
En retroceso en todos los frentes, con cada vez menos yihadistas en sus filas y su aparato propagandístico golpeado, el grupo terrorista Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) parece haber entrado en una crisis interna y decapitó el miércoles a 15 de sus propios combatientes en Afganistán.
Las ejecuciones tuvieron lugar por la tarde en el distrito de Achin, en la provincia de Nangarhar, considerado el bastión del grupo en el país y donde hace meses surgieron una serie de disputas entre facciones que todavía continúan, dijo el portavoz del gobernador provincial, Attaullah Khogyanai.
"Algunos de ellos ya han comenzado a matarse unos a otros", detalló la fuente a la agencia EFE.
En tanto, el portavoz del Ministerio de Defensa afgano, Dawlat Waziri, confirmó la decapitación de los yihadistas y señaló que los problemas internos en el ISIS en esa región se deben a la creciente presión interpuesta por las fuerzas de seguridad con sus operaciones en la zona.

"No tienen bases permanentes en las aldeas y han huido a las montañas vecinas, desde donde lanzan a veces sus ataques de guerrilla y vuelven a huir", explicó Waziri a EFE.
El número de yihadistas presentes en Nangarhar se ha reducido de varios miles a apenas medio millar con las continuas ofensivas aéreas y terrestres de las tropas afganas e internacionales, indicó el vocero.
Al respecto, en abril de este año, los Estados Unidos lanzaron la "madre de todas las bombas", un dispositivo termobárico de alto poder, sobre una red de túneles y cuevas del grupo en Nangarhar.
El ISIS irrumpió en Afganistán en 2015 en diferentes puntos del país y creó su principal bastión en Nangarhar, fronteriza con Pakistán y clave en las comunicaciones entre los dos países.
Desde entonces, y aunque las autoridades han afirmado en diversas ocasiones que han reducido su presencia a unas pocas zonas remotas, la formación yihadista ha reclamado algunos de los atentados más sangrientos en el país.
Además de fuertes disputas entre facciones del grupo, el ISIS también mantiene una relación ambivalente con los talibanes, grupo extremista autóctono contra el que en ocasiones han combatido y,en otras, han operado en conjunto.

En el gran contexto, el grupo terrorista sunita ha perdido este año el control de todos los grandes centros urbanos que en 2014 conquistó en Siria e Irak, y apenas resiste en una franja de desierto en la frontera entre ambos países.
En tanto, sus filiales en Afganistán, Libia, Filipinas y Egipto se encuentran también en retroceso, aunque la organización no ha perdido aún su capacidad de realizar ataques terroristas lejos de estas regiones.
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