Durante confinamiento, colombianos grabaron más de 5.000 sonidos de la fauna

Los audios hicieron parte de una convocatoria realizada por el Instituto Humboldt a inicios de la pandemia, en la que se buscó generar conciencia sobre el nivel de ruido en las ciudades.

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Imagen del vireo de Providencia, ave endémica de la isla, que se consideraba desaparecida luego del paso del huracán Iota. Foto: Felipe Villegas/ Instituto Humboldt.
Imagen del vireo de Providencia, ave endémica de la isla, que se consideraba desaparecida luego del paso del huracán Iota. Foto: Felipe Villegas/ Instituto Humboldt.

Ocurrió en un momento inédito: mientras millones fueron confinados por la amenaza del coronavirus, el Instituto Humboldt aperturó la campaña “¿Cómo suena mi ciudad? Paisajes sonoros desde tu ventana”, con dos intenciones: por un lado, aligerar la carga emocional que implicó el aislamiento; por otro, motivar a los colombianos a grabar con sus celulares los sonidos afuera de sus ventanas.

La iniciativa, programada para abril del año anterior, contó con dos periodos de registro así como un enorme respaldo ciudadano.

Fueron 5.717 sonidos, grabados por celulares, que dejaron testimonio de la fauna en las ciudades, motivo por el que el Instituto Humboldt realizó un balance en el pasado Día Mundial de la Naturaleza y la Vida Silvestre, para destacar la participación ciudadana en una convocatoria ambiental que contó con el respaldo de los últimos avances tecnológicos.

Para el investigador del Instituto Humboldt, Juan Sebastián Ulloa, el hecho de que los ciudadanos abrazaran con entusiasmo una propuesta que consistió en reportar los sonidos de la fauna desde sus lugares de residencia fue un ejercicio de “ciencia participativa” en el que el objetivo de hacer conciencia con respecto a los niveles de ruidos en las ciudades se alcanzó.

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Ulloa señaló que las dinámicas de grabación permitieron descubrir que en ciudades intermedias como Manizales y Pereira reportaron más sonidos de la naturaleza a lo largo del día, mientras que las tres grandes capitales, Bogotá, Medellin y Cali, recogieron sonidos en las noches y las madrugadas.

“Con este proyecto quisimos que la gente entendiera que junto a sus casas hay una importante vida silvestre y una contaminación sonora. También nos da la posibilidad de entender lo que pasa en el paisaje y tener nuevas herramientas pedagógicas. Enviar un mensaje a los constructores sobre tener mayor vegetación ayuda a amortiguar la polución sonora”, declaró Ulloa a la emisora RCN.

La tecnología como aliada de la naturaleza

La convocatoria tuvo un apoyo fundamental en la tecnología: una aplicación que se descargó en los móviles facilitó la tarea de grabar los sonidos naturales en un lapso de tiempo estimado de 90 segundos.

Con el apoyo del equipo tecnológico del Instituto Humboldt, los sonidos remitidos a la web fueron procesados en datos que servirán como insumos para investigadores como Ulloa, uno de los entusiastas de este proyecto.

Una de las conclusiones de esta convocatoria permitió retornar al momento del primer confinamiento, que pronto cumplirá un año: “Durante el aislamiento estricto, es decir en abril, los sonidos originados por la vida silvestre dominaron en 59 por ciento de los registros, con una contribución especial de las aves e insectos”, señaló Ulloa.

En el balance sonoro del confinamiento, Ulloa declaró que “el 50 por ciento de los sonidos captados por la ciudadanía vino por parte de las aves; más del diez por ciento, de los insectos y menos del cinco por ciento de anfibios como ranas” y concluyó que: “Los sonidos originados por los humanos, como transporte, altavoces, sirenas y construcciones, dominaron solo el 18 por ciento de los registros sonoros en durante el periodo de confinamiento estricto”.

Los resultados de “¿Cómo suena mi ciudad? Paisajes sonoros desde tu ventana” pueden consultarse en la web del Instituto Humboldt.

SOS ecológico cuando se acerca la Semana Santa

Foto de archivo de miembros de un grupo ambientalista liberando tortugas de la especie "Podocnemis lewyana", que son endémicas en Colombia pero están en peligro de extinció, en el río Cocorna en Puerto Triunfo. 
Ene 21, 2018. 
Reuters/Fredy Builes
Foto de archivo de miembros de un grupo ambientalista liberando tortugas de la especie "Podocnemis lewyana", que son endémicas en Colombia pero están en peligro de extinció, en el río Cocorna en Puerto Triunfo. Ene 21, 2018. Reuters/Fredy Builes

De otra parte, el instituto emitió una alerta con respecto al consumo de animales durante la Semana Santa.

Dado que la tradición implica la prohibición de carnes rojas, los usuarios buscan otras opciones para su dieta que, desafortunadamente, incluyen especies en peligro de extinción.

De acuerdo con la vocera María Piedad Baptiste, investigadora del programa de biología de la conservación y uso de la biodiversidad del Instituto Humboldt, “la comercialización de iguanas y tortugas llega a su tope durante los primeros meses del año, justo antes de la celebración de la Semana Santa”.

Pero no solo es este consumo el que afecta al medio ambiente, especies vegetales corren riesgos por la explotación comercial.

La palma de cera (Ceroxylon quindiuense) es una de las damnificadas, por el comercio, dado que dicha planta “solo habita en zonas del Quindío, Tolima y Caldas, y la cual ha servido como materia prima para la elaboración de los ramos de esta semana religiosa”.

Aún así, Baptiste, explica que “la palma de cera cuenta con varias iniciativas que buscan reducir su extracción, contribuyendo así regionalmente a acciones para su recuperación. Esto demuestra que las iniciativas pueden ser efectivas cuando hay conciencia ciudadana y acción colectiva”.

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