En enero y febrero hay diferencias. Y no solo la establece la temperatura, también lo hace la elección del vehículo para trasladarse. Abrió el período vacacional. La gente viaja hacia la costa continental, al encuentro con el agua del mar. Y una vez ahí, instalados en sus residencias temporales, se trasladan hacia las playas, por fuera de los caminos urbanos habituales. En enero y febrero hay diferencias en el clima, en la ropa, en el ánimo, en la rutina y en los vehículos de uso.
Vehículos playeros es una definición imprecisa, aunque tradicional. Es un subgénero que nació promovido por la prosperidad del turismo. No se sostiene como una categoría establecida dentro de la industria automotriz por la excepcionalidad de su uso. La etiqueta adquirió solidez en la interpretación social por la misma razón: suelen verse únicamente en la misma coyuntura de sol, arena y playa. Presentan preferentemente una característica primordial: mayor despeje del suelo que los autos convencionales.
Su raíz se remonta a la década del cincuenta, cuando en tiempos de posguerra la humanidad prefería instrumentos de movilidad económicos, versátiles, eficientes y exentos de detalles. La iconografía de estos autos explotaría en los años setenta, alentada por una sociedad contestataria que inspiró el movimiento hippie. Los constructores de la época advirtieron el surgimiento incipiente de una demanda: autos preparados para salir del camino, explorar sitios vírgenes y experimentar los vientos de libertad, autos que suministren emoción, durabilidad, diversidad.
Nacía el "buggy": un vehículo diseñado para conducir en terrenos arenosos. La denominación es un derivado del término "Bug", que significa bicho en inglés. Inspirado en la fisonomía de un insecto, fue concebido para facilitar la movilidad en superficies hostiles. Con chasis ligero, ruedas grandes, sin techo rígido, nacieron como reconstrucciones de viejos Volkswagen Beetle, el "auto del pueblo", el mítico escarabajo. Paradójicamente en la actualidad simbolizan estatus.
En sus vacaciones en su chacra marítima Guanahani, ubicada en la zona de La Boyita, cinco kilómetros al este de José Ignacio, Marcelo Tinelli suele viajar de su casa a la playa en un buggy. El verano pasado se lo vio sobre un Kawasaki Teryx 4 750 4×4 Camo edition, una unidad discontinuada en Argentina con un costo de 25 mil dólares. La circulación en buggies por la zona costera está prohibida en Uruguay. El conductor argentino fue multado en varias ocasiones por la prefectura local por violar la reglamentación.
En la actual temporada, Marcela Tinayre fue fotografiada conduciendo un símil buggy. Por las calles de Punta del Este, la meca de los autos de lujo en el verano sudamericano, la conductora de televisión circula a bordo de un Kawasaki MULE 4010 que explica su utilidad en la desclasificación de su nombre: MULE es el acrónimo de Multi-Use Light Equipment que significa unidad multi-uso de equipamiento liviano.
Es un utilitario liviano de cabina abierta que la compañía japonesa empezó a fabricar en 1988. Integra el segmento de vehículo todoterreno llamado UTV (utility task vehicle o vehículo de tareas de utilidad) o también conocido como Side by side (uno al lado del otro, por la característica de sus butacas comunes). Con capacidad para seis personas, tracción en las cuatro ruedas, protección antivuelco y una caja de carga en la parte trasera, son unidades operativas en depósitos y situaciones de trabajo, aunque replicables en condiciones off-road.
Hay autos con capacidades off-road y hay motos con la misma esencia todoterreno. Y en Mar del Plata, Facundo Arana hizo gala de su pasión por las motos con una Kawasaki tipo enduro en la zona del centro de la ciudad y cerca de los balnearios. Tanto las unidades enduro, con suspensiones altas y gran destreza para sortear obstáculos, como los cuatriciclos son vehículos que suelen verse a menudo en los centros turísticos de las costas rioplatenses. En Pinamar, por ejemplo, estas prácticas están penadas: según la ordenanza 4794 más el Decreto 3215, está prohibido circular en la playa con vehículos impulsados a motor.
Las posibilidades para trasladarse en las vacaciones son variadas. Además de motos y versiones modificadas de autos, la oferta se extiende a embarcaciones marítimas. Algunas celebridades que veranean en José Ignacio, la zona más chic de Punta del Este, deben trasladarse en botes o pequeñas lanchas para cruzar la Laguna Garzón y dirigirse a fiestas exclusivas en paradores VIP. El futbolista Ezequiel Lavezzi con su novia Yanina Screpante, la modelo Rocío Guirao Díaz junto a su pareja Nicolás Paladini, y el empresario Pablo Cosentino se subieron a estas embarcaciones.
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