Ursula K. Le Guin y “La mano izquierda de la oscuridad”, la novela que anticipó que es posible vivir en un planeta no binario

Acaba de reeditarse la gran obra de la autora norteamericana, una de las mayores creadoras de mundos posibles literarios, en la que a través de la ciencia ficción y de una fascinante mitología propia cuestiona los conceptos de amor, pasión, amistad, género, sexo, maternidad y paternidad

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La luz es la mano izquierda de la oscuridad,

y la oscuridad es la mano derecha de la luz.

Las dos son una, vida y muerte,

juntas como amantes en kémmer,

como manos unidas,

como el fin y el camino.

La mano izquierda de la oscuridad (1969) es, junto con Los desposeídos, una de las novelas principales de la autora norteamericana Ursula K. Le Guin y se agrupan en lo que se llama el Ciclo de Hainish, una serie de novelas consideradas en su momento de ciencia ficción blanda. El Ekumen es una federación de planetas habitada por humanoides, seres genéticamente modificados por los Hainitas para poder así poblar la biodiversidad del universo. Miles de años han pasado desde que los Hainitas desaparecieron y todas las historias del Ekumen (palabra que deriva del griego ecúmene y significa, a grandes rasgos, parte habitada de la tierra) están relacionadas con viajes interestelares en los que emisarios del centro buscan unificar a planetas que han quedado aislados, sin saber nada los unos de los otros.

La intención es formar una especie de confederación para el intercambio económico y la estrategia de defensa. Es posible encarar este proyecto, a pesar de las enormes distancias entre los planetas, ya que el Ekumen ha desarrollado la tecnología para viajar no solo en el espacio sino también en el tiempo. Tardan años en llegar a un lugar, pero son solo semanas.

En La mano izquierda de la oscuridad, que acaba de ser reeditada por Minotauro, uno de los narradores y protagonistas, Genly Ai, es un emisario del Ekumen que ha sido enviado a un planeta llamado Gueden. Cuando comienza la novela, Genly Ai lleva dos años en este planeta helado, muy helado, cubierto en su mayoría por glaciares ya que, como el eje del mismo no está inclinado, allí es siempre invierno. El planeta Gueden no se ha unido todavía al Ekumen y la misión del enviado es convencer al rey de que lo haga.

La mano izquierda de la oscuridad está escrita de forma innovadora, estructurada en varios capítulos de manera polifónica. Algunos se asemejan a narraciones de monjes zen que, en apariencia sin ninguna conexión con la historia, relatan eventos o situaciones que han ido conformando la idiosincrasia, creencias y filosofía de este planeta helado. Toda una mitología propia que nos permite conocer a fondo a los habitantes de Gueden. También leemos el informe que el protagonista, Genly Ai, escribe -a manera de diario de viaje- para enviar a su gobierno y varios capítulos son relatados por habitantes de Gueden.

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Además del clima extremadamente frío, los guedenianos tienen una característica muy curiosa: son hermafroditas plus. Sí, hay un plus en esta dualidad sexual que define la filosofía de vida del gélido lugar: cada ser en este planeta entra en estados llamados kemmer (estados fértiles) que duran dos días en los cuales pueden convertirse en hombre o mujer. Así de complicado. Así de simple. Por ejemplo, alguien que en estado kemmer fue mujer y ha dado a luz a un hijo puede, en su próximo kemmer, ser padre del hijo que engendró en su estado anterior. Cuando no están en kemmer, estos seres son asexuados y andróginos. No existe el concepto de lo femenino o lo masculino y éste es el primer inconveniente que encuentra Genly Ai al llegar al planeta y que le traerá mas de un problema: es visto por todos como un pervertido por estar constantemente en estado kemmer, siempre en su fase masculina. Otro problema es que Genly Ai es misógino. Cualquier actitud “femenina” en los personajes con los que se relaciona, y en particular la persona con quien más se va a relacionar, Estraven, le resulta repulsivo.

Del diario de viaje de Genly Ai:

“Pero en Gueden nada llevaba a la guerra. Disputas, asesinatos, enemistades, todo esto cabía en el repertorio humano de Gueden, pero no llevaba a la guerra. Estas gentes parecían carecer de la capacidad de movilizar. Se comportaban en este sentido como bestias; o como mujeres. No se comportaban como hombres o como hormigas.”

Es más, en el idioma de los Gueden no existe una palabra para nombrar a la guerra, porque no existen las guerras. Mucho más adelante en la novela, Genly le comenta a Estraven que en el Ekumen casi no hay mujeres que sean matemáticas, o músicas, pensadoras, o científicas. Pero no es “porque sean estúpidas” dice, en la voz de una escritora que tuvo que firmar muchas veces con sus iniciales para que no se supiera que era mujer.

En los más de dos años que Genly Ai espera tener una audiencia con el rey Argaven va enviando reportes de la forma de vida de los guedenianos: la manera que tienen de dividir las horas del día, sus costumbres y fiestas típicas, la extrañeza de su sexualidad y lo difícil que es comunicarse con ellos, no a nivel lingüístico sino por las diferencias en la concepción que esta gente tiene de la vida. Tendrá un aliado durante todo este tiempo, Estraven, que es un secretario del rey y el intermediario para el frustrado encuentro. Por distintos giros en la novela no es Estraven quien logrará el acercamiento al rey. En realidad, el rey entiende la amistad entre Estraven y el extranjero como una amenaza y manda a exiliarlo por traidor.

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Luego de una conversación tensa con el rey en la que no logran ponerse de acuerdo en las razones por las cuales a Gueden le conviene unirse a la federación, Genly Ai decide alejarse de la ciudad e ir en busca de su amigo Estraven, exiliado en otro gélido continente del planeta. Es en este largo camino que Genly Ai emprende y en el reencuentro con Estraven donde los lectores encontramos el corazón de una novela que es ciencia ficción, pero también es una historia de amor y una historia sobre el amor y todas sus formas. La convivencia y la tensión sexual entre estos dos seres será compleja y profundamente conmovedora, dulce y cálida en medio de tanto hielo y desolación.

Hay, como en toda ciencia ficción, viajes intergalácticos, transmisión de pensamientos, otros planetas habitados y seres humanos que han mutado. Sin embargo, esta novela tiene, un poco también por la forma en la que está estructurada, varios momentos reflexivos sobre aspectos que resultan muy complejos para muchos de nosotros: qué es ser hombre o mujer, cómo el género determina el lugar que ocupamos en la sociedad, y cómo la mirada que se tiene sobre el rol femenino o masculino cambia según la sociedad, la clase social o la religión. La obra de Ursula K. Le Guin también cuestiona los conceptos de amor, pasión, sexo, maternidad y paternidad. Se ponen sobre la mesa conceptos como el tiempo y la distancia, la soledad y la individualidad. Y la violencia o ausencia de la misma.

Le Guin tuvo varios problemas en relación a los artículos que determinaban a los personajes y una vez que fue interpelada por el uso de “he” para Estraven y los guedenianos en general. Respondió que “no pudo evitar sentir que la Justicia estaba de su lado”, eso es, del lado de los hombres. Más adelante pudo, mediante el uso del “they” inclusivo del inglés en otros textos reivindicar esta idea de no binariedad desde el punto de vista del lenguaje.

La gran conclusión que se impone a partir de una lectura actual de la novela es la de pensar que el mundo que se está gestando hoy es posible. Tal vez todos seamos guedenianos algún día y podamos relacionarnos con los otros más allá de su género, de su sexualidad. Tal vez los nuevos pansexuales hayan venido de Gueden a mostrarnos que se puede vivir en un planeta no binario.

Ursula K. Le Guin, la reina de los mundos fantásticos
Ursula K. Le Guin, la reina de los mundos fantásticos

La mano izquierda de la oscuridad de Ursula K. Le Guin es, ante todo, un espacio de reflexión acerca de la dualidad, de la complementación, de la idea de que no podemos vivir los unos sin los otros a la vez que nuestra individualidad es fundamental para que el proceso de unicidad ocurra.

Ai reflexionó, y al cabo de un tiempo dijo:

—Los guedenianos son criaturas solitarias, y a la vez, nada las divide. Quizá tienen la obsesión de la totalidad, como nosotros la obsesión del dualismo.

—Nosotros también somos dualistas. La dualidad es inevitable, ¿no? Mientras haya un mí mismo, y un otro.

—Yo y Tú —dijo Ai —. Al fin y al cabo hay ahí más distancia que entre los distintos sexos...

El título de la novela proviene de un proverbio guedeniano sobre la existencia conjunta de la luz y la oscuridad, que Genly relaciona con el símbolo yin-yang del taoísmo. En definitiva, en La mano izquierda de la oscuridad Le Guin nos hace reflexionar acerca de cómo, a pesar de las diferencias culturales, intentamos todo el tiempo entender al otro y muchas veces es, precisamente, esa mirada, la del otro, la que nos ayuda a entendernos a nosotros mismos.

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