“Lo estamos empezando a sentir, el cambio es por las buenas o por las malas”. Charly Alberti sabe de lo que habla y responde sin pelos en la lengua cuando se le pregunta por el cambio climático que vive el planeta. El baterista de la legendaria banda Soda Stereo, fundador de R21, la fundación con la que se propone contribuir al desarrollo sustentable de América Latina a partir de la educación sobre el cambio ambiental global, no anda con vueltas y reconoce con orgullo el camino transitado. “Me vengo a dar cuenta que hace 10 años venia diciendo lo que está pasando hoy”, suelta a Infobae vía zoom.
Inquieto, siempre curioso de hacer nueva cosas, el músico está arriba de un nuevo proyecto con el que desea escalar a nivel global. Se trata de 27 Eazy, una cerveza con la que propone el desarrollo de productos innovadores y de gran calidad con prácticas sustentables pensados para un mundo mejor y más respetuoso con el medio ambiente.
Pero esta no es una cerveza cualquiera: se trata de una cerveza lupulada hecha con malta de agricultura regenerativa que abre un camino novedoso en el modo de elaborar la bebida. La agricultura regenerativa es un método de producción agropecuario que restablece la salud del suelo que favorece la captura de carbono. La técnica consiste en procurar suelos siempre verdes, rotación de cultivos en una misma parcela, y la reducción progresiva en el uso de insumo externos.
En su elaboración, 27 Eazy, apoya el proyecto de 23 productores que suman 570 hectáreas de la provincia de Buenos Aires, garantizándoles la compra de su cosecha a largo plazo, contribuyendo a la transformación necesaria hacia la agricultura regenerativa.
Alberti dice que es “un convencido de que hay otra manera de hacer las cosas”. Quizás, el éxito de todo lo que emprende, radica en que ese convencimiento va acompañado de sus deseos. “Desde hace tiempo soñaba con un producto que embandere una mirada consciente del futuro”, afirma.
Hace unos diez años se encontraba disfrutando de la Patagonia, inmerso en la comunidad cervecera de Bariloche, quizás el epicentro de todo lo que después vendría con la explosión de las cervecerías artesanales. El músico se fue haciendo amigos, curioseando y metiéndose en los procesos, viendo cómo cocinaban, yendo a las plantaciones de lúpulo. “Esta es una conexión también con algo tan puro porque básicamente el hecho de hacer cerveza, está cuestión del ingrediente, los detalles, la verdad me hizo sentir fascinado”, cuenta.
Una tarde, tomando una cerveza junto al lago, se preguntó por qué no buscar un producto que lo ayude a financiar a su fundación. Si bien, aclara, ese no fue el fin, sí se trató de un comienzo para aquello con lo que soñaba. “Así es como aparece el mundo cerveza dentro de mi cabeza, no como un consumidor, sino como un posible productor. Lo investigué, me puse a hablar con gente ahí, hice algunas pruebas con algún que otro maestro cervecero en esa búsqueda de una cerveza que a mí me gustara y en la medida que me iba metiendo en los procesos de la producción del lúpulo, más me gustaba realmente lo que se podía generar”, explica.
Alberti hizo lo que muchos: fue a las redes, ese terreno casi perfecto en la actualidad para testear cuando una idea está por explotar. Y la cosa explotó. “Tenía muchísimos likes, a la gente le gustaba, ¿cuándo la traes a Colombia? Traerla a Estados Unidos, traela a todos lados... La verdad que se generó como un revuelo bastante grande”, relata. Mientras se fue metiendo de lleno en el aprender, una cuestión nada menor para él. “Me parece que uno tiene que tener el conocimiento total de todo el producto. Y el producto que yo quería era poder hacer una muy buena cerveza que tuviera ciertos atributos y por otro lado generar un proyecto que tenga un gran impacto ambiental”, relata.
Alberti sintió que hacer 500 litros de cerveza comprando solamente el lúpulo orgánico era una buena intención, pero no cambiaba nada. En ese proceso, y aún sabiendo lo que su imagen convoca, encontró un puente con la cervecería Quilmes, con quien se asoció movido por las ideas frescas que le propusieron y que le permitieron hacer crecer aún más este proyecto que se basa no solo en un líquido diferente, sino también en un proyecto con impacto real a gran escala.
27 Eazy es una cerveza dorada y fresca, con un aroma a frutas cítricas, tropicales, de amargor bajo, con sólo 3% de alcohol. Pero esto no es todo.
Agricultura regenerativa
Alberti fue por más, una vuelta de tuerca quizás con la que abraza un paradigma generoso para el futuro de la sustentabilidad. Sin embargo, aclara, ésta no es una cerveza ambientalista o ecológica. “Lo que yo saco es una cerveza de la puta madre, el foco está en hacer una cerveza diferente, rubia, moderna, con algún poquitito menos de alcohol (tiene solo 3%) Cuando vas a buscar un poco menos de alcohol de lo habitado, tipo 5 para arriba que es donde se mueven casi todas las cervezas rubias”, anuncia.
Y sigue: “Cuando vos bajas un poquito ahí empiezan estas búsquedas de las utopías. Por eso decimos que en 27 buscamos la utopía y la perseguimos. La utopía es una cerveza con un poco menos de alcohol, pero que tuvieses buen sabor, buen cuerpo, buen aroma. Y desde el lado ambiental es mucho más importante todavía creo lo que estamos haciendo”, dice Alberti.
“Hoy uno de los temas más importantes del planeta, lo podes hablar con cualquier ambientalista, es el tema de la regeneración de la tierra. Hemos, mediante procesos erróneos, destrozado a las tierras. Le hemos sacado la fertilidad natural. En estos días lo podés estar leyendo: los los agricultores y los productores se quejan porque no pueden importar fertilizante. Si hubiesen hecho las cosas bien, el fertilizante está en la tierra, no le tiene que tirar arriba. Le tenés que tirar fertilizante cuando tu tierra se murió y si la la mataste cómo, removiendo el carbono de la tierra. El carbono que tendría que estar enterrado es el alimento por el cual las plantas conviven con los microorganismos y de esa forma los microorganismos le dan nutrientes y la planta le da carbono. Es básicamente eso, regenerar las tierras para que, en este caso, las tierras de la provincia de Buenos Aires que están trabajando con cebada, vuelva a tener sus fertilizantes naturales y por ende a generar un producto de mayor calidad. 27 es el comienzo de eso”, cuenta Charly.
Hay un dato que lo entusiasma al Soda Stereo: una de cada cuatro cervezas del mundo se produce con cebada Argentina. “O sea que este proyecto, este programa que empieza 27, tiene como finalidad en X cantidad de años, completar la transformación de todos los campos en principio de cebada de Argentina y por ende el impacto no solamente sería para 27, para poder tener mayor cantidad de materia prima y seguir creciendo como cerveza, sino abarcar al resto de las cervezas y estarías impactando en una de cada cuatro cervezas del mundo”, cuenta.
Alberti insiste con que esto no es una cerveza ambientalista. “Es una cerveza hecha con buenas prácticas. Es una cerveza riquísima, diferente que aparte tiene un programa de buenas prácticas que nos encantaría que el resto de las compañías en el mundo que están trabajando, pudiesen llevarlo a cabo. Cuando vos te comprás una 27 estás colaborando realmente con la transformación de los campos. En la medida que 27 tenga éxito, ese programa de regeneración va a tener éxito”, cuenta.
-Hay algún vínculo entre 27 y tu fundación, R21?
-R21 hoy no tiene relación con 27. Lo que sí yo pongo es a disposición de 27 toda la capacidad científica que tiene R21 porque tenemos mucho de los grandes científicos de Latinoamérica. De hecho con nosotros está Eduard Müller, uno de los científicos hoy más renombrados en el mundo acerca de regeneración.
- Tu pasión por el medio ambiente se mezcla con la música. En el último regreso que hicieron de Soda Stereo, se llevo adelante una gira de carbono neutral. ¿Cómo fue que lograron compensar la huella de carbono emitida?
-Vos tenés dos formas de hacerlo: la mejor es reforestar, la otra es comprar bonos de carbono. Yo no soy muy partidario de la segunda. Con un equipo liderado por la directora científica de R21, que hizo un cálculo complejísimo, se calculó no solamente la movilidad y las cosas que hizo la banda, sino también de dónde venía la mayoría de la gente en cada uno de los shows para compensar la huella de la gente también. Compensamos la huella reforestando. Entonces se hizo con una metodología que nos dio un número e hicimos las plantaciones, creo que se terminó la última hace poco la plantación nueva.
-¿Qué haces vos en el día a día para cuidar el medio ambiente?
-Hay que entender que el problema se genera por la sumatoria de las acciones de todos. La gente cree y te dice: “Bueno, no llevo la bolsa al supermercado, ¿en qué va a cambiar que no la lleve?”; o “sí, me cepillo los dientes y dejo que el agua corra total, ¿qué va a cambiar? Son unos unos litros de agua de más. Claro, si lo hiciésemos 20 en el planeta no pasa nada. Si lo hiciésemos dos millones de personas, no pasa nada. Pero somos más de 7000 millones de personas que todos piensan lo mismo, ¿en qué va a cambiar que lo haga yo total no? Esa sumatoria de pequeñas acciones es la que está, sumado a las malas acciones o a la inacción de gobierno, la que nos está llevando al precipicio. Cualquiera fuese la acción, desde usar menos el auto, derrochar menos agua, llevar las bolsas reciclables al supermercado, hay un montón de acciones que parecen tontísimas, pero cualquiera de esas hechas de forma cotidiana y tratando de que todos tus vecinos tus amigos y tu familia lo hagan, es la mejor contribución que podés hacer. Y no te requieren de mucho.
-¿Ves un cambio en el último tiempo de estas concientización?
-Creo que ha habido un cambio brutal. Uno que lo viene predicándose en muchísimos años. Te das cuenta el cambio en la gente, ¿no? La gente lo está entendiendo, se empezó a asustar y ve que esto puede traer problemas en la cadena de suministros de alimento, que puede traer problemas en la energía y en un montón de cosas. La gente ya está, ni hablar de los jóvenes que entienden qué planeta irresponsablemente le estamos dejando. Va a ser muy complicado para ellos. Lo que ahora tenemos que hacer es que los políticos pongan la firma para que las cosas pasen de verdad. Por que se nos acabó el tiempo.
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