La belleza del día: “El espíritu de la sequía”, de Arthur Streeton

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas

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Detalle de “El espíritu de la sequía” de Arthur Streeton (1896, Galería Nacional de Australia)
Detalle de “El espíritu de la sequía” de Arthur Streeton (1896, Galería Nacional de Australia)

Arthur Streeton fue un pintor australiano cuya historia, contada rápidamente, puede ser narrada en tres actos. El primero es la juventud, cuando pinta sus mejores cuadros, los más desafiantes en términos de estilo. El segundo es cuando forma parte del ejército australiano y combate en la Primera Guerra Mundial en apoyo del Imperio Británico. Y el tercero, su edad más adulta, cuando consigue vender esos cuadros tempranos a precios exorbitantes.

Empecemos por el principio. Nació en Mount Dundee, Australia, el 8 de abril de 1867, pero su familia se mudó a Richmond en 1874. Ingresó en la National Gallery School en 1882 y se vio influenciado principalmente por el impresionismo francés y por las obras de J.M.W. Turner. Junto con sus compañeros artistas Frederick McCubbin y Tom Roberts formaron un tríada en Melbourne y en Heidelberg. En 1885, tuvo su primera exhibición en la Academia de Arte de Victoria.

A sus veintipico hace los mejores cuadros. Por ejemplo, la belleza que aquí presentamos, que es muy singular dentro de su obra: El espíritu de la sequía. Tenía 29. Es una obra preciosa y a la vez misteriosa, donde Streeton toma por única vez cosas del simbolismo. Vemos a una mujer desnuda en medio del campo frente a esqueletos. Hay belleza y hay horror. Es el espíritu de la sequía. Es un óleo sobre tabla de madera de 34,7 centímetros de alto x 37,2 centímetros de ancho.

“Ariadne” de Arthur Streeton (1895, Galería Nacional de Australia)
“Ariadne” de Arthur Streeton (1895, Galería Nacional de Australia)

El segundo acto tiene antecedentes: un viaje a Inglaterra. A Streeton le gustaba viajar porque sabía que era mucho mejor aprender así que pasándosela encerrado en el taller de pintura. Había que salir al mundo. En 1897 partió a Londres con el dinero que consiguió de la venta de algunas de sus obras. Su estadía en Gran Bretaña reforzó su sentimiento de patriotismo y pertenencia al Imperio Británico. Al volver, luego de varios viajes más, se metió en el ejército.

Junto con otros miembros del Club de Arte de Chelsea, incluyendo a Tom Roberts (artista australiano de origen inglés y un miembro clave de la Escuela de Heidelberg), se enlistó en el Cuerpo Médico de la Armada Real (Armada Británica). Tenía 48 años. Trabajó en el Tercer Hospital General de Londres en Wandsworth y alcanzó en rango de cabo. Y así se convirtió en el artista oficial de la guerra.

Streeton fue nombrado como Artista Australiano Oficial de Guerra de la Australian Imperial Force, con el rango de teniente. No le interesaba demasiado pintar la guerra, la sangre, las balas, las explosiones, las estrategias; su ojo se centraba en la “vida cotidiana militar”. Cuando le preguntaron por qué, dijo que “las verdaderas pinturas de los campos de batalla no muestran mucho. Es que no hay mucho para ver, ya que todos están ocultos y camuflados”.

“Verano dorado” de Arthur Streeton (1889, Galería Nacional de Australia)
“Verano dorado” de Arthur Streeton (1889, Galería Nacional de Australia)

El arte y la guerra se unen en Streeton, Al concluir el proceso bélico, volvió a pintar con más tranquilidad. Se construyó una casa en Olinda, Victoria, y a la tarea de pintar le sumó la de escribir: fue crítico de arte en The Argus entre 1929 y 1935, y en 1937 fue condecorado como caballero por sus servicios al arte. Recibió varios premios, se casó con Esther Leonora Clench, una violinista canadiense. Sus obras cotizaban cada vez más. Verano dorado se vendió en 1924 por mil guineas.

Murió en su casa de Olinda el primero de septiembre de 1943. Sus restos están en el cementerio Fern Tree Gully y gran parte de sus obras en la Galería Nacional de Australia. Como El espíritu de la sequía. ese cuadro precioso, sensual, de colores claros, pero a la vez misterioso, simbolista y terrible donde la belleza se mezcla con el horror de la muerte.

También Ariadne o Verano dorado; esta última fue adquirida por 3,5 millones de dólares australianos. Él no llegó a verlo. Sabía que sus obras, con el correr del tiempo, adquirían cada vez más valor. Hoy es uno de los pintores más importantes de Australia. Saber eso le habría bastado.

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