pero es como que promuevo cada vez más cuando tengo la posibilidad de trabajar en mi obra la idea de hacer y después pensar, hago todo lo posible para que así sea y por lo tanto también pienso muchas técnicas y formas de materializar eso que me permitan la rapidez del hacer.

Eso es una técnica muy simple, son textiles con cemento, entonces es rápido, es muy corporal el trabajo, sobre todo en las esculturas, lo que me interesa y me divierte mucho, hacerlo como un juego, como cuando sos pequeño y ves las nubes y decís “esta nube tiene forma de caballo”. Bueno, yo hago lo mismo, paso caminando y veo algo tirado y digo, “uy, esto tiene forma de lagarto”. Bueno, listo se convierte en un lagarto, pero trato de que no exista una intermediación, me aferro a ese primer pensamiento y lo sostengo.

* Bravaria, de Sofia Torres Kosiba, se exhibe en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Av. San Juan 350, San Telmo (C.A.B.A.). Lunes, miércoles, jueves y viernes de 11 a 19 hs, y los sábados, domingos y feriados, de 11 a 20 hs.

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