Un futuro en el cual personas comunes puedan viajar por placer al espacio está más cerca de lo que muchos creen. Es por eso que la agencia espacial de los EEUU se encuentra trabajando a contrarreloj para llevar adelante los tests que permitan transportar a millones de personas fuera de la Tierra, sin poner en riesgo sus vidas ni a un negocio que promete ser muy lucrativo.
Innovadores emprendimientos, como SpaceX del visionario Elon Musk, ya se han puesto manos a la obra para poder obtener los permisos necesarios de parte de la agencia gubernamental NASA para operar sus cápsulas espaciales de uso civil bajo el estricto esquema de normas de seguridad que plantea la exploración espacial.
Según reportes del periódico financiero The Wall Street Journal, tanto la firma del creador de Tesla como el gigante aeroespacial norteamericano Boeing tendrían sus propias naves lo suficientemente desarrolladas como para que en 2018 la NASA pueda comenzar las pruebas en condiciones reales. Es decir, en el espacio.
Las mismas serían usadas para transportar en un primer momento a los astronautas de los EEUU hasta la Estación Espacial Internacional, para que eventualmente puedan operar al ofrecer a quienes puedan costearlo, vuelos comerciales al espacio. Expertos consultados por el periódico aseguran que independientemente de los chequeos que puedan realizarse sobre las naves fuera de la Tierra, será fundamental considerar el riesgo que representan los escombros en el espacio, así como la infinidad de pequeños fragmentos de meteoritos que podrían comprometer la vida de los civiles.
Boeing por su parte, ha compartido recientemente que su nave CST-100 Starliner "es un vehículo seguro y robusto" que podrá cumplir con todos los requisitos legales de seguridad impuestos. "La NASA evaluará nuestro análisis el próximo mes, por lo que no vamos a especular sobre sus hallazgos hasta la próxima reunión" confirmaron representantes de la firma.
Por su parte la empresa de Musk anunció que se encuentra "trabajando de cerca para asegurarse que todos los requisitos de seguridad sean alcanzados" en lo que respecta a su nave tripulada Dragon. Según consigna el WSJ, la compañía se encuentra evaluando un número de opciones, entre las que se detallan las inspecciones en el espacio.
En la actualidad, la NASA aspira a llegar a un ratio estadístico de no más de un posible accidente fatal por cada 270 vuelos, lo que representa una proporción significativamente más laxa a la que se deben someter las aerolíneas comerciales, de un accidente por cada millón de despegues a nivel mundial.
La necesidad de poner en funcionamiento a las naves de Boeing y SpaceX tiene una gran carga político militar dado que en la actualidad, sólo los cohetes y vehículos espaciales rusos transportan a los astronautas de los EEUU al espacio, algo que la administración Trump probablemente aspire a modificar en el mediano plazo.
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