Barranca del muerto: el tétrico origen del nombre de una estación del Metro de la CDMX

Barranca del Muerto es el nombre de una de las avenidas más importantes de la capital mexicana, y su nombre se remonta a la época de la Revolución

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La barranca del muerto fue pintada por el artista José María Velasco a finales del siglo XIX, antes de ser un lugar urbanizado. Foto: Pintura de José María Velasco.
La barranca del muerto fue pintada por el artista José María Velasco a finales del siglo XIX, antes de ser un lugar urbanizado. Foto: Pintura de José María Velasco.

En la Ciudad de México hay lugares que cuentan una historia. Los nombres de estos sitios tienen que ver con un relato, a veces agradable, y a veces no tanto. Tal es el caso de la gran avenida Barranca del Muerto, la cual tiene hasta una estación del metro con su nombre.

Esta es una de las avenidas más emblemáticas del sur de la Ciudad de México, así como una de las estaciones del metro más transitadas de todo el Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro. Sin embargo, tal vez pocos sepan el origen del peculiar nombre que recibe la avenida y la estación.

Dicha avenida se encuentra en los límites de las alcaldías Benito Juárez y Álvaro Obregón, y a su paso cruza con otras grandes e importantes avenidas, como lo son Insurgentes, Mixcoac y Periférico. El origen de este lugar se remonta al año 400, cuando el volcán Xitle tuvo varias erupciones volcánicas que dieron paso a que el suelo se hundiera y, de ahí, se formaron diversas barrancas. El volcán Xitle se encuentra en las faldas del Ajusco, y su explosión dio lugar a la orografía del Pedregal de San Ángel, así como de la actual Ciudad Universitaria.

De acuerdo al historiador novohispano Fernando Alva Ixtlilxóchitl, el volcán Xitle hizo erupción el día Nahui-Quiahuitl del año Tecpatl, que corresponde al día 24 del mes de abril del año 76 después de Cristo.

El volcán Xitle originó la barranca que antes se encontraba en el lugar. Foto: Pablo Juárez / Google fotos.
El volcán Xitle originó la barranca que antes se encontraba en el lugar. Foto: Pablo Juárez / Google fotos.

Una de las fallas generadas por las diversas erupciones del Xitle, que posteriormente se le conocería como Barranca del Muerto, contaba con 15 metros de profundidad, y medía de ancho lo que ahora mide la avenida. Para cruzarlo, era necesario pasar por puentes, y durante la época de la Revolución Mexicana fungió como trinchera de los ejércitos zapatistas y de Venustiano Carranza, quienes se disputaban la zona de Mixcoac.

Las fuertes y sangrientas batallas que se disputaban en la zona generaron un gran número de cuerpos sin vida, miseria y enfermedades, por lo cual, la barranca comenzó a utilizarse como una fosa común. Debido a su uso como panteón durante el periodo de 1910 a 1920, se le dio el nombre que ahora tiene: La Barranca del Muerto.

Se desconoce el número exacto de cuerpos que llegaron a ser arrojados a la barranca. Por la presencia de los cuerpos inertes, comenzaron a surgir historias y leyendas de eventos paranormales en la zona, como apariciones de fantasmas, seres sin cabeza, etcétera. Quienes vivían cerca, decían que era común escuchar ruidos extraños e incluso ver sombras. Era lógico pensar que habría almas en pena merodeando la actual avenida e incluso la estación del metro.

Actualmente, Barranca del Muerto es un lugar muy urbanizado y cuidado. Ya no podemos ver aquellos paisajes que fueron escenarios de las batallas revolucionarias entre 1910 y 1920. Ya no existe el panorama creado por el Xitle, ya que la Barranca del Muerto fue rellenada con concreto para alcanzar el nivel del resto del terreno, sin embargo, la estación del metro aún conserva la imagen de dos aves de rapiña que recuerdan que algún día ese lugar fue exclusivo de la muerte.

La estación del metro Barranca del Muerto es una de las más transitadas de la CDMX. 
FOTO:ENRIQUE ORDOÑEZ /CUARTOSCURO.COM
La estación del metro Barranca del Muerto es una de las más transitadas de la CDMX. FOTO:ENRIQUE ORDOÑEZ /CUARTOSCURO.COM

Existen pocas imágenes que nos dejan ver cómo era esa área de la ciudad antes de convertirse en una gran avenida llena de automóviles, tránsito y un río de gente. Por ejemplo, el pintor mexicano, originario del Estado de México, José María Velasco, llegó a pintar un paisaje en 1894, en el que se observa la barranca, un puente, árboles, plantas y pasto, nada que ver con lo que es hoy.

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