
Rock Al Parque ya puso en marcha el sábado 21 de junio su edición 29 con un cartel que incluye la acostumbrada cuota de heavy metal, rock alternativo, punk (o sus derivados) y ritmos latinoamericanos deudores del movimiento “alterlatino” de los 90.
Siempre hay diversidad en el cartel, hecho que de forma irónica hace que el evento no siempre tenga un elemento sorpresa. No es el caso en 2025, pues en esta oportunidad se sumaron los Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, uno de los nombres en alza del rock en España.
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Formados en Sevilla en 2017, su estilo incorpora psicodelia, stoner rock y elementos del movimiento conocido como “rock andaluz” en el que predominan el uso del flamenco y el rock progresivo en sus creaciones musicales.
Todo esto deriva en una propuesta que ellos mismos llaman “kinkidelia”, así como en comparaciones con King Gizzard & The Lizard Wizard, grupo que en el ámbito angloparlante es de los pocos que puede presumir de ser tan delirante e impredecible como ellos.
Tres discos de estudio, Derby Motoreta’s Burrito Kachimba (2019), Hilo negro (2021) y Bolsa Amarilla y Piedra Potente (2924), sumada a la creación de la banda sonora de la película Las leyes de la frontera, por la que recibieron una nominación a los premios Goya a la mejor canción original en 2022; son sus credenciales para su debut en Colombia, anticipado con su paso por el Bime Bogotá celebrado en mayo pasado, donde realizaron un showcase dirigido principalmente a los grandes agentes de la industria musical.
A unos días de una presentación que promete dar de qué hablar en los círculos de melómanos en el país, Infobae Colombia habló con Gringo, guitarrista de la banda acerca del debut en el país (y el suyo propio que tuvo lugar varios años antes, como parte de Quentin Gas & Los Zingaros), lo que hay detrás de su peculiar estilo, y su más reciente álbum de estudio Bolsa Amarilla y Piedra Potente.

¿Cómo se están preparando para esta primera visita de la banda como parte del cartel de Rock al Parque?
Gringo: Pues muy emocionados. Estuvimos hace menos de un mes en Colombia por el Bime. Hicimos nuestra primera presentación y fue muy guay, porque era en el pabellón de Sounds from Spain, y éramos varias bandas españolas. Justo antes de nosotros tocó un proyecto que se llama Judeline, y había unas colas gigantescas. Estaba todo el público esperando.
Tocaba justo detrás de nosotros y fue guay, porque conseguimos que gente que a priori escuchaba un tipo de música un poco más electrónica, más ambiental y un poco más moderna, de repente se encontraba con los greñudos (risas), sudando, haciendo rock. Fue divertido, claro.
Así que estamos muy contentos de ir a Rock Al Parque. Es mi segunda vez ahí. Ya fui con Quentin Gas hace unos años y fue una experiencia flipante. Yo llevo varios meses diciéndole a esta gente “no estáis preparados para lo que viene allí. Aquello es increíblemente enorme”.
¿Cambia mucho para ustedes el hecho de abordar un show para un festival del calibre de Rock Al Parque, comparado con con un concierto en solitario?
Sí, son dos enfoques diferentes. El concierto de festival es un poco más explosivo, un poco más corto de tiempo. Nosotros cuando cuando hacemos salas, podemos hacer tranquilamente cerca de dos horas de show. O sea, nos demoramos porque las canciones se pueden dilatar un poco más. Metemos bastante más canciones que en los festivales, pues a veces tienes 45, 50, 60, 75 minutos.
Depende del tiempo, la hora un poco y el ambientillo, sobre todo una propuesta como la nuestra, que creo que invita un poco a a esa sinergia con el público y que todo el mundo se haga un mismo viaje. No tiene sentido que de repente en un festival que sea bastante distorsionado te pongas a tocar las canciones más lentas y más tranquilas, ¿no?
A nosotros siempre nos gusta hacer un baile, en el sentido de que las canciones vayan una detrás de otra y vayan construyendo un viaje. Es como una un defecto que tenemos, que incorporamos los discos a los repertorios, pero aún así son diferentes.
Hablemos un poco del último álbum, Bolsa amarilla y piedra potente. ¿Qué buscaban con este álbum en particular cuando se metieron al estudio?
Nosotros arrancamos muy frenéticamente la banda con el primer disco, e igual con el segundo. Fue una gira de todos lados, casi sin tiempo para respirar.
El primero cuando se editó ya estaba compuesto completamente, el segundo se editó prácticamente estando de gira, y en este tercero pues lo que hicimos fue parar. Cuando acabó la gira ya había bastantes ideas, pero nos dimos como un mes y algo de descanso, de no vernos un poco las caras y después empezamos a ir al local de ensayo, como una oficina, todos los días a las 10:00 a. m. y a compartir las ideas.
Y un poco lo que se refleja en el disco es eso, la evolución de de la banda después de todos estos años, toda esa acumulación de conciertos y ese músculo que al final se va creando entre los músicos de tocar en que ya sabes cómo funciona, como respira el otro, en qué momento puedes decir “aquí hay que empujar” y todo eso queríamos. De hecho, nuestro productor desde el principio nos dijo muy convencido que estaría muy guay que intentáramos capturar esta esencia, este músculo que ha cogido la banda en la mayoría de los temas.
Hicimos grabaciones en directo, todos en la sala, registrando el mayor número de instrumentos posible sobre la batería bajo y algún que otro recurso de guitarras o teclados y después ya sí se grabaron encima más guitarras, y en definitiva las voces.
Entonces el disco tiene eso de hacernos un poco ya más mayores, un poco menos de urgencia que el primer disco, un poco menos de superproducción que el segundo, y tiene mucho juego rítmico. Sí, siempre va a haber baterías potentes, guitarras distorsionadas y el cantante gritando fuerte. Pero también nos apetecía explorar sonidos más plásticos o más sintéticos, más de sintetizadores.
Por eso un poco del título del disco. La piedra potente es toda la parte rockera de la banda dando tralla, y la parte de bolsa amarilla, toda esa parte sintética, los sintetizadores, las capas de teclados, de texturas. Nosotros intentamos no caer en la fórmula. Al final somos músicos inquietos y nos gusta experimentar.

Una de esas pistas más sintéticas y alejadas de la guitarra es Manguara. ¿Cómo surgió esa canción?
Surge de una una mezcla de dos ideas diferentes, una de Bacca, el otro guitarra, y otra de Soni (el bajista) que tenían como una respiración similar, ¿no? Y a mí se me enciende un poco la bombilla y un poco el concepto global de la canción, de coger estas dos ideas similares.
Estuvimos como dándole vueltas y pasamos por fases donde se tocó la canción como si fuéramos una banda de rock, pero al final era que sonaba como balada de Scorpions (risas) y no era exactamente lo que queríamos. Nos gustaba mucho la melodía de la voz, los elementos melódicos que habíamos encontrado, pero no encontrábamos la manera de vestirla.
Entonces me traje aquí a casa unas cuantas pistas del local, e hice una especie de compuesto así alquímico, con capas de teclados y un arpegiador y algunos elementos de la grabación final. Ya fue como un poco de la ropa que iba a llevar la canción. Fue muy entretenida de hacer.
Y suena muy entretenida. Ojalá la toquen el lunes...
Bueno, es que la hemos quitado del repertorio (risas). Es que no tenemos mucho tiempo y al final ya tenemos un momento como de bajar un poco la revolución y no queríamos abusar mucho de bajar la revolución porque claro, la tocamos en el escenario grande, que yo no sé cómo estará de gente. La última vez que estuve con Quentín era en el escenario Eco, si mal no recuerdo.

Quentin Gas propone una fusión de psicodelia y flamenco. Derby Motoreta’s hacen algo similar y añaden más cosas a la mezcla. Pero desde un punto de vista creativo, ¿Qué hace tan atractivo mezclar flamenco y psicodelia?
Es que hay una conexión muy directa, tío, porque por ejemplo, una canción que es mega psicodélica, que es Wihte Rabbit de Jefferson Airplane... Eso es flamenco. Tiene esta modulación semitonal, entonces tiene la raíz base de muchas composiciones de flamenco.
El flamenco en sí es muy psicodélico, porque es como una cosa que está en el aire. Todos los que la están tocando están viviendo el mismo viaje, pero no es que alguien dice “cuando hagamos 12 compases vamos a cambiar de acorde”, sino que están todos volando siguiendo al cantaor. o la bailaora, o al guitarrista, se va llevando como un viaje modélico y no hay más. Camarón por Bulería, es el más psicodélico del planeta.
¿Qué pueden esperar los colombianos de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba en Rock Al Parque?
Pueden esperar una banda de seis locos dándolo todo en el escenario, tocando unas canciones que nos costó mucho, mucho cariño y mucho tiempo parir y mucho trabajo. Y pues un híbrido entre entre Led Zeppelin y Camarón.
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