Arctic Monkeys y el fin de la adolescencia: la transformación de la primera gran banda de rock millennial

Desde su surgimiento en 2005, cuando ninguno de sus integrantes superaba los 20 años, el grupo británico realizó cinco discos, en los que fue cambiando no solo su música, sino también sus temáticas y hasta su presencia escénica. Radiografía de una metamorfosis

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Por Lucía Matusevich

Los Arctic Monkeys en 2005 (Domino Records)
Los Arctic Monkeys en 2005 (Domino Records)

Cuando tenés tu primer contacto con la vida nocturna, tomás cerveza. Del pico de la botella, en la calle o en el bar que no te pide documento. A medida que madurás, le tomás el gusto a cosas más fuertes, más amargas, más sofisticadas. La música de Arctic Monkeys puede leerse en esta misma clave: su primer álbum, Whatever People Say I Am, That's What I'm not (2006), pinta la experiencia de salir por primera vez a la calle; su sexto, Tranquility Base Hotel & Casino (2018), suena a la soledad del adulto que ya puede tomarse un cocktail en la comodidad de su Chesterfield y reflexionar sobre el mundo y sobre sí mismo.

Eran chicos como uno. ¿Quién no tiene un amigo con el sueño de ser músico? Que toca con su banda todos los fines de semana en un bar o centro cultural. Que te pide que compartas en Facebook sus temas, o que subas una historia a Instagram y los etiquetes, para llegarles a más personas. Con Arctic Monkeys pasó lo mismo. Comenzaron en 2003, cuando se presentaban en barcitos de su ciudad natal, Sheffield, en el Reino Unido. Se habían animado a grabar algunas canciones para repartir los CDs piratas en sus shows. Y algún fan fue lo suficientemente generoso como para subir los temas a la red social de turno, MySpace.

Para Arctic Monkeys, el reconocimiento de los fanáticos llegó mucho antes que el de Domino Records y la prensa. Su música se difundió rápidamente, y el rumor también. En 2005, tocaron en la Carling Tent del Reading Festival (la carpa para artistas desconocidos) y se llenó de gente que sabía las canciones, no de personas que pasaban a chusmear qué hay de nuevo.

La primera formación de la banda de Sheffield
La primera formación de la banda de Sheffield

Domino Records, la discográfica autodefinida como indie, fue la que capturó la atención de Alex Turner (voz, guitarra y teclados), Matt Helders (batería y percusión), Jamie Cook (guitarra y teclados) y Andy Nicholson (bajo -después del primer disco sería reemplazado por Nick O'Malley). Logró firmarlos en 2005, cuando ninguno de los muchachos superaba los 20 años. Domino estaba en una buena racha: en febrero de 2004 habían lanzado el debut de Franz Ferdinand, luego de que su segundo single, Take Me Out, llegara al puesto número tres del UK Singles Chart. No se volvía más cool que esto, que tener a las bandas más calientes del Reino Unido.

La tapa de Whatever People Say I Am, That's What I'm Not despide rebeldía. Es la foto de un chico fumando, en blanco y negro. En este álbum, miles de adolescentes iban a encontrar un lugar donde no importaba qué seas, mientras no te definieras por lo que las personas dijeran de vos. El primer trabajo de Arctic Monkeys se transformó en el soundtrack ideal del quinceañero problemático.

Los primeros discos de la banda
Los primeros discos de la banda

Los fans de los monos no defraudaron: en la semana del lanzamiento de Whatever People Say I Am, That's What I'm Not, se vendieron más de 360 mil copias, suficiente para que se convirtiera en el álbum debut de venta más rápida en la historia del Reino Unido. Previo a eso, los singles I Bet You Look Good on the Dancefloor y When the Sun Goes Down llegaron al puesto número 1 del UK Singles Chart. Para los jóvenes, no era difícil identificarse con los cuatro de Sheffield: teñían su rock de garage con letras que hablaban de la vida nocturna y el (des)amor adolescente. "Podrán usar Reebooks clásicas/O Converse hechas polvo/O pantalones sueltos metidos en sus medias/Pero todo eso no tiene punto/El punto es que no hay romance por acá" cantó Turner en A Certain Romance y así caracterizó a toda una generación, la que revivió las Converse All Star.

Favourite Worst Nightmare, el segundo álbum de la banda, apareció un año más tarde. Y sí, también llegó al puesto número 1, con 220 mil copias vendidas. Turner y compañía ya habían salido de Sheffield para entrar en el mundo (Argentina los recibiría, por primera vez, en el Luna Park en octubre de 2007). La peor pesadilla favorita: la fama. Sin embargo, la preocupación más grande era, todavía, el amor, lo que le permitió a Turner escribir una balada despojada de batería y bajo (Only Ones Who Know) y 505, que se transformó en un clásico inmediato de la banda. Pero también este fue el disco que Arctic Monkeys usó para ajustar las tuercas del estilo, sobretodo las de la batería de Helders (Brianstorm, D is for Dangerous) que se convirtió en la marca registrada de los monos.

La banda en 2007
La banda en 2007

Entre Favourite Worst Nightmare y Humbug, de 2009, se puede decir que Arctic Monkeys pegó el estirón. Ya no eran los nuevos chicos en el barrio de la música de guitarras fuertes, ahora ya se los consideraba una banda relevante y por eso uno de los personajes más populares del rock del siglo XXI les dio bola: Josh Homme. Al líder de Queens of the Stone Age se le adjudica la producción técnica en seis de los diez temas del álbum y las ganas de experimentar con cosas nuevas (el órgano en Pretty Visitors, por ejemplo).

Pero tal vez lo más hermoso de todo Humbug sea la sinceridad de Cornerstone. Una canción digna de Morrissey. Basta ver el videoclip, en el que Turner aparece con el pelo largo a modo de velo protector y canta con un grabador la canción, sobre un fondo blanco. No más que un muchacho que quiere buscar a la chica que le gusta. Turner tenía solo 23 años y las personas que lo escuchaban también. Aunque la música y el éxito de la banda avanzara a pasos galopantes, las angustias seguían siendo las de siempre.

“Suck it and see” y “Humbug”
“Suck it and see” y “Humbug”

Para Suck It and See, de 2011, Turner se cortó el pelo y se lo peinó con gel, dejó los granitos púberes atrás y se calzó la campera de cuero y los anteojos oscuros. Después de la oscuridad de Humbug, Arctic Monkeys dio un paso hacia la luz para crear un álbum con tintes más pop. Se despegaron de la influencia de Homme (aunque el líder de QOTSA esté en los coros de All My Own Stunts) y optaron por un sonido menos "ruidoso" que el de los primeros dos discos (aunque la batería de Helders sigue furiosa en Library Pictures).

El resultado de Suck It and See fue una especie de pastiche de canciones cuyo único hilo conductor es estar en el mismo álbum. Pero este es el verdadero resultado: debutó en el puesto número 1 en el Reino Unido y vendió 82 mil copias en su primera semana (a esta altura, la industria discográfica ya estaba entrando en crisis y 360 mil resultaba una cifra inalcanzable). No importaba el camino que tomasen los Arctic Monkeys, el mundo seguía a sus pies.

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Hay un momento en la vida en la que uno sabe quién es (o cree saber, que ya es bastante). El quinto disco de la banda, AM (2013), los encuentra a los que fueron unos chicos de Sheffield en ese lugar. Es la síntesis perfecta de lo que Turner, Helders, Cook y O'Malley construyeron los 7 años anteriores. Es donde llevan el estilo Arctic Monkeys a su máxima expresión: la guitarra como leit motiv del álbum, la batería como base sólida, los coros pegadizos y las letras acompañadas por la voz seductora y de ultratumba de Turner. ¿Debutó en el puesto número 1 en el Reino Unido? Por supuesto.

Ya no son adolescentes entrando al bar por primera vez, son jóvenes adultos que salieron a bailar, probaron alguna que otra droga (Why'd You Only Call Me When You're High?) y tuvieron sexo, mucho sexo (Do I Wanna Know?, Arabella). Es un disco sensual, lleno de madurez sonora y lírica. Es el álbum que responde a la pregunta que se hicieron en un EP de 2006 (Who the Fuck Are Arctic Monkeys?): ¿Quién carajo son los Arctic Monkeys? Estos son.

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O eso creímos. Que AM llevara las iniciales del nombre de la banda (igual que VU de The Velvet Underground) debería haber sido pista suficiente para entender que se terminaba una etapa. Porque cuando llegó Tranquility Base Hotel & Casino, responder quiénes eran los Arctic Monkeys ya no resultó tarea fácil. Tardaron cinco años en realizar este álbum (siempre tomaban intervalos de dos) y no sacaron un single antes del LP. Sabían que estaban cocinando algo distinto que iba a dar de qué hablar, no necesitaban el hype de una canción en solitario.

"Solo quise ser uno de los Strokes/Ahora mirá el lío que me hiciste hacer", eso es lo primero que sale de la boca de Turner, en Star Treatment. Esa frase describe a la perfección lo que va a ocurrir en los próximos 40 minutos: no somos más los que quisieron hacer algo similar a Julian Casablancas del otro lado del Atlántico (lo que le da lugar a las influencias de David Bowie, Jarvis Cocker, Elton John y Leonard Cohen, entre otros). Adiós a la batería furiosa, fue reemplazada por el piano. Adiós a las camperas de cuero, fueron reemplazadas por sacos color beige. Adiós al adolescente fluorescente, fue reemplazado por un adulto introspectivo.

Tranquility Base Hotel & Casino
Tranquility Base Hotel & Casino

Tranquility Base Hotel & Casino es un viaje a la luna y a la cabeza de Turner, sin escalas. En el video de Four Out Of Five, el cantante es acosado por el fantasma de su pasado, el joven de Cornerstone. Ese espectro se desliza por los pasillos del hotel de otro planeta y cada tanto hace una aparición. Golden Trunks es un buen ejemplo: el llanto de la guitarra que acompaña la pesadilla Trump ("El líder del mundo libre/Nos recuerda a un competidor de lucha libre en shorts dorados"), a la vez que acompaña al sueño del chico que solo quiere conseguir a la chica ("Y en respuesta a lo que me susurraste al oído/Debo admitir que yo también, a veces, fantaseo sobre vos").

Estos nuevos Arctic Monkeys son la banda de un piano bar de otro mundo. Se tuvieron que alejar del planeta Tierra y de ellos mismos para ver los problemas que nos acosan como sociedad (la gentrificación de Four Out Of Five, las fake news de American Sports). Ya no se trata solo de ellos y sus coetáneos.

La banda en 2018
La banda en 2018

Y el mundo sigue a sus pies. Porque Tranquility Base Hotel & Casino se transformó en el vinilo de venta más rápida de los últimos 25 años: en su primera semana, más de 24 mil copias fueron compradas. La industria también avanza a la par de Arctic Monkeys: arrancaron con el CD como formato dominante y ahora venden vinilos en la época de su revalorización.

En sus primeros cinco álbumes, Turner explicó que crecer implica salir de casa para probar todo por primera vez: la primera cerveza, el primer baile con la que te gusta, el primer porro, el primer amor. Esta banda ya agotó y saboreó todo lo que la adolescencia tenía para darles. Tranquility Base Hotel & Casino demuestra que la adultez también tiene su encanto. ¿Quiénes son los Arctic Monkeys? Lo que vos quieras.

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