
Somos responsables por nuestro propio deseo. ¿Por qué? Porque el deseo es una expresión de nuestro libre albedrío. Nadie puede obligarnos a querer. Entonces, si es nuestro, entonces también es nuestra responsabilidad activarlo. La libertad siempre viene acompañada de responsabilidad. Podemos encendernos y apagarnos. Podemos tener pensamientos que nos apaguen instantáneamente y pensamientos que nos mantienen abiertos a la posibilidad y a la curiosidad. El erotismo surge de la tensión entre la excitación y la inhibición y se manifiesta en las cosas que decimos y hacemos, en cómo actuamos y en cómo pensamos. Tendemos a pensar en el erotismo como un estado sexual compartido por dos o más personas, pero en realidad comienza de manera individual. Y requiere práctica.
Una de las principales cosas que atentan contra el deseo es la falsa creencia de que el deseo surge de manera espontánea. Debemos romper el mito de que el deseo surge espontáneamente, como una fuerza que nos atraviesa. A veces ese es el caso, pero más frecuentemente, el deseo responde a un estímulo, como pasa cuando olemos algo rico y nos dan ganas de comerlo. El deseo no es siempre el punto de partida. A veces son los juegos previos, las semillitas que vamos sembrando, lo que realmente nos despierta el deseo. El problema es que socialmente creemos que el deseo debería surgir de manera natural, por lo que nos quedamos esperando a que las ganas surjan espontáneamente en lugar de trabajarlo. En vez de poner el foco en cómo conectar con nuestro deseo o cómo generar momentos con el otro, nos quedamos expectantes a que aflore naturalmente. Llevamos la atención al resultado, nos frustramos y dejamos de prestar atención a cómo se desarrolla el proceso del deseo.
Muchas veces el sexo queda en un rincón olvidado. El ultimo orejón del tarro. ¿En que número de prioridades está tu vida sexual? ¿Qué viene antes? ¿Qué después? Pensá en la cantidad de cosas a las que le dedicas tiempo y espacio. Anotalas. Pensá en la distribución de esas actividades dentro de tu jornada diaria, en la composición de la semana. ¿En qué espacio podés incorporar una actividad erótica, por mínima que sea?
¿Qué tipos de actividades podemos empezar a incorporar?

Cualquier mínima actividad que nos conecte con algún aspecto de lo que es nuestra sexualidad. Porque sexualidad no es sinónimo de sexo. Incluye nuestro ciclo menstrual, nuestra imagen corporal, nuestra salud física y mental, nuestra autoestima. Requiere de obligaciones como buscar un método anticonceptivo que nos brinde confianza y comodidad, pero también implica placer, disfrute y libertad. Estoy hablando de cualquier actividad que nos conecte, desde leer esta nota a leer una novela erótica, a tener un pensamiento sexual (el que sea, sin juzgar), un recuerdo, una fantasía aunque sea mínimo o la exposición a imágenes que nos estimulen.
El deseo necesita de cabeza, cuerpo, tiempo y espacio. Entre todas las actividades de la semana, programá también los momentos que le vas a dedicar a tu sexualidad. No estoy hablando de tener sexo, aunque eso también puede ser, sino de hacernos un espacio en la agenda para conectar con nosotros mismos, nuestro cuerpo, nuestro disfrute, nuestro deseo.
Algunas sugerencias si sentís que estás en punto muerto:

- Actividad física: para mujeres recomiendo bailes y actividades que muevan la energía de la pelvis. Yoga para quienes necesiten bajar y aprender a relajar, que también ayuda mucho a la percepción corporal.
- Ejercicios de Kegel
- Dejar el celular en modo silencioso y apartado mientras compartís algo con tu pareja. Incluso podés dormir con el celular fuera de la habitación. En el resto del tiempo, practicá un consumo responsable de medios y redes sociales, eligiendo qué ver y evitar la información que replique falsos modelos corporales y estilos de vida que disparan la exigencia y la falta.
- Hacer algo que te acelere el corazón. Literal.
- Cambiar el escenario. La casa y la cama se vuelven rutinarias y podemos necesitar un ambiente diferente. El mayor desafío de las parejas convivientes es transformar el escenario cotidiano en un escenario erótico.
- Tomar una sesión de masajes en pareja.
- Asistir a un evento erótico, existen desde propuestas teatrales hasta experiencias sensoriales.
- Participar de un retiro de sexo tántrico.
Me gusta pensar el deseo como un estado de disponibilidad y para que algo esté disponible, no puede estar en el fondo de la lista de prioridades.
Tengamos en cuenta, además, que cuanto más pensamiento le dedicamos a una cuestión, más activo queda en el sistema neuronal y eso genera un circuito en el que resulta mucho más fácil captar las señales del entorno de lo que a cada uno le resulta erótico.
Ya sea estando solos o en pareja, la vida sexual necesita ser atendida, si no le dedicamos tiempo y atención, difícilmente las ganas aparezcan solas con la frecuencia que nos gustaría. No se trata de volverlo una obligación sino una prioridad.
Entonces, abramos las agendas y planifiquemos placer.
*Cecilia Ce es psicóloga, sexóloga y autora de los libros Sexo ATR y Carnaval toda la vida (editorial Planeta). En Instagram: @lic.ceciliace
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