Miedo en los ojos: quién es el narco colombiano al que “El Mayo” Zambada llamó “cobarde”

Después de recibir unos cargamentos de cocaína, él narco y “El Mayo” viajaban a bordo de una camioneta cuando se toparon con un retén del Ejército Mexicano sobre la carretera

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Ismael Zambada García (Foto: Oficina del Departamento de Estado de EU)
Ismael Zambada García (Foto: Oficina del Departamento de Estado de EU)

Jorge Milton Cifuentes Villa, el narco colombiano que compareció como testigo cooperante del gobierno estadounidense en el juicio contra Joaquín “El Chapo” Guzmán, admitió a lo largo de tres días de testimonio el “miedo” que le tenía a Ismael “El Mayo” Zambada, el único capo de la vieja escuela que continúa al frente del Cártel de Sinaloa.

La primera vez que Cifuentes viajó al “Triangulo Dorado” para encontrarse por primera vez con Guzmán Loera fue en 2003. Su plan era pedirle la rehabilitación de unos barcos atuneros y protección por el asesinato de uno de socios más cercanos. Sin embargo, el día del encuentro el colombiano la pasó realmente mal.

De acuerdo con su testimonio, tuvo que esperar en el hotel Lucerna de Culiacán a que Dámaso López, “El Licenciado”, lo recogiera y lo llevara a una pista clandestina para abordar un Cessna 206. Treinta minutos después el colombiano tuvo una crisis de ansiedad por el arriesgado aterrizaje en una pista improvisada en la Sierra Madre. “Fue horrible (...) Hasta tuve que orar tres Padres Nuestros”, dijo a los miembros del jurado.

Fue a raíz de ese evento que Cifuentes decidió regalarle un helicóptero al Chapo Guzmán para que “volara de manera más civilizada”, contó el narcotraficante colombiano. De hecho, cuanto el asistente del fiscal le preguntó por la reacción de Guzmán Loera ante ese espléndido regalo, Cifuentes afirmó que “le brillaron los ojitos”.

Asesinatos entre socios

Jorge Cifuentes y Joaquin "El Chapo" Guzmán (Foto: REUTERS/Jane Rosenberg)
Jorge Cifuentes y Joaquin "El Chapo" Guzmán (Foto: REUTERS/Jane Rosenberg)

Ese mismo año, según el testimonio de Cifuentes, empezó a mandarle a “El Chapo” envíos de cocaína en aviones de fibra de carbón diseñados específicamente para que no fueran detectados por los radares.

Con el paso del tiempo, cuando la confianza entre ambos creció, Cifuentes aprovechó su relación con “El Chapo” para despejar una duda que tenía desde hace tiempo: descubrir quién había asesinado a uno de sus socios más cercanos, el mexicano Humberto “Robachivas” Ojeda, que en sociedad con el colombiano traficó más de 220 toneladas de droga a los Estados Unidos entre 1990 y 1998.

“El Chapo” le prometió que le ayudaría a descubrirlo, pero después de algunos meses, y tras la insistente terquedad del colombiano, Guzmán Loera organizó un encuentro con su compadre “El Mayo Zambada. “Yo le tenía mucho miedo a ese señor”, confesó Cifuentes durante el juicio.

— Yo maté a tu socio ¿piensas hacer algo al respecto?— le habría dicho “El Mayo” en un tono retador.

—Pues no, simplemente le dijo que mató a un buen hombre— le contestó Cifuentes.

—Y qué. Si ese hombre volviera a nacer lo volvería a matar. Contigo no tengo nada, vamos a trabajar— zanjó Zambada.

Ismael Zambada García (Foto: Oficina del Departamento de Estado de EU)
Ismael Zambada García (Foto: Oficina del Departamento de Estado de EU)

Cobarde por siempre

Pero la anécdota que llamó la atención del jurado fue cuando Cifuentes contó como “El Mayo” y él fueron atacados a tiros por un grupo de militares en México, y cómo a raíz de ese hecho Zambada lo tachó siempre de “cobarde”.

El testigo contó que después de recibir unos cargamentos de cocaína, él y “El Mayo” viajaban a bordo de una camioneta cuando se toparon con un retén del Ejército Mexicano sobre la carretera. Sin embargo, en lugar de detenerse, “El Mayo” dio una vuelta de 90 grados, según Cifuentes, y pisó el acelerador para regresar por el mismo camino por el que habían llegado.

Durante media hora, Cifuentes, aterrado por que los alcanzaran algunos de los proyectiles que les dispararon los soldados, se la pasó escondió debajo del asiento. Aquella reacción fue tomada con humor por Zambada, pues de ahí en adelante le contó a sus socios varias veces la misma anécdota. Siempre lo hizo burlándose de la “cobardía” de Cifuentes.

Con una familia narcotraficante al servicio de los grandes carteles colombianos, no era difícil que Alex Cifuentes Villa ingresara al negocio. Lo hizo a los 10 años de edad. Y se consolidó cuando se convirtió en “la mano derecha y la mano izquierda” de Joaquín “El Chapo” Guzmán, con quien compartió hasta residencia en Sinaloa.

Nadie imaginó que terminaría siendo uno de los testigos en el juicio que se realizó en contra del capo sinaloense en Nueva York.

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