
En un mundo donde la presión por el rendimiento académico es constante, muchos padres se enfrentan al dilema de cómo motivar a sus hijos cuando sus calificaciones comienzan a decaer. Un caso ejemplar es el de una madre preocupada que, tras el despido de su esposo, observa cómo las notas de su hijo de 15 años empezaron a bajar. A pesar de que su hijo muestra un gran interés por el equipo de lucha libre, ella considera la posibilidad de retirarlo del equipo hasta que sus calificaciones mejoren. Sin embargo, esta estrategia podría no ser la más efectiva.
En un artículo publicado en The Atlantic, Russell Shaw considera que penalizar a los niños quitándoles lo que más les importa “no es la mejor manera” de motivarlos.
La crianza de los hijos es un proceso complejo y continuo, donde el enfoque en las debilidades de los niños puede ser contraproducente. El artículo detalla que décadas de investigación han demostrado que un enfoque centrado en las fortalezas está asociado con niveles más bajos de estrés y una mayor participación en la escuela. Este enfoque se centra en identificar y cultivar las “islas de competencia” de los niños, un término acuñado por el psicólogo clínico Robert Brooks hace más de 40 años.
El especialista argumenta que todos los niños, independientemente de sus desafíos, poseen áreas de habilidad únicas que deben ser nutridas y celebradas.
La confianza en uno mismo es un factor clave en el desarrollo de los jóvenes. Cuando los niños se perciben a sí mismos como competentes en un área, ya sea como artistas, atletas o líderes, están mejor preparados para enfrentar obstáculos en otras áreas de su vida. The Atlantic destaca que cuando los jóvenes tienen un sentido de propósito o competencia, esta capacidad a menudo se extiende a otras partes de sus vidas. Ejemplos de esto se pueden ver en actores que logran equilibrar sus estudios con largas noches de ensayo, o en atletas que mejoran sus habilidades sociales durante una temporada destacada.

En el ámbito familiar, los padres pueden desempeñar un papel crucial al identificar y fomentar estas islas de competencia. Un ejemplo personal es el de una hija que, a pesar de una carga académica significativa, insiste en trabajar en un camión de comida cada fin de semana. Su sentido de ser necesaria en su trabajo le ha ayudado a superar diversos contratiempos, desde dificultades en un examen de química hasta conflictos con amigos. Según el artículo de The Atlantic, este sentido de ser necesario puede ser un factor determinante en la resiliencia de los jóvenes.
Para ayudar a los niños a desarrollar sus fortalezas, los padres pueden seguir varios pasos, según Shaw.
Primero, es importante identificar las áreas donde los niños se sienten más seguros y motivados. Esto puede ser un tema académico, una habilidad interpersonal, una actividad artística o un pasatiempo. El artículo sugiere que los padres deben adoptar una actitud de curiosidad y preguntar a sus hijos dónde se sienten más confiados y energizados. Además, es fundamental nombrar estas fortalezas para que los niños puedan reconocer su valor.
Una vez identificadas las fortalezas, los padres pueden ofrecer oportunidades para desarrollarlas, ya sea a través de clases de verano, clubes, equipos o simplemente tiempo no estructurado en casa. The Atlantic menciona que la práctica deliberada hacia la maestría, más que el talento innato, es lo que conduce a la confianza y la perseverancia a largo plazo. Es importante sugerir actividades a los niños sin imponerlas, ya que esto podría generar resentimiento.

En ocasiones, los niños pueden enfrentar obstáculos que parecen insuperables. En estos momentos, los padres deben recordarles sus fortalezas y cómo pueden aplicarlas para superar las dificultades. Según The Atlantic, la confianza en un área puede construir resiliencia en otra. Por ejemplo, un niño que destaca verbalmente pero tiene dificultades para escribir puede beneficiarse de dictar sus ideas antes de escribirlas.
Finalmente, las narrativas familiares juegan un papel poderoso en la formación de la identidad de los niños. El texto enfatiza que una cultura familiar que celebra las fortalezas puede fomentar un sentido positivo de sí mismo en los niños. Las celebraciones deben ser genuinas para que sean significativas. Al centrarse en las fortalezas de los niños, los padres no solo ayudan a sus hijos a desarrollar su potencial, sino que también pueden aliviar algunas de sus propias ansiedades.
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