
Las relaciones humanas están marcadas por una serie de señales que pueden determinar el rumbo de un vínculo, ya sea en el plano amoroso o de una amistad.
En los últimos años, el lenguaje popular ha incorporado dos conceptos fundamentales para entender estas dinámicas: las “red flags” y las “green flags”.

Según contó a Hola el doctor Ali Fenwick, experto en comportamiento humano, las primeras funcionan como señales de alarma que advierten sobre comportamientos potencialmente dañinos o tóxicos, mientras que las segundas representan indicadores de estabilidad y salud en una relación.
A pesar de que muchas personas creen tener la capacidad de identificar estas señales con facilidad, en la práctica, no siempre resulta tan sencillo.
Fenwick sostiene que el cerebro humano está programado para la supervivencia más que para el éxito, por lo que prioriza la detección de peligros evidentes antes que el reconocimiento de señales positivas.

No obstante, existen múltiples razones por las que algunos individuos ignoran estas alertas.
La falta de confianza en el propio juicio, una autoestima debilitada o el apego a patrones familiares pueden llevar a que una persona pase por alto comportamientos que, en condiciones normales, considerarían inaceptables.
Además, algunas personas tienen una mentalidad de “arreglador”, creyendo que pueden cambiar a su pareja con el tiempo, lo que las hace más propensas a permanecer en dinámicas poco saludables.

También es común que quienes han crecido en entornos marcados por relaciones problemáticas normalicen ciertos comportamientos y no los perciban como una amenaza real.
El concepto de “red flags” y “green flags” se originó en el ámbito de las citas y relaciones amorosas, pero con el tiempo se ha extendido a otras áreas de la vida, como el trabajo, la familia y las amistades.

De acuerdo con El Confidencial, en las relaciones de pareja estas señales pueden manifestarse en diferentes formas, siendo algunas de las más evidentes el control excesivo, la falta de comunicación, la desconfianza constante o la agresividad verbal o física.
El control puede expresarse de múltiples maneras, desde la supervisión de la vestimenta de la pareja hasta la necesidad de saber con quién y en qué momento se encuentra. Fenwick señala que uno de los errores más comunes es interpretar algunas de estas conductas como señales de amor o preocupación, cuando en realidad constituyen una forma de manipulación.

El proceso de identificación de “red flags” y “green flags” no es homogéneo para todas las personas. Fenwick explica que las primeras suelen ser más evidentes, mientras que las segundas pueden pasar desapercibidas.
El cerebro humano está más inclinado a detectar peligros porque su principal función es garantizar la supervivencia. Como resultado, muchas personas prestan más atención a los riesgos que a los aspectos positivos de una relación.

En su libro "Red Flags, Green Flags Cómo tomar las decisiones correctas ante los dilemas de la vida diaria", el especialista enfatiza la importancia de valorar y reforzar los comportamientos saludables, ya que, si no se les presta atención, pueden desaparecer con el tiempo.

Desde esta perspectiva, una “green flag” no solo debe ser identificada, sino también fortalecida y apreciada.
Según La Gazeta, las señales que indican una relación saludable incluyen la sensación de tranquilidad y seguridad en la presencia del otro, la capacidad de crecimiento mutuo y la madurez emocional.

En la cultura digital, el término “red flag” ha ganado notoriedad en redes sociales como TikTok y X, donde se utiliza tanto para denunciar situaciones problemáticas como para generar contenido humorístico.
Glamour señala que, aunque el uso irónico del término ha llevado a la creación de listas de comportamientos considerados “banderas rojas” en tono de broma, es fundamental recordar su significado real y su importancia en la identificación de dinámicas perjudiciales.
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