50 años sin Emilio Pettoruti, el cubista argentino enamorado del futuro

En esta nota, un recorrido por las grandes obras y la trayectoria del genial vanguardista argentino

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Emilio Pettoruti (cultura.gob.ar)
Emilio Pettoruti (cultura.gob.ar)

El primero de doce hermanos. Familia numerosa. Sus padres y abuelos llegaron de Italia escapando del hambre y se instalaron en La Plata. El primero de octubre de 1892, en la recta final del siglo XIX, nació Emilio Pettoruti. Fue su abuelo el que le acercó las primeras herramientas —lápices, pinceles, hojas— como quien le regala un juguete nuevo, uno infinito, lleno de posibilidades. El pequeño niño empezó a jugar y el entusiasmo se transformó en pasión y disciplina.

Así fue que llegó a estudiar Bellas Artes en La Plata. Tuvo de maestros a Atilio Boveri, primero, y a Emilio Coutaret, después. Con Coutaret no sólo aprende perspectiva sino que lo convence para que comience una carrera como caricaturista. Tenía 19 cuando participó en una exposición de caricaturas y recibió la atención de todos. Para 1913, a sus 21, consiguió una beca del gobierno de la provincia de Buenos Aires para viajar a la capital cultural del mundo: Europa.

“La canción del pueblo" (1927), de Emilio Pettoruti
“La canción del pueblo" (1927), de Emilio Pettoruti

La primera ciudad fue Florencia, en la Italia de su familia. Empezó con lo básico copiar a los clásicos, pero enseguida el destino se tuerce: en la librería de Ferrante Gonnelli, afiliado a los futuristas, lee un ejemplar de la revista Lacerba. En esa páginas se topa con la pretensión de estos excéntricos artistas que en el progreso a través de la utilización de la máquina hay muchísimo arte posible. La idea le queda rebotando en la cabeza durante un largo tiempo.

Un día asiste a una exposición futurista y lee el manifiesto de 1909 del poeta Filippo Tommaso Marinetti que se publicó ese año en Le Figaro de Francia. Entonces le pide a Gonnelli, el librero, que para entonces ya es un amigo, que le presente a los futuristas. Eso no sólo transforma su obra, también su vida. En 1914 ya se siente parte, al menos íntimamente, de ese movimiento extraordinario y presenta una pintura clave: Armonia-Movimiento Espacio (diseño abstracto).

“Armonia-Movimiento Espacio (diseño abstracto)” (1914) de Emilio Pettoruti
“Armonia-Movimiento Espacio (diseño abstracto)” (1914) de Emilio Pettoruti

Esta obra, que se expuso por primera vez en 1914 en Florencia, en la Prima Esposizione Invernale Toscana, hoy está en el Malba. Escribe Patricia M. Artundo: “Lugar y año claves en la historia de este artista argentino (y latinoamericano), trasplantado desde su ciudad natal a aquella Florencia, cuna del arte del Renacimiento pero también escenario de las acciones e intervenciones de los futuristas”.

Ver su obra y releer algunos puntos del Manifiesto Futurista es unir teoría y práctica. “El coraje, la audacia y la rebeldía serán elementos esenciales de nuestra poesía”, se lee en aquel histórico texto. “Nuestra pintura y arte resalta el movimiento agresivo, el insomnio febril, la carrera, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo”, y también: “Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad”.

Emilio Pettoruti (cultura.gob.ar)
Emilio Pettoruti (cultura.gob.ar)

Si la vida es una escalera, Emilio Pettoruti evoluciona y avanza un escalón cuando se encuentra con el cubismo. Son tiempos de experimentación con el collage, técnica utilizada por los vanguardistas y los cubistas. Ahora sentía que la pintura debía ser “construcción y color”, y el cubismo cumplía con estos requisitos. Ahí empieza a tomar elementos cotidianos emocional para transformarlos en arte: sifones, instrumentos musicales, soles, botellas, fruteras.

Entre 1916 y 1917, cuando se instala en Roma, su concepción cambia nuevamente. Hay un retorno a lo clásico en toda Europa tras la Primera Guerra Mundial. Pettoruti se hace amigo de los vanguardistas de las revistas Cronache d’Attualitá y Valori Pastici: Giacomo Balla, Enrico Prampolini, Giorgio De Chirico y Carlo Carrà. Con ellos iba a los míticos cafés Aragno e Il Greco. De esa época son sus obras Mujer en el café (1917) y El filósofo (1918).

“Mujer en el café” (1917) de Emilio Pettoruti
“Mujer en el café” (1917) de Emilio Pettoruti

Por entonces conoce a uno de los grandes vanguardistas argentinos: Xul Solar. Unos años más tarde serán pioneros de la ruptura estética en su país. En 1916 hace su primera exposición individual, en la Galería Gonnell. Más tarde conoce al escritor peruano José Carlos Mariátegui, se hacen amigos y se van juntos a Alemania. En 1924 va a París y conoce al cubista Juan Gris. Entonces decide que ya es suficiente, que es hora de volver. Regresa a la Argentina con la cabeza llena de ideas.

Organiza una exposición individual en la Galería Witcomb y causa un escándalo. Los habituados a la pintura costumbrista y naturalista dicen que sus obras son “una grave ofensa inferida a la dignidad del país”. Sin embargo están los que ven en Pettoruti el necesario germen lo nuevo. Hay una obra que fascina a varios, se llama Bailarines y en ese momento es adquirida por la Provincia de Córdoba con una importante polémica.

"Sombra en la ventana" (1925) de Emilio Pettoruti
"Sombra en la ventana" (1925) de Emilio Pettoruti

En 1930 ya está definitivamente instalado en Argentina y recién con la crítica de arte chilena María Rosa González. Obtiene el cargo de director del Museo de Bellas Artes de La Plata y lo dota de un patrimonio pictórico enorme. Se tomó su trabajo en serio y sale a recorrer museos y universidades de Estados Unidos invitado por el Comitee for Interamerican Artistic and Intellectual Relations. En 1942 expone en el San Francisco Museum of Art.

Al año siguiente el MoMA de Nueva York compra su obra Copa verde-gris, en 1948 hace una retrospectiva en el Salón Peuser y en 1950 en el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile. La década del cincuenta se vuelve complicada para él: en 1952 renuncia al museo por conflictos con el gobierno de ese entonces, presidido por Juan Domingo Perón. Decide irse a Europa, que lo espera con los brazos abiertos; expone en varios museos.

"Copa verde-gris", de Emilio Pettoruti
"Copa verde-gris", de Emilio Pettoruti

Del otro lado del Atlántico y ya con sesenta años de edad, Emilio Pettoruti se vuelve más introspectivo: pinta las noches de verano, el crepúsculo marino, los soles ovalados. Este artista argentino, en palabras de Roger Bissière, aspira a “la certidumbre, el orden, la pureza, la espiritualidad”. En Argentina no lo habían olvidado: en la Academia Nacional de Bellas Artes lo nombran miembro de número. Algunos le piden que vuelva. Responde que sí, que es hora de volver.

Pero no llega. El 16 de octubre de 1971, en París, muere de una infección hepatorrenal. Desde entonces, se convirtió —aunque un poco ya lo era en vida— en uno de los grandes vanguardistas argentinos que hayan existido.

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