Las celebridades también van a reuniones de consorcio

En “Vecinos famosos”, la autora Mariel Kernes revela conductas y anécdotas desconocidas de personajes públicos argentinos en la intimidad de sus edificios

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Por Mariel Kernes

“Vecinos famosos y otras historias desopilantes de edificios” (Olivia), de Mariel Kernes
“Vecinos famosos y otras historias desopilantes de edificios” (Olivia), de Mariel Kernes

Siempre me resultó fascinante el mundo de los edificios. Cuando era chica viví durante muchos años en una casa, con lo cual solo tenía vecinos de barrio con quienes compartía charlas en la vereda, algún juego o el andar en bicicleta por la cuadra. En esa época ya tenía amigas que vivían en departamentos. Cuando iba a sus edificios me llamaban mucho la atención esos tableros de bronce en la pared con tantos botones, y pensaba en la cantidad de gente que podría estar viviendo allí. Compartir el mismo palier del piso, los ascensores, la terraza, el hall de entrada era algo que para mí no era habitual y despertaba mi curiosidad. Y mientras subía en el ascensor venían a mi mente muchas historias.

El destino hizo que me casara con un administrador de consorcios y esa fascinación se hizo aún más profunda. Creo que es porque en los edificios se desentraña una intimidad pocas veces vista en otros lugares, el consorcio es una pequeña muestra de cómo son los individuos en la sociedad, el mundo a escala de pisos, ascensores, con sus propias reglas y personajes. Después de todo, los vecinos son también la familia que no se elige y que a la vez son protagonistas de escenas cotidianas de nuestro micromundo.

Los adolescentes que escuchan música a decibeles de boliche los días de semana, mascotas y dueños (no tan) adorables, objetos no identificados que aparecen de la nada en planta baja, encargados que todo lo saben y todo lo ven, carteles desopilantes en los ascensores forman parte de esta fauna en la que, inevitablemente, todos aquellos que alguna vez han vivido en un edificio se van a identificar.

Vecinos famosos y otras historias desopilantes de edificios tiene un antecedente: Anécdotas de un administrador de consorcios. Un día a mi hijo mayor se le ocurrió que sería una buena idea incorporar anécdotas de famosos en su convivencia en edificios. A mí me encantó la idea y allí comenzó un largo proceso, en el que hice el trabajo casi de un productor. Traté de contactar los famosos. Ellos se entusiasmaron con la consigna y me compartieron sus experiencias. También conté con la ayuda de una productora que me dio una gran mano para conseguir las anécdotas de los famosos, y de gente que conocí en el camino y al ver mi entusiasmo y energía en este proyecto me ayudaron casi sin conocerme.

Al escuchar sus vivencias en el día a día en sus edificios, me permitió conocer su lado más humano, que resultó en general bastante parecido al que imaginé al verlos en la televisión, escucharlos en la radio o al leer alguna nota sobre ellos.

Mariel Kernes
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El mix famosos-edificios fue ideal, porque nunca me había sentido atraída demasiado por la vida de las celebridades ni los programas de chimentos. Sin embargo, cuando surgió la posibilidad de ir detrás de las anécdotas y contar sobre la dimensión doméstica de los famosos, me entusiasmó la idea y no me pude resistir.

Disfruté mucho el proceso, y quiero que todos los lectores disfruten también con el resultado. Creo que es una linda posibilidad de conocer a los famosos desde otro lugar, sumergiéndose en su "lado B", un lado ciertamente menos glamoroso donde cuento cómo a algunos se los puede ver en ropa interior por un desafortunado desliz y otros, que son "jurados" en la TV y en la vida real, salvaguardando las reglas y la seguridad del edificio, tal como hizo Marcelo Polino.

Vecinos Famosos convoca al lector a actuar como un "voyeur", para que pueda sentir que que los famosos, a quienes vemos en la TV súper maquillados y radiantes, efectivamente son personas de carne y hueso y que se comportan como nuestros propios vecinos: protestan, son solidarios, a veces no saludan y algunos revisan arduamente los gastos de expensas para detectar irregularidades.

Lo que buscaba con el libro es "desacralizar" a los famosos, contar sus historias cotidianas con el marco especial que es la convivencia en un edificio. Javier Milei defendiendo a su mastín inglés a capa y a espada, Milo Locket desafiando las apariencias y estereotipos de señoras paquetas de Recoleta y Guillermo Andino, quién descubrió un curioso hobby de coleccionista gracias a las revistas que desechaba el vecino.

También hay algunas anécdotas que ilustran a los famosos antes de ser conocidos. Por ejemplo, un joven José María Muscari, que gracias a una dueña muy especial pudo ahorrar para ser propietario y un también joven Larry de Clay que, sin heladera, dependía de la buena voluntad de sus vecinos, que le pasaban hielo a través de la ventana.

Quienes hemos vivido en edificios conocemos a la perfección ese conglomerado de personajes que a primera vista parece que hacen que la buena convivencia sea imposible de alcanzar, y que al primer roce que tengamos querramos agarrar nuestras cosas e irnos al campo o a algún lugar lo más lejano posible. Aún así, tanto en Anécdotas de un administrador de consorcios como en este último libro pude conocer anécdotas e historias de esas que son un lindo recuerdo, las que rescatan la solidaridad y el sentido de pertenencia y comunidad. Después de todo, el edificio es nuestra familia ampliada y conocen y forman parte de nuestras rutinas, así que la amabilidad, la solidaridad y la buena onda son gestos que van a marcar la diferencia vayamos a donde vayamos.

Si el lector logra reírse, despejarse de sus problemas y/o descubrir nuevos costados de sus personajes favoritos, entonces la misión de Vecinos Famosos estará cumplida.

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